Miraba la luna, contemplaba las estrellas, el mar se veía hermoso decidí acostarme en la arena, entre los brillos nocturnos una marea suave me revolcó y me devolvió a tu orilla.
Esquive otra oleada al levantarme, me diste una manta, pensé nuestra suerte siempre está en el mar. Me sostuviste y con tu mano me marcaste que ese rincón estaba oscuro. -Espero que sonrías, porque te queda bonito. A lo que conteste aveces me aburro mucho pero el verdadero culpable eres tú.Debe haber algo que pueda cambiar, desearía no ser curioso — Me interrumpió— Luego me dio un par de abrazos para decidir alejarse, en ese momento de soledad empezó a llover, resolví mientras mirar al mar, el movimiento de las olas transformo mi pensamiento en un campo y plantas, luego pensé: Todo esto me da una ligera esperanza de lo que alberga el universo.
Tenia que volver al departamento, la lluvia amenazaba con quedarse toda la noche, juntaba mis cosas mientras tanto pensaba en nuestras sonrisas, justo en ese momento que abro los ojos inesperadamente volvió acercarse diciéndome:
-Acá no hay perros que ladren ¡Qué peculiaridad!. Acá solo hay silencio en el aire, le conteste. Él resolvió proponer: -Solo hay que esconderse. Con una actitud seria me acerque un poco más a él para certificarle que tampoco hay vecinos que griten. Entre pensamientos y reflexiones que nos decíamos queríamos razonarlo todo.
-Siempre que te veo siento el mismo estimulo, la valentía escasea bastante. Le conté.
Entonces el me señalo: – Siempre lo supiste, veo que hay cosas que no cambian, sos muy astuta, no me mires tan fría, el destino nos vuelve a juntar, ahora me dejas entre suspiros, esta noche tendré insomnio, la mente me juega bromas. ¡Somos dos dementes!, no quiero que me entiendas, a mi vida le doy riendas.
Y yo bueno lo reconozco sí, soy astuta pero esta vez se me ocurrió una gran estupidez, me arrebatas tarde, muy tarde, para volver a empezar, y en las películas a todo esto te lo pintan tan fácil. Quien quiera saber sobre mi mejor que se dedique a otra cosa.
Ahí el levanto la cara con la mirada clara preguntando: ¿Después de esto que es lo que sigue?.
Las mantas no son para llorar, el aire se mueve y hay ganas de bailar.
Entramos en suspenso, horas más tarde esto seguirá igual podríamos perdernos en el abismo del océano hasta el amanecer. Nuestra razón esta casi en ruinas, esperemos que no parezca un plumazo, soy una mujer empática y caritativa mejor me apiado. Luego de un rato aun con la respiración agitada y una mano temblorosa en mi pecho el expreso: -Se notaba en tu cara que ya habías analizado esto y largo un suspiro. Mientras tanto mi mirada cambiaba levemente, el me buscaba con la suya, sus piernas le empezaron a temblar, decidió sentarse en la arena dándome un último vistazo, renegando consulto ¿Nos vamos a volver a ver? o vas a seguir ignorándome. ¡Estamos chiflados!, luego guarde silencio, no sabía que más decir, y en algún momento de la madrugada con mucha prisa me marche como casi lo hace el mar, sin más que con una sonrisa satisfecha en el rostro.
Siempre lo sabia y me encantaba cuando a él los sentimientos y mis actitudes lo confundían. Algún día me iré a convertir en un demonio.
Que descarrilamiento, esta noche el mar se llenó de magia, son curiosas algunas cosas. Recordar esta situación en algún momento seguro pasara hacerme gracia.

Autor: Tamara Soledad Cuello. Libro: 1-Ensayo Argentino, 2- Memoria Autobiografica.

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