Noé en Estocolmo

Noé en Estocolmo

Veinte hocicos y cuarenta ojos, apuntaban expectantes a su dueña esperando comida. La situación era insalubre, pero era feliz, los peludos lo apreciaban y ella también, Hubo un tiempo que tuvo familia, no la querían y abandonó toda esperanza. Denuncias después le arracanron a sus nuevos hijos, pero no los abandonó, a diario iba a verlos a la cárcel, tal cual los cuidaban y les concedían libertad y custodia, pedía por favor que le concediesen una orden de seguimiento. Los secuestradores/as eran amables y también hubo personas que la atendieron. Era imposible negase, y lo que vio delito la ganó con aceptación.

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