No es trascender sino integrar.

No es trascender sino integrar.

Lo exige la vida. Ser capaz de liberarme para vivir una nueva experiencia – ese punto es privilegio de cualquiera – con tinte de nueva existencia por haber crecido y evolucionado, no siendo a la vez acabado, llegar hasta acá y ya está. No. Todo lo contrario. En efecto adquiero y acumulo sabiduría – porque es interna – al aprehender cómo responder a lecciones que la vida me brinda, al mejorar la disposición a asumir lo que los demás y yo hice conmigo.

Si miro atrás, una década, hacia las diferentes personalidades y capacidades que he atravesado noto una característica: la impermanencia, el cambio; y sin embargo algo ha permanecido inmutable.

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