Desesperación se llamaba lo que sentía, Azucena, estaba en el borde de un abismo tan inmenso que si caía, tendría una muerte segura. SU VIDA se había vuelto tan monótona y la pasaba jugando yoville(juego social de facebook) incluso estaba tan delgada que se podían apreciar sus costillas.

Una de las tantas madrugadas jugando por Facebook se encontró un anuncio en la esquina inferior derecha sobre una aerolínea inmediatamente presionó y se encontró muchos paraísos, te inducía a comprar un boleto a Europa y América pero algo en ella sabía que debía ir a un lugar que no fuera tan lejos Y fue así qué decidió después de 2 semanas ir a Guatemala.

Azucena renació desde el momento que dio clip en ´´comprar boleto´´ era tanta su emoción qué no dormía planeando su viaje y empacó su ropa 3 días antes, colocándola en una maleta viajera bien doblada, un par de tenis, un par de sandalias, pantalones y camisas. Al ingresar a Guatemala no dejó de ver por las ventanas, casas de teja, hombres de baja estatura con leña en el hombro y mujeres en las puertas de las casas. Se pasó 6 horas observando hasta que llegó a la antigua Guatemala, el clima era deliciosamente frío y se veían personas de todo el mundo y sobre todo Muchas parejas abrazadas y tomadas de la mano, esa noche azucena amó ese lugar a pesar de no tener con quien compartirlo. Ella se tomó su tiempo y recorrido gran parte de la antigua esa noche y al sentir cansancio camino hacia un hotel llamado Don Pablo y descanso.

Era de mañana cuando Azucena entró a la cocina y vio aquel hombre pelo corto, rasgos indígenas y una radiante sonrisa, Hola buenos días- Buenos días mucho gusto.
Prosiguió a servirse una taza de cafe.
-tu no eres de aquí – dijo Pedro
-soy de Honduras mucho gusto, Azucena.
Conoces algún lugar aquí cerca para visitar?
_te recomendaría el cerro de la cruz pero si no tienes auto tendrás q caminar un poco
Pero yo puedo acompañarte

Azucena con gusto acepto y fue junto a pedro y estando haya vio que era la Ciudad más hermosa que había conocido, su aspecto desde las alturas era de una ciudad Colonial con viejas estructuras y tres volcanes, la vegetación tan deliciosa y un perfecto aroma a pino.
Luego fueron a una cafeteria frente al parque, se podría apreciar armonía y la voz de las mujeres indígenas vendiendo bufandas o haciendo trenzas de lana. Mientras tanto en una mesa de sillas de madera finamente diseñada debatían sobre el divorcio y la aprobación por Dios sus mirabas se cruzaban y la conversación se volvía más intensa.
-que van a tomar?
– me da un café con leche por favor -dijo el chico mientras azucena pidió un te frio.
Odiaba decir que aquel te frío era el más orrible que habia tomado pero trate de discimular diciendo que estaba llena.
Por lo contrario el era tan astuto que no aguanto la risa y dijo:
– lo se esta orrible no tienes que fingir -azucena estalló de risa – Tu ganas señor vidente -.

Pedro era como un regalo una vez al ver dentro quedabas fascinado, los días habían transcurrido y entre cafes, caminatas, juegos de pelota con los chicos de Ciudad Vieja y viajes por las distintas ciudades y pueblos de Guatemala azucena no podía evitar sonreír al verlo después de pasar una noche entera sin contemplar su rostro, ella sabía lo que sentía pero nunca se atrevería a decirlo. Azucena era la clase de chica que ama a la antigua; las cartas, cerenatas y por supuesto la confesión de amor que toda chica espera.
Era la última noche en Guatemala mientras hacían una caminata de media noche por la antigua guatemala ambos suspiraban y se podían percibir las manos temblorosas de azucena. -ahora que sigue? Porque tenemos que estar lejos? -penso.
-Azuce-pedro-…
– casate conmigo – dijo pedro inclinándose y tomando su mano – no te vallas AVENTURATE conmigo … tendremos una casa en el lago atitlan serás feliz conmigo.. solo Ayúdame con un si, un si que me hará estallar-.
Azucena soltó su mano y corrió por las calles de piedra de La Antigua Guatemala hasta perder de vista a Pedro.
Pedro muy desconcertado Grito de madrugada Muchas veces su nombre, la busco en hoteles, bares y cada rincón donde estuvieron más nunca la encontró.

Algunos vecinos de San Pablo la laguna dicen haberla visto, más nadie sabe que Azucena nunca existió.

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