PONIENDO EL OJO Y LA BALA.

PONIENDO EL OJO Y LA BALA.

Cleva Valdés

07/05/2017

Hoy amanece la ciudad turbia, la que ignora las calles despejadas de la mañana y a la gente con sabor a café tomado en la cocina justo antes de salir a ganarse la vida (que esta dura), esa urbe que no está ni siquiera un piso por debajo del asfalto conduciendo a cada uno a sus historias…
A oficinas.
A hospitales.
A pelearse con muecas rígidas tras una ventanilla.
A casa después de una trasnochada.
Es la ciudad que se esconde bajo mi piel, la que despertó hoy : la de ráfagas de ese huracán que aún no termina y a pesar de benevolentes pronósticos, sigue siendo todo un enigma, la de abrir el botiquín, la de faunos y sátiros correteando en mi salón, la de sin buenas noches, la que grita Corre ! y no me muestra el camino, la de conejos con relojes, de putas levitantes de casinos, de barcos que no zarpan, de mariposas en estampida, de jazz tarareado como un credo, de dudas sin sustento, de jueces ortodoxos, de temblores provocados por recuerdos, de sabor a ti (como el bolero), de no te arrimes que te embarro, de quiero besarte adentro y desde adentro, la de una danza de demonios…
Si fuera una chica lista, volvería a dormir y esperaría a que el desasosiego, aburrido, hallara otro sitio donde pasar el día; pero bandera blanca no es mi estilo, así que preparo el sofá como trinchera, apertrechada de palabras (tercas, ágiles, altisonantes) y en una esquina, bajo una manta, de espaldas, comenzaré a contar lentamente los diez pasos que marca la ética , al darme la vuelta no tendré piedad, dispararé certero a sus intentos, solo uno puede quedar en este duelo…

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