En lugar de risa en tu boca se formaba la sonrisa. Normalmente llevabas siempre una chaqueta de color serio , difícil que pudiésemos ver lo que había dentro. 

Akiba por tus historias, por tus aventuras en los años  que viviste en el continente soleado con tu bata blanca , que nos contaste, que dejaste con nosotros. En  tus últimos años tu mente sólo era capaz de rebobinar una y otra vez tu vida allí, algo más del pasado siguiente, poco del presente. 

¿Recuerdas un día  merendando  en una cafetería cerca de tu casa?. Detrás de la barra había un camarero negro. Tu mirada que estaba perdida esos días , en algunos momentos, en demasiados segundos que se nos hacían eternos, volvió con fuerza. Nos mandaste decirle que se acercase. Mi hermana y yo protestamos, te preguntamos la razón y tu única respuesta fue : ¡Qué pejigueras soís!, que vaya una allí y se lo diga.  Verónica dile que se acerque a ese chico de la barra. ¿Por qué papá ? . Dile que quiero hablar con él . Siempre fuiste muy mandón, muy obstinado. Pero papá… protestamos mi hermana y yo, ¿qué le quieres decir?  Dile por favor que venga. Así que me acerqué al camarero, le dije que mi padre quería hablar con él. 

El chico se acercó : «Dígame señor». Tú muy serio le preguntaste : ¿ En qué parte de Africa has nacido? el camarero sorprendido te contestó que había nacido en Galicia. ¿ Y tus padres?. Son de aquí señor también. ¿ Necesita algo más?. No, gracias. Pero papá… dijimos las dos. A continuación nos reímos por tu ocurrencia, tú sonreíste.   

Akiba por miles de anécdotas, planos para poder seguirte y seguir nosotros.

(Akiba en la lengua fang significa gracias)

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS