EL SANCOCHO CRIOLLO. DE:

En La Crespera, granja de mis padres, ubicada en el caserío de Santa Rosalía (1984/ 1990), en la población de Mamporal, región de Barlovento, estado Miranda de nuestro bello país: Venezuela, eso de preparar un sancocho es muy usual, sobre todo si llega una visita muy querida.

Un sancocho lleva carne de res o de pollo, gallina, o pescado; también verduras: apio, auyama. Ñame, ocumo, yuca, plátano verde según el gusto. Hiervas como cilantro, céleri, cebollín, yerbabuena, etc. Ajo, cebolla, pimentón, ají, sal y otros condimentos, el más importante: el amor y el esmero al prepararlo.

Un sancocho une a los comensales en tertulias alegres, guachafitas y hasta cantos al ritmo del cuatro o del tambor mientras esta listo. Un sancocho, levanta el ánimo. Proporciona salud y relaja el cuerpo.

Un domingo de vacaciones, Rodolfo, el padre de Ninelita, mi princesa mayor, llegó a visitarnos. Mi papá se entusiasmó tanto con su llegada que mandó rapidito a matar a una de las gallinas más gordas, a sacar del patio verduras y a montar la olla para atender al querido visitante.

Ninela y su hermanita, Carlita, quedaron impresionadas con lo que estaba pasando. Las niñas tenían apenas 6 y 7 años, y las gallinas eran para ellas unas amigas, pues desde la mañana se metían al gallinero a jugar a la escuelita, a la bodega, o a cualquier cosa donde estas aves eran incorporadas, igualmente esperaban a que pusieran huevos para sacarlos de debajo de su plumaje y luego llevarlo a la cocina, donde mi mamá se los preparaba según la petición de cada una:

  • El mío frito abuelita. Que la parte amarilla quede dura y lo blanco tostadito.
  • El mío también, pero que quede flojito para mojar mi arepa abuelita…

¡Tamaña imprudencia acabábamos de cometer!

Entonces Rodolfo, con su ingenio y chispa natural, su buena voluntad y excelente humor, nos sorprendió al tomar a la gallina por un ala, e invitar a las niñas a que la tomaran por la otra y él hablaba por la gallina, dirigiéndose al resto de los presentes:

– Buen día, Me invitaron a participar en importante almuerzo para que Ninela y Carla le preparen a papá Rodolfo un exquisito sancocho; ya me quitaron las plumas y estoy lista para que me pongan las verduras. Estoy muy contenta porque se que voy a quedar sabrosísima.

Princesas Ninela y Carla: ¡Manos a la obra! ¡A cocinar!

Esto le encantó a las niñas, estallaron en risas y ayudaron a preparar el suculento plato, salvándonos de la angustia que sentimos al principio, y de la posible tristeza que podían haber sentido mis hijas.

Todos los presentes, empezando por mis padres, respiramos agradecidos por la bendita ocurrencia de Rodolfo, y a partir de este día, pusimos mucho cuidado a la preparación de alimentos con los animales de nuestra granjita familiar, pues teníamos patos, codornices, y conejos, todos bajo el cuidado de las niñas cada vez que asistíamos en las vacaciones.

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