Cantan «eres mi bendición» eso y un domingo tranquilo, me hacen divagar… Que lindo eres jabao y medio dormida me atrevo a saltar…. y voy en picado a un casino, dónde podría si no, después de la noche de anoche… El sitio bien alumbrado, alfombras color pasión, máquinas tragaperras en derroche, chicas mini uniformadas con piernas infinitas y sonrisas promisorias. Llevo vestido rojo, me he mirado en el espejo antes de salir y mi tez casi negra agradece el tono, pegado al cuerpo como una segunda piel va gritando que busca una mirada que lo destroce y la línea que dibuja encima de mi cuerpo es más descarada que mi pelo… Ese también va en estampida, sin respetar ninguna línea coherente de movimiento, encima de mis ojos como siempre, que insinúan (con una raya negra bien heavy), que la mirada puede matar…

Desafío al sitio que me acoge y al tipo sentado en la mesa de póker…… gorra informal, barba bien cuidada, ojos de dragón, boca de pez, sonrisa de cabrón, pose relajada, alza los ojos… … Y APARECES…

Me miras, te pasas la lengua por los labios, levantas tu trago y me invitas a compartirlo haciendo del gesto, una obra de arte. La puta que me habita, la que escogió el vestido antes de salir, se contonea hacia ti, dejándote ver medio muslo, y con él, la promesa de lo que puede pasar; vas ganando, yo acercándome… Casi llego a tu lado, se me adelanta la camarera, boca de infarto que conjugan con el escote divino, se inclina y pregunta: ¿Qué harás cuando termines? Levantas los ojos de travieso dragón y con esa dulzura que intoxica le dices, lo siento cariño, me voy a casa, mi mujer me ha venido a rescatar… Mientras alargas la mano y me llamas «nena» besándome en la boca, sentándome en tus piernas, dejándome ver entre tus dedos una Escalera Real, pura y sin bluffear…

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