Hay belleza en el dolor; al igual que todo, él también tiene un color propio. 

Agradezco el dolor negro, porque agradecí la felicidad blanca que hubo antes de él y sé que agradeceré el color de lo que viene después. Agradezco la transformación que viene con él y con sus verdes, la lucha que él representa con sus rojos, el proceso al que me invita con cada punzada en el corazón y sus naranjas.

Agradezco el dolor que siento cuando veo al mundo gris, porque significa que lo amo y decido en ese momento que como él me afecta yo lo afecto a él, ninguno de los dos siendo víctima del otro y empiezo a pintarlo con mi propio color.

Agradezco las lagrimas que he derramado por ellos y por ellas, agradezco y perdono las heridas moradas que me hicieron, tomando las lecciones azules que me dejaron y los dejo ir.

Y tú donde quieras que estes, sea cual sea la razón por la que estes leyendo esto; quiero que sepas que agradezco por ti y tu color. Sí; también estas tú y al igual que yo, tú no eres del mismo color que ayer.

Así que hoy, también agradezco por ti y por el color de tu dolor, porque sé que gracias a él haz cambiado, haz madurado, haz aprendido a amar mejor, así a veces parezca lo contrario.

Gracias por todas las veces que te haz arriesgado a vivir a pesar de que duela, gracias por todas las veces que haz amado en turquesa, reído en violeta, peleado en magenta y aprendido a ser mejor. 

Gracias por existir; porque sé que a veces no es tan fácil como nos gustaría, pero no estas solo hay alguien que agradece por ti, así que deja al dolor y su color fluir, déjalo pasar y deja que se vaya para poder colorear aún más hermoso después.

Confía y agradece desde ahora los colores que tus lagrimas van a dar, si hay llanto hay risa, vive ambas sin remordimiento ni orgullo y colorea, porque tu color sea cual sea es hermoso.

Mil gracias.

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