Entre las radas vislumbrar,

un acto recurrente,

del oscuro renacer.

Los pasos aun ciertos,

se quedan endebles frente al ser.

Con sigilo y estrago,

las cañas y algo más.

Un canto y un remedo,

por la helada frente al mar.

Sin titubear,

un respiro hondo,

se contiene, deja pasar.

Y ahí tienes, lo inevitable,

dejar pasar, sin justificarte.

Con medidas justas,

frente el fuego.

No Late,

siente por ti.

Una cuenca,

un tranco perpetuo.

Que alcanza las olas;

y rige un cielo eterno,

entre tus sombras.

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