Recordarte a mi lado

Recordarte a mi lado

Rossiday

26/03/2020

DeNos contaba una joven chica, que en su vida tuvo tres amores:

El primero fue ese amor tierno e inocente. El que llega en la juventud. Carla tenía 15 años cuando conoció a Daniel.

Daniel era un joven alto, guapo, de buen porte. Compañero de catecismo y actividades religiosas.

Carla cuenta que fue muy dulce. Daniel nunca supo de aquel enamoramiento, ella lo mantuvo secreto todo el tiempo.

¿Y por qué nunca le dijo?

-Porque quizás le daba miedo saber la reacción de aquel chico, o miedo al rechazo.

Lo cierto es que, Carla vivió años con el amor encerrado en lo más profundo de su alma. Sin pronunciar tal sentimiento, sin experimentar tal sensación.

El segundo amor llegó años más tarde… Alex, causó en ella gran interés, haciéndole así, volver a sentir la emoción de estar ilusionada.

Al principio temió, no quería hacerle saber sus emociones; era tímida. No obstante, decidió arriesgarse y confesarle su amor.

Alex, correspondió aquel sentimiento y la hizo experimentar toda clase de sensaciones, desde las mas tiernas, hasta las más perversas.

La joven chica con ya 20 años de edad estaba viviendo y experimentando un sin fin de aventuras con alex.

Como no todo es color de rosas, ese amor empezó a decaer. Al principio fue inocencia e ingenuidad. Luego perversiones y decepciones.

El joven al parecer le gustaba jugar con las mujeres, se aburría constantemente de ellas y las reemplazaba al instante.

Para carla fue extraño, el hecho que a ella nunca la soltaba, no la dejaba ir. Ella no descubría lo que él hacia a sus espaldas, sino que creía tanto en la palabra de ese chico, juraba amarlo por siempre.

Un día se quitó la venda de los ojos y vió la realidad. Ese hombre al cual amaba la engañaba no solo con una , sino con 2 y hasta más mujeres.

Fue tan decepcionante para ella. Su ilusión estaba vacía, su corazón destrozado , la rabia la consumía, haciéndole llorar sin parar.

Era tan ingenua, nunca pensó que algo así podría llegar a pasarle. Decidió dejarlo y seguir con su vida. Le dolía, sabía que lo quería, aunque estaba segura que ya todo había terminado.

Transcurrió el tiempo y Alex ya tenía novia, él, la reemplazo al segundo de haber puesto punto final a la relación. Ella aún lo quería, su amor por él era más fuerte, la ilusión de volver a su lado estaba intacta.

Un día , decidió perdonarle. Le volvió a permitir tenerle a su lado. Aún sabiendo que estaba emparejado. Él insistía en repetirle que su amor solo pertenecía a ella, y si tenía novia eran simples rumores. Las personas eran mal intencionadas y no le querían ver feliz.

La ingenua chica seguía cayendo en sus mentiras una tras una. Era ciega de ver la realidad , tan tonta al no soltar a ese patán.

Lucrecia Santiago, era una amiga de infancia de Carla. Tenían muchas cosas en común: estudiaron juntas la primaria, compartian la misma edad, y lo más curioso; Alex era su primo.

A pesar de ser parientes, Lucrecia no aceptaba tan absurda relación. Ella sabía la conducta de su primo. Su estatus , su forma de actuar y hasta el listado de mujeres que habían pasado por él. Carla ignoraba los comentarios de su amiga, seguía firme a la idea de ser de Alex hasta el final de sus días.

Los días de felicidad eran contados. Después de ser feliz unas cuantas horas a su lado. El debía volver al lado de su mujer. Aunque carla era ciega en ese punto. Lucrecia simpre le advertía sobre su primo, le hacia saber que estaba viviendo junto a Marcela; una compañera de trabajo de su tío, el papá de Alex. Marcela era mayor que él. Tenía unos 33 años, 10 años de diferencia ante Alex, que solo tenía 23.

Carla no hacia caso a los consejos de su amiga , seguía aferrada al amor mezquino de su enamorado. Era una lucha diaria entre comentarios, críticas y absurdas ideas. Para ella no había otro hombre al que pudiera amar. Era perfecto a sus ojos.

Al transcurrir el tiempo… Un día cualquiera, lucrecia decide advertirle de nuevo sobre su primo. Recalcándole así, una noticia que cambiaría el rumbo esa historia. Alex, iba a ser papá junto a marcela.

Carla al escuchar la noticia, se derrumbó de nuevo. Cómo era posible qué el hombre al que le había confiado todo, le hiciera tal traición. La chica era boba, debió dejarlo desde un principio, cuando escuchaba los comentarios de su comportamiento. Ella siempre ignoró toda clase de comentarios, era fiel a la idea de confiar plenamente en él.

Ese día sus expectativas se acabaron, sabía que ese amor ya no tenía sentido. Jamás lo había tenido. Solo que ella no lo sabía. Jamas iba a estar en medio de una relación donde había un hijo de por medio.

Lloró mucho, le dolía, sufría. Alex, nunca dio la cara. Nunca le confirmo con su propia voz tal noticia. La pobre chica lo leyó con sus propios ojos en redes. Donde el hombre publicaba alegremente que sería papá con su gran amor, Marcela.

Carla lo aceptó, decidió no buscarlo. No había nada que aclarar. Nada que arreglar. Ya todo estaba destinado. Lo mejor era la resignación.

Los meses transcurrieron… Y un día mientras carla caminaba por las calles de la ciudad, los ve. Alex y marcela iban pasando a su lado. Él decide detenerse y saludarla. Presentándo así a ambas mujeres.

Ante tal situación , Carla le devuelve el saludo, le sonríe amablemente , los felicita por el embarazo y continúa su camino escuchando las cornetas de los autos hacer zumbidos en sus oídos.

El tiempo transcurría, Carla empezaba a valorarse, a quererse. Dicen que el amor propio es el más importante. Respetarse, aceptar el valor que merecemos.

Pasados 2 años, la joven ya de 22 años había olvidado por completo a ese amor tóxico que la hizo sufrir tanto. Estaba segura sobre su pasado. Segura del aprendizaje que este había causado en ella.

Su corazón había sanado por completo. Todo ese tiempo lo dedico a ella; trabajó en su autoestima, en sus pasiones, se tituló profesionalmente. Aprendió a disfrutar la vida sin estar vinculada sentimentalmente con alguien.

Ese mismo año , empezó una nueva etapa en su vida. Una empresa le brindó la oportunidad de comenzar a trabajar en el área que se especializaba. Estaba emocionada, sabía lo que quería. Trabajar allí , era de esas oportunidades que no se pueden dejar pasar en la vida.

Sus días se basaban en arduas horas de análisis, cálculos en la oficina. Atada en lo que tanto le gustaba hacer.

Cuando se trataba de diversión, se reunía con algunos de sus amigos. Compartían unas copas y uno que otro baile. Otro de sus entretenimientos : las redes sociales. Todos estamos expuestos a ellas. Descubrir ese mundo tras una pantalla.

Un día revisando sus redes, el perfil de un chico llamó su atención. Decidió enviarle una solicitud de amistad, la cual fue aceptada al instante. Donde surgió una linda amistad.

Presenciarlos era ver un atardecer en la playa, una brisa suave en las mañanas de verano, un calorcito en las noches de invierno.

Carla se negaba a permitirle algo más que una amistad. Su pasado a pesar de estar sanado. Le recordaba todo lo que había sufrido, no quería volver a pasar por algo similar.

Sin embargo, Simón, estaba dispuesto a ayudarla a salir de ese laberinto sin salida. Dispuesto a cambiar su parecer, instruir en ella nuevas ideas, ayudarla a salir de la zona de confort. Experimentar nuevas cosas.

La voz del chico era tan dulce, le gustaba componer. Era músico. Sus melodías eran suaves, llenas de dulzura y pasión. A los oídos de Carla eran un huracán de sentimientos, ecos de estrofas , sueños que la abrigaban cuando se sentía sola o triste.

La chica cuya inocencia aún vivía en ella, estaba empezando a sentir algo más que atracción hacia Simón; sentimiento que no expresaría. Sabía lo que causaría Involucrarse sentimentalmente. El miedo a perderlo. Miedo a que no llegase a funcionar algo entre ellos.

Los días pasaban y el interés por Simón aumentaba. Carla sabía que el dulce chico la había cautivado.

Una tarde, ya a puestas del sol, Carla estaba reunida con algunos de sus compañeros de trabajo en una heladería. Hablando de anécdotas , chistes, cosas por hacer; cuando se atrevió a escribirle un mensaje a Simón que decía: Hola Simón, estoy cerca de tu casa. Precisamente en la heladería que está a dos cuadras de ella, si gustas podríamos vernos.

El mensaje fue respondido al instante: vale, nos vemos en un rato.

El chico al cual le había enviado el mensaje, no tardo en llegar. La saludó, le dijo que estaba linda y caminaron un largo rato en las calles de la ciudad; él chico llevaba un suéter gris, pantalón azul, y una gorra desgastada; su favorita en esos días. La chica, vestía sencilla: jeans básico, camisa blanca y sandalias negras; su larga cabellera hacia juego con su ropa y labios rojos.

Ella, sonrojada ante cualquier comentario del chico, no podía evitar mirarlo a los ojos y descubrir que en ellos, se escondían los más bellos poemas, las mas sutiles canciones y la dulzura mas pura. Ante aquella admiración, su mente daba vueltas. Imaginando sus labios rozando los suyos. Deseando acariciar su cabello. Inhalando su aroma.

A las 7 de la noche decidieron reposar en unas mesas ubicadas en un centro comercial. El cual estaba situado a unas cuadras de donde hacían su recorrido. Desde ahí, podían observar a las personas que llegaban a realizar sus compras habituales, respirando aromas del pan recién salido del horno, de la panadería que estaba a unos cuantos metros de donde se encontraban. Era una día tranquilo, con mucha calma. No había mucho movimiento , lo cual era perfecto para ese par de jóvenes, que empezaban a descubrir sensaciones uno a uno.

Simón, ubicado frente a Carla, no dejaba de hacer picardías con sus ojos. De contar chistes y hacerla reír sin parar. Ella, al contrario se sentía muy cerrada de contar algún chiste o alguna anécdota. Sin embargo, se esmeraba en escucharlo y prestarle la mayor atención posible.

Carla trataba de ocultar el brillo de sus ojos, el rubor de sus mejillas y esa mirada inquieta de querer abrazarlo y susurrarle lo bien que la estaba pasando a su lado. El pícaro joven, tomo un impulso y decidió robarle un beso. Ella indignada se alejó, le reclamó aquel acto, por que lo había hecho? No era de buen parecer. No estaba bien. Pero en su mente lo agradecía, hacia años que no sentia la sensación de unos labios contra los suyos. el chico se inclino de nuevo diciendo: acaso estuvo mal? No te gusto que lo hiciera? No te pareció emocionante? La chica se ruborizó aún más. Pidiéndole con su mirada que lo hiciera de nuevo. Simón debió haber entendido aquella suplica porque la volvió a besar , esta vez con más pasión. Con más ganas. Carla le correspondió el beso. Dejándose llevar por el momento. Sintiendo el fuego propagarse por su piel. Una corriente de emociones le hicieron querer seguir besándolo sin parar. Se olvido del mundo a su alrededor. Ignoró las llamadas perdidas en el celular. Y continuo con aquél beso que le hacia tan bien. Necesitaba de esos labios, necesitaba de esos besos y lo necesitaba a él.

Concluido el beso, se levantaron decididos volver cada uno a su casa. La conversación continuó camino a la salida, las coqueterías no paraban, las emociones eran cada vez mas fuertes y como cosas del destino, los planes cambiarían. Él le propuso no irse tan pronto. Le propuso dejarse querer, experimentar algo nuevo. Salir de ese laberinto el cuál había estado atrapada por tantos años.

-Déjate querer , vive el momento. No sabemos lo qué pasará mañana. Por tal sentido vivamos el hoy, arriésgate, suelta el miedo y atrévete a vivir una aventura. por primera vez en tu vida olvídate de las reglas. De los protocolos y permite a tu cuerpo sentir. A tu corazón volver a latir- le dijo.

Carla, aceptó. Decidió arriesgarse, tomó su mano y le dijo: llévame a volar.

Lo que sucedió esa noche fue magia. La habitación oscura, las sabanas blancas. Los nervios a flor de piel. Carla sabía lo que pasaría y estaba dispuesta a dejarse llevar.

En la habitación, Simón la mira con deseo. Ella le devuelve la mirada con nervios. El chico se acercó a ella , la tomo de las manos y dijo: -todo estará bien-. Y al instante empezó a cantar una de sus melodías dulces y hermosas para relajarla. La canción transcurría y los nervios de la chica no se iban. Era inevitable no estar nerviosa. 2 años alejada de todo acto sexual, 2 años sin sentir la sensación del deseo. 2 años que había evitado todo contacto que involucrase sentimientos. Estar con Simón era volver a iniciar una historia. Volver a sentir, retomar una experiencia. Era volver a confiarle su cuerpo y su alma a alguien. Sabía que a su manera de pensar, lo que hacia no estaba bien. Ella y Simón no eran más que dos jóvenes , donde su único vinculo era una amistad que empezaba a formarse.

-¡Que bella eres! -exclamó Simón, al ver la inocencia que aún habitaba en la chica.

Carla se sentía apenada. Solo podía pensar en una cosa: el miedo de entregarse. Pero ya estaba decidido. Quería hacerlo con Simón. El le había hecho sentir lo que más nadie había podido. Ni siquiera Alex, con quien ella había perdido su virginidad años atrás.

Simón empezó a desvestirse, liberando así prenda tras prenda. Hasta quedar solamente en ropa interior. Carla lo veía y notaba la seguridad de ese chico. el deseo la consumía. El fue acercándose poco a poco a ella, besándole los labios, las mejillas y el cuello. Haciendo erizar la piel de la chica, que se sentía en el paraíso. Fue despojando el jeans de la joven , la blusa. Admirando un conjunto de encaje negro. para sus ojos ver ese conjunto fue un combustible de deseo. La beso de la frente a los pies con dulzura. Admirando cada centímetro de piel. la besaba sin parar y ella le hablaba dulcemente:

-trátame bonito, no vayas a ser rudo ni brusco-. Él hacia caso a cada sugerencia. Con delicadeza deslizo su ropa interior al piso y se apoderó de su cuerpo, la hizo suya sin parar. Se escuchaban gemidos, y suspiros. El sudor recorría ambos cuerpos, llegando así a las sábanas blancas que los acompañaban esa noche de pasión. Noche donde se olvidaron de sus penas, se hicieron suyos uno a uno. Hasta lograr llegar al paraíso del placer. Donde carla descubrió que no estaba muerta. Que esos dos años había válido la pena esperar. Volvió a sentir placer, volvió a vivir un acto lleno de pasión y lujuria. Vivió dos horas de renacer. Esa noche le permitió a su cuerpo volver a sentir y experimentar. Esa noche descubrió que la vida te presenta ángeles de ojos color miel.

Que el destino lo decidimos nosotros mismos.

Después de finalizar el acto. Volvió a agarrar la llave de su cuerpo y la guardó. Sabía qué lo que paso no era motivo de hacerlo con cualquiera. Estaba segura lo que quería. Sabía que entregarse esa noche había sido la mejor de sus aventuras, la más atrevida locura.

Pasados los días, Carla recordaba a cada instante esa noche de locura que había vivido junto a Simón, y era preciso recordarlo, era un acto que hace tanto tiempo no experimentaba. Por otra parte, tenía la certeza que esa noche fue simplemente un éxtasis de momento. Sabía que Simón era su amigo y de ahí no pasaría nada más.

Ellos seguían sus conversaciones a diario tranquilamente, mencionaban de vez en cuando aquella noche de placer y no podían evitar reírse y agradecer lo que había sucedido.

Cada uno siguió con su vida, en sus rutinas diarias. Carla, asistía diariamente a su trabajo habitual, pasaba horas en la oficina. Revisando papeles, sacando cuentas y deseando recibir algún mensaje de Simón; acto que la volvía completamente feliz.

Simón trabajaba arduamente cada día, se esforzaba en su música. Compartía sus melodías al público al que se presentaba, asistía a eventos con sus amigos. Y de vez en cuando le escribía uno que otro mensaje a Carla para saber como se encontraba o que estaba haciendo en el momento. Ninguno expresaba interés amoroso hacia el otro. Ninguno daba un paso hacia adelante para ver si de todo eso surgía algún romance.

Por su parte, ambos hacían vista ciega a sus sentimientos. Tenían otros enfoques. Otros planes.

Carla, no quería repetir historia, no quería algo tan formal. Todo el tiempo que dedicó a ella la había hecho entender que era fuerte y capaz de vivir sin estar ligada sentimentalmente con un hombre a su lado. Y Simón a raíz de todo , era un hombre que, quizás también le huía al romance. Así como Carla, su pasado también lo había dejado marcado.

En su vida había tenido una sola novia. Su primer amor. Ese amor que llegó en su adolescencia. Ese amor al que dedicó parte de su tiempo. con quien compartió momentos de dulzuras, de locura… Un amor que le enseñó la palabra amor. Con quien desató sus pasiones y donde se abrigó en sus años juveniles.

El primer amor no siempre permanecerá a tu lado. Por tal sentido, para él, ese amor lo vió partir con unas maletas un día cualquiera. La chica se despidió de él con lágrimas en los ojos. Puesta en marcha a otra ciudad, donde continuaría sus estudios y se formaría profesionalmente. Él dio su apoyo. Y pensó que estando lejos de igual forma la relación seguiría intacta. Al principio funcionó, se escribían y llamaban diariamente. A veces, él decidía viajar unas cuantas horas para llegar de sorpresa, vivir unas horas de placer y sentimientos a su lado. Intentaron muchas formas para que ese amor no decayera. Sin embargo, la comunicación ya no era la misma. Las peleas empezaban a dar oscuridad en su relación. Por tal sentido, decidieron dejarlo todo, seguir sus caminos separados. Se soltaron de la mano y el corazón. Y avanzaron sin tenerse uno a otro. Y ese era el pasado que Simón guardaba en lo más profundo de su ser.

¿ Acaso el amor había secado por dentro a esos jóvenes?

Se podía ver que Carla y Simón en su pasado tuvieron un amor que, fue el despertar de las experiencias, un amor que les enseñó a no repetir historias, un amor que dejó cicatrices , un amor que a pesar de estar sanado les impedía volver a entrar en una relación duradera y bonita.

Carla nunca se atrevió a preguntar a Simón si aún quería a su ex novia. O lo que pasaría entre ella y él. ¿Qué pasaría con ellos?, ¿qué pasaría más adelante? Al fin Y al cabo Carla y Simón mantuvieron relaciones sexuales, y en el fondo Carla pensaba que un día tomarían la iniciativa de iniciar un romance. Ella prefería esperar. Esperar el tiempo necesario, a veces apresurar las cosas no lleva a nada bueno. Sencillamente es mejor esperar. Todo llega, todo avanza a su tiempo y ese era su lema.

Cuando el tiempo transcurría, el destino trabajaba y hacia de las suyas. Un día, carla recibe un mensaje de Simón que decía: Sabes una cosa, me voy. Ya mis planes de estar acá no me convienen. Siento que mis oportunidades están al otro lado. Quiero experimentar otro país. Carla lo había presentido hace ya tiempo atrás. Debido que, Simón le había comentado que sus sueños estaban en Europa, no había que ser adivina para ella saber, que ese era el destino al que le diría que se marcharía. Carla respondió el mensaje: Para donde te vas?

-Para Europa – respondió Simón.

-Me alegra por ti Simón,de verdad espero que cumplas cada meta, cada sueño. Estoy segura que lograrás todo lo que te propongas y estaré muy orgullosa de ti. De verte triunfar- le dijo Carla.

-Gracias Carla, de verdad aprecio tu mensaje. Gracias muchas gracias-respondió Simón.

Al instante de finalizar la conversación, de apagar el celular y derrumbarse en su cama. Carla sabía que ya el tiempo había realizado su trabajo. Sabía que Simón se iría muy lejos de ella, muy lejos de su tierra. Se sentía feliz y triste a la vez. Muy feliz por Simón, le alegraba muchísimo verlo cumplir sus metas, pero estaba triste porque sabía que todo cambiaría, sabía que ya no lo vería. Que sus conversaciones cambiarían. Ahora más que nunca sabía que ella a pesar de no querer involucrarse sentimentalmente con él. Lo había hecho. Porque sentía como su corazón empezaba lentamente a apagarse. Simón, su dulce Simón en unos días iba a estar a cientos de kilómetros de ella.

Esa noche lloró, lloró muchísimo. Estaba segura que lo quería, lo quería muchísimo. Pero sería incapaz de expresarle ese sentimiento. De su boca jamás saldría esa confesión.

Por su parte, Simón, le escribía a diario para saber como se encontraba y le decía que antes de irse tenían que reunirse para despedirse. Carla le respondia que por supuesto, se tenían que ver por última vez. Pero en el fondo sabía que no lo haría. Estaba dispuesta a evadirlo. Estaba dispuesta a dejarlo partir sin ver esos ojos que la cautivaban, sin ver esa nariz puntiaguda que le parecía lo más pintoresca, esas cejas negras y gruesas que reflejaban un chueco a la mitad de una de ellas. Al parecer se había caído de niño y la caída causó en la ceja una cicatriz que al sanarse originó un chueco en la ceja izquierda. No quería tenerle cerca de nuevo. Simón era causante de muchos deseos para ella y el hecho de reencontrarse para despedirse sabía que la dejaría muy destrozada. Si se veían iban a desatar una tormenta de emociones, una lluvia de sentimientos y el deseo de no querer dejarlo ir. Por tal sentido evadió esa invitación y lo vio partir a través de la pantalla del celular. Donde le escribió un emotivo mensaje deseándole lo mejor posible , dándole su bendición. En su mente deseaba haberle confesado su amor. Sí, su amor. Ahora estaba mas segura de una cosa. Lo amaba. Lo supo desde el momento que le permitió tocar su piel, desde el día que sus labios rozaron los suyos. Pero ya era demasiado tarde. Muy tarde para expresar ese sentimiento. Ahora en ella viviría la duda; ¿qué habría pasado si desde un principio ella hubiese aceptado y confesado sus sentimientos hacia él? ¿Acaso el le habría correspondido? No lo sabemos. Pero queda ese misterio allí, un misterio que no será descifrado. Un misterio que quedará atrapado en la memoria de Carla. Y a veces la atormentará, otras veces la ayudará a seguir adelante y otras la derrumbará, recalcándole que Simón fue de esos amores que viven en el alma, pero no pueden permanecer en nuestras vidas.

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