El taller de sombras y luces

El taller de sombras y luces

Cold Summer

07/05/2017

No me importa en absoluto que seamos seres gregarios, o seres humanos, o que simplemente vivamos en sociedad. Nada de eso. No ahora. No estoy interesada en formar parte de ese grupo, que no tiene naturalizadas las guerras, el hambre, la violencia y que sin embargo, estén esclavizados por la tecnología, en concreto por un amigo muy querido y bien recibido por todos: el maldito Android. Un gran invento, sin errores por lo visto, bien cometido.

Desde su llegada, tengo la sensación de que los momentos ya no se disfrutan de la misma manera. No recuerdo cuando fue la última vez que vi a alguien en el metro o en el autobús, sentado, esperando la llegada a su destino, o cuando fue la última vez que vi a alguien disfrutar del paisaje sin la necesidad de distraerse con nada más. O la última vez que vi a un grupo de personas, riendo, charlando sin usar ningún dispositivo, más que la cámara fotográfica para inmortalizar el momento. No lo sé. Tampoco recuerdo en qué momento empezó el hecho de sentir la necesidad de compartir todo lo que te gusta hacer, o simplemente, decir lo que haces a las redes sociales…Un videojuego de una sola vida; a nadie le importa que robe el tiempo y que parece ser un gran acompañante, que llevas siempre contigo, para no sentirte aislado. Pero no es más que una máscara, entre otras tantas.

Hay cosas invisibles, no solo a los ojos, sino en muchos aspectos. Todos ven algo que es «invisible» para nosotros y viceversa. Sin embargo, si no fuese así no sería posible obtener ningún reflejo sobre nada, ni siquiera el nuestro propio, el cual, confirma que existimos. Sin éste, al igual que el resto, no sabríamos qué somos. El problema es que una persona en el sentido de unidad, con respecto al resto, puede verlos a todos menos a sí mismo. Al igual que los demás así mismos. He de suponer que la clave de todo esto, es encontrar ese reflejo que te haga olvidar, por un instante del hecho de querer saber como eres realmente, por fuera.

Que no te engañen.

Cuando analizo los dibujos animados, los elemenos de fantasía, la ciencia-ficción etc. pienso en aquellos/as que fueron capaces de hacer realidad éstos elementos y hacer que personas que andaban perdidas en su sendero, se hayan encontrado a si mismas, gracias a dichas creaciones surgidas por ideas.

Ojalá las personas aprendiesemos a soñar más a menudo, ya que no son los realistas/pesimistas quienes triunfan o cambian las cosas, sino aquellas personas que hacen lo imposible para conseguir hacerlo posible. Cuando la sociedad toma a sus ideas como disparatadas, es cuando realmente se muestra hasta que punto están dispuestas a luchar. Y quienes llegan hasta el final, con todas las consecuencias, son quienes transforman el mundo.

Tú eres todo lo que pueda soñar cualquier persona.

El problema es que la sociedad es hipócrita, porque quiere que esas tu mismo, pero también te castiga si lo consigues pero créeme. No es la sociedad quien te castiga, tú eres quien lo acaba haciendo, solo que las ideas preconcebidas de la sociedad se camuflan en tu interior; nada más nacer has empezado a formar parte de ella.

En los tiempo en los que vivimos, el ser tú, es un logro.

Porque los mejores momentos son más valiosos, si no las encuentras explicación, ni palabras.

Porque la lengua más bonita que existe se comprende con gestos de valor incalculable.

Porque todo está bien si tu vida está en armonía.

Porque tu locura es perfecta tal como es.

Porque gracias a ti, mi vida es mucho más sencilla.

Porque eres lo más grande.

Y que tus seres más queridos agradecen cada noche, el hecho de que formes parte de sus vidas. Quiérete, siempre. Un poco más que ayer.

Rodéate de quienes te den esperanza, felicidad y seguridad en ese mundo tan turbio en el que te puedes sentir atrapado, a veces. Rodéate de personas con las que tú, seas su mejor ejemplo y sacar así una versión avanzada de ti. Quienes siempre desean lo mejor para ti, te servirá para que tu quieras seguir mejorando a otros, sin olvidarte de hacerlo contigo mismo.

¿Casualidad? ¿Destino? ¿Suerte? Creer en éstas cuestiones de azar, es como permitir que tus creencias se limiten a una sóla estatua religiosa. Es como dejar ir… esa parte de ti inquebrantable e indefinible que en cierto modo, te permite ser quien eres ahora mismo.

Nuestra existencia es efímera; la vida es infinita. Si no es aquí, siempre lo será en otra parte, aunque en el fondo, todo sea incierto. Por esa regla de tres, no tenemos porqué echar raíces en ninguna parte, no somos árboles.

Todos los caminos llevan a algún sitio, pero tus pasos pueden hacerte llegar al olvido. Donde quiera que mires está la hierba, la alfombra del planeta intentando salir a la luz, pero las vibraciones que generan tus pasos, lo impiden. Sólo así, podrás llegar a donde quieras, pero nada será tuyo.

Todo pertenece a la Tierra y tú perteneces a ella, pero ella a ti no. Seamos estrellas fugaces mágicas. De esas que dejan huella en los ojos de un desconocido. Tú mismo, el día de mañana podrías formar parte, de todas esas miradas que eligen perderse en el firmamento eterno.

No permitas que todas estas cosas se mueran contigo, compártelos con alguien, para que el día de tu partida, con el tiempo, el resto de personas realice la misma tarea que tu hiciste con quienes se alejaron y dejaron un vacío en ti.

Independientemente de su tamaño, siempre quedarás en el corazón de alguien.

Sólo hay un problema: para cuando alcances todo lo escrito, probablemente estarás muerto/a. No es la muerte quien te permitirá alcanzar la perfección, sino que la forma en la que te recuerden, será perfecta para quienes te conocen.


Se trata de encontrar

lo que creas que es mejor

y saber lo que quieres.

Porque sólo así

podrás ser eterno

en el recuerdo de otros

y al mismo tiempo inmortal.

¿Y tú? ¿Cuando fue la última vez que disfrutaste de verdad?

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