La Letra con sangre entra

La Letra con sangre entra

D Carles ML

06/05/2017

La letra con sangre entra.

Es un viejo dicho que se puso en uso en las enseñanzas del siglo XVIII, cuando la eterna rebeldía de los párvulos salía a escampar por el aula, y allí corría presurosa la regla, el machete, la palmada a mano abierta del maestro en su función de corrector de las malas costumbres. Luego, si el caso era considerado de mayor gravedad y mediaba el director, se citaban a los padres y con el bochorno pasado, el padre sacaba el cinturón de cuero atizando las delgadas e inocentes piernas del chiquillo.

No, no es así como se enseña, el sistema solo dio frutos acojonados por la violencia, que no era poca en la sociedad de desmanes prostituidos, al amparo de las buenas costumbres que existían.

Más tarde, resabios de aquellas palizas paternales, “Por el bien del chico”, “Para que se eduque como hombre”, “Porque es preferible llorar de chico y no hacer barbaridades de grande”, como si esos “grandes” no se fueran de putas, robaran, fuesen infieles o se corrompieran en la primera esquina. No, ellos no eran así, solo hombres probos, inmaculados, ejemplos de ciudadanos, de padres, de maridos, de jefes y líderes. Enfundados en las hipócritas ropas de moda, que les hacían figurines de pingüinos, almidonados y planchados hasta que la raya cortase como un cuchillo; engominados para que la brillantez de sus nobles ideas traspasara sus excelsos cráneos y diesen luz a un mundo desprevenido de tanta inteligencia junta. Cobardes. Lascivos pendencieros. Crecidos en sí mismos.

Bajo este demoníaco signo afiebrado de machismo ignorante, intolerantes personajes hicieron una marca en el tiempo y la cultura del mundo hispanoparlante.

Sudamérica miraba para imitar a una Europa vieja y sabia como quien admira a la profesora de falda corta y arrugas bajo el mentón, la sabe madura pero está buena aun.

Así llegaron a los treinta y pocos años con su primer hijo, la Argentina se desangraba en una sus pasiones indebidas, el peronismo proscripto; la mirada europea se cambiaba por la del norte, con sus supermercados, los coches con ocho cilindros que gastaban gasolina como si el mañana no existiese, con los jersey de universitarios, el copete en la cabeza y las faldas tipo plato.

Y ellos se rebelaron, no aceptaron las normas ni los condicionamientos de una época de duro patriarcado, de humillante trato hacia la mujer.

Desde el primer día de su concepción, ella le leía obras de los grandes escritores o de ciencia ficción al que aún no tenía siquiera los rasgos formados. Cuando nació juraron hacerle libre, de hecho y pensamiento para que su rebeldía perdurara, se multiplicara, se reprodujera invadiendo un mundo perdido.

A los cuatro años le mostraron la película “Rebelión en la granja”, a los seis practicaba lectura con Ray Bradbury y a los ocho leyó “Historias de cronopios y famas” de Don Julio. A los diez no se resistió a “Prostibulario” del mismo Cortazar. Llegados los doce desayunaba con “Cien años de soledad” del genio apodado Gabo; con esas páginas se inició en el sexo pensando en la lujuria de Amaranta y Rebeca.

Cuando llegó la mitad de la pubertad no se desprendía de Marx, Sartre, Hegel, recitaba a Lorca, hablaba con las frases de Sócrates. Ya adulto indagó el positivismo, y se enamoró de la duda sistemática con “El Discurso del Método”. Machado le indicó un sueño y soñó con el Mediterráneo, día y noche por años, décadas, hasta que lo consiguió, fue a adorar al Dios del Mar junto a los alcornoques, las piedras escarpadas y el romero en flor. Se volvió a enamorar.

Hoy vive feliz, es un librepensador que se siente sembrador de ideas, campesino de la vida que cuida de sus plantas preciosas hechas de hojas de los mejores libros.

Se reprodujo y sembró las esplendidas semillas de la libertad en sus hijos, les enseñó a debatir sin discutir, a guiar sin tocar, a volar gritando palabras mágicas, a responder a un mundo que no cambia, intolerante, mediocre.

No habrá sido mucho a la luz de los acontecimientos que hoy arrasan la amada Tierra, pero aquella decisión rebelde sigue creciendo, echando raíces, afirmándose en terreno hostil, porque su sino y destino es ser árbol.

No todo está perdido mientras puedas ver una flor nacer entre las piedras antiguas; reflexiona y verás que tengo razón, porque al fin la Letra No Entra Con Sangre, sino que lo hace si le das Libertad, de pensar y hacer.

DCarlesML

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