Cuántas veces no hemos escuchado la típica frase -lo que importa es lo que está en el interior- frase que no hace más que alimentar la absurda idea de que, en pleno siglo XXI, donde todos los días se libran batallas por el consumo de vegetales en lugar de animales, los derechos de las personas del colectivo LGBTI+, en algunos países más serios existen batallas de sistemas políticos, socialismo y comunismo contra capitalismo y liberalismo, economía, y en este año en particular, debido a la pandemia de COVID19 (o Coronavirus) que nos obliga a confinarnos en la tranquilidad -a medias- y seguridad del hogar, no nos debemos preocupar por aspectos del físico de una persona, sino más bien por lo que ella en sí tenga que aportar.

Desde el punto de vista teórico todo se ve muy bonito. Y cuando digo todo, me refiero a todo lo que mencioné, vegetales, LGBTI+, comunismo y socialismo (en  minúsculas, denotando el poco respeto que profeso a ambas ideologías) entre otros. Sin embargo, la realidad que se vive en muchos aspectos (no generalizo, a cada quien le corresponde realizar su propio juicio), chicos que se han visto en la necesidad de generar cambios excesivos y poco saludables con el fin de encajar en determinado grupo o en determinado espacio. 

Algunas veces nos lo plantean (válidamente hablando) como elementos necesarios para mantener la salud del cuerpo, ya que, por más que se intente aceptar su propio cuerpo en las condiciones en que este se encuentre, siempre hay que responder a motivos de salud, enfermedades cardiorespiratorias consecuencia de malos hábitos alimenticios, consumo de sustancias estupefacientes o alcohólicas, pero también por el consumo excesivo de alimentos -saludables- que no proveen la cantidad de proteínas o carbohidratos necesarios para que el cuerpo se mantenga. Es un tema de extremos.

Dentro de estos elementos podemos encontrar los puntos medios. Sujetos que no son extremadamente saludables, pero tampoco rompen a convertirse en personas que tienen mal consumo alimenticio (que tampoco los extremos deben ser motivo de juzgamiento alguno, cada loco con su tema) y que simplemente luchan por romper con una determinada rutina, sobreviviendo al día a día y tratando de salir adelante en sus propias circunstancias (recuerden que es muy fácil decir oye, pero ve al gimnasio, o si puedes operate así como tambien oye, deberías comer más, trata de comer más comida grasienta pero no se conocen los elementos sociales, culturales y personales de la persona) para además tener que asumir de un día para otro ese cambio, 

Entrando en este punto, puedo decir que todos, o por lo menos la mayoría hemos sufrido algún tipo de rechazo por nuestro aspecto físico (habrá que entrar a debatir si es discriminatorio o no, ya que el ser humano tiene la capacidad de decidir y establecer un gusto determinado por un tipo de persona u otras en el ejercicio de su propia libertad) en mayor o menor proporción, pero siempre ha estado ahí. Socialmente nos volvimos una sociedad (en su mayoría) pantallera, se vive de lo que se ve, lo que se muestra. Series de televisión muestran jóvenes con impresionantes atractivos físicos al frente de estas, secundando o reduciendo en su mínimo otros personajes sin importar su aspecto. Algunas inclusive haciendo mofa de este elemento en especial. Instagram se convirtió en el escenario de las pasarelas virtuales mas codiciosas del mundo, estilos de vidas activos, acceso a lujos y, sobre todo a elementos físicos perfectos (sin que esto tenga nada de malo, al final es parte de lo que uno como ser humano busca).

Aquí caben varios puntos, el primero depende mucho de la autoestima y aceptación que deben tener los individuos para sobrevivir en estos espacios. Otro punto necesariamente es el autocontrol por los excesos, en ambos excesos, lo cual puede volverse muy destructivo a niveles inimaginables. La disciplina juega un factor importante en todo esto. Pero a la disciplina podemos incluirle muchos elementos, como el espacio político, el acceso a los insumos para cumplir con determinadas metas, entre otras.

Con respecto al espacio político podemos hacer mención a que, en un país que se encuentra en su mayoría dominado por el caos, problemas económicos, caídas de servicios básicos las prioridades se organizan en sobrevivir y salir adelante dentro de las posibilidades de cada uno. 

Con el ultimo punto, los insumos. No son de fácil acceso ni mucho menos económicos, lo cual se vuelve una lucha por poder mantenerse dentro de determinados estándares.

Respecto a todo esto hago mención a un punto importante. Por muchas imágenes motivacionales, quotes, frases, libros que existan, esta sociedad está lejos de aceptar, por lo menos en su mayoría a determinado número de sujetos, que siempre estará condenado a vagar en las puertas del rechazo, la contemplación del suicidio, los desordenes alimenticios, y cualquier otro tipo de métodos que consideren -mejores- para acabar de una u otra manera con ese rechazo. Someterse a jornadas agotadoras de entrenamiento, consumo de sustancias dañinas, o simplemente tomar una soga y bueno…

No los juzgo, ni mucho menos, como seres humanos tenemos estándares, limites y gustos que son los que al final del día nos definen como personas, con sus respectivos pros y contras. Quizá es una reflexión más interesante sobre la naturaleza del individuo, quizá una forma de justificar el circulo de negativas que en vida me he tragado. 

El punto es que no estamos listos para contemplar la frase que da comienzo a este escrito, o al menos como primera premisa para desarrollar nuestras relaciones (en general), pero esto es parte de un debate más en la humanidad, que hoy se encuentra en un segundo plano, por una epidemia que nos tiene encerrados, pero que de una u otra forma nos condena a revisar cada uno de los elementos de los que hablo.

20200412.

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