Su espalda descubierta, desnuda frente a mí. Su cabello rozando la sábana empapada de amor. Esa sonrisa de media luna que soy capaz de recordar, aun me quita el aliento (aun me vuelve loco)
– ¿Y vos que?…
Trato de devolverle la sonrisa, de no estallar en llanto. Y me pesa en el pecho el sudor y el humo dentro mío
– Pásame un cigarro, nene
– Claro, mi amor
El movimiento rápido de mi mano que desde su mano corrió al pantalón, del pantalón a la cajetilla, de la cajetilla a nuestro tubito de veneno preferido, de nuestro tubito a sus labios, de sus labios a mi fuego (el fuego de la palma con la que suelo escribir, y a veces dibujar nubecillas en sus pechos). Ese breve movimiento se me hizo eterno, y al terminar, al exhalar el humo y acostarla de nuevo sobre mi vientre, sentí que salió el sol.
– No te me vallas, Cristina – Cristina, hermosa figurilla de la casa de al lado del Emi
– No me voy flaco, tranquilo
Y ahí quedamos un rato tendidos, después del amor, después del sol y el sudor de las sábanas, y las nubecillas sobre nuestros mundos de terciopelo, no, no terciopelo, se sentía algo más como algodón, o algo en el aire que no se que se aliviana cuanto más calor recibía
– Cántame algo, nene
– ¿Qué quieres, preciosa? ¿Algo de los Beatles? – la siento respirar, más bien la “huelo respirar” como se respira una orquídea o un girasol – ¿o más bien un tanguito?
– No, no nene, algo tuyo. Escríbeme algo
Es absurdo cómo funciona la pereza, el anhelo irrazonable de alargar la nada, pero ahora, yo quería era alargar el amor. Y con él, nuestros cuerpos, nuestro mundo macroscópico donde solo existíamos ella y yo
– No tengo papel – la siento pensar a sus adentros, más bien, la escucho pensar en alguna tardecita suave donde nos volvamos a encontrar. Como soñando lentamente para mí y para ella.
– Mirame a los ojos
Y ahí vi, ese universo pequeñito y delicado de canciones, de sonidos. Tan lleno de ella (de vos) y de mí, ¿de algodón?, de ¿terciopelo? No, era como papel donde dibujar su media-luna-sonrisa, su espalda desnuda y sus nubecillas.
“Muchacha ojos de papel, ¿adonde vas?, quédate hasta el alba”
Entonces el sol salió de verdad, y todo se nos hizo papel. Todo se nos hizo historia.
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