-Entonces, ¿vais a divorciaros? – Oír la palabra divorcio en boca de mi hijo me provoca una sacudida.

-No… bueno no sé. Supongo que no, si puedo evitarlo. Llevamos muchos años juntos y…

-¿Le quieres?

-Sí, le quiero. Pero todo es mucho más complicado.

Le doy un beso y Javier se sube al autobús. El curso empieza mañana después de las vacaciones de Navidad, él vuelve a su residencia universitaria en la capital.

Cuando regreso a casa Rafa ha salido ya. El silencio me recuerda nuestro compromiso tácito de no molestarnos. Suena el reloj del salón, son las tres. En un rincón, veo las colecciones de insectos de Javier, el cazamariposas que su padre le regaló. El niño se ha hecho mayor, ya vuela solo. Volvemos a estar solos él y yo. También nuestro rencor.

La primera vez que vi a Rafa me dio asco cómo tocaba aquellos insectos con las uñas llenas de barro. Él me trató de explicar la diferencia entre la cochinilla y la araña roja. Yo no entendía nada pero ya desde aquel momento aprendí a callar y dejarle hacer.

Aquel primer encuentro fue en su casa familiar y la reunión estaba pensada para que él y mi hermana Carmen se conocieran. Nos obligaron a las tres a ponernos vestido, medias de nailon y tacones.

-Carmencita, espero que seas cariñosa con Rafael- le dijo mi madre a mi hermana.

-¿El rarito ese que está siempre con bichos? Pero mamá…

-Son reglas de cortesía… las normas.

A pesar del empeño de nuestras familias, a él no le interesamos lo más mínimo ni mis hermanas ni yo. En el listado de reproches, tiene razón en una cosa: su indiferencia la dejó clara desde el principio, nunca engañó.

Cuando le encontré en el limonar, me quedé en silencio mirando cómo cogía insectos y los metía en botes. Solo un rato después me habló.

-Mira…los machos tienen forma de meteorito, con la cabeza pequeña y patas muy largas y estilizadas, las hembras son más esféricas…

Creo que fue ahí cuando empecé a quererlo, sus explicaciones, ese mechón rubio que le caía sobre las gafas y su aire de despiste. Entonces pensé que podría cambiarlo y pasar el resto de la vida con él. Ahora sé que lo que yo vi fue una puerta de huida, la vía para burlar mi destino de hija segundona, la que cuidaría de mis padres. Yo, para él fui el mal menor, una solución de urgencia ante los rumores que empezaban a circular.

-No es necesario que nos queramos. Seremos un matrimonio, nada más- me dijo una tarde entre los álamos del paseo.-Solo quiero que me dejen en paz.

Que aquello no era ni siquiera un matrimonio me di cuenta al poco tiempo de la boda. Me huía. Dormimos juntos solo las primeras noches. Enseguida llegaron las excusas, los viajes, las cenas con sus compañeros de trabajo.

Entonces, para Rafa, el divorcio no era una opción. Para mí, el miedo a la soledad podía más que el dolor. Me acostumbré a vivir con una sombra. Ni un roce, apenas un cruce de palabras. Le oía entrar de madrugada y algunas veces dejaba la puerta abierta para mirarle aunque fuera solo un segundo.

-Estrella, hija, ¿es que no te quedas embarazada?- Su madre aprovechaba cualquier situación para recordarme lo que se esperaba de mí. – Ha pasado ya más de año y yo no quiero morir sin ser abuela.

Miré a su hijo y vi su cara de terror, su asco, primero hacia su madre, luego hacia mi. Esa noche fui a su cama y lo abracé.

-Quédate a mi lado. No me dejes- le supliqué.

Después de hacer el amor salió de casa y no llegó hasta la mañana siguiente. Cuando regresó olía a ginebra, a humo, a semen.

-No puedo volver a dormir contigo- me dijo -Me das náuseas. Me provocas repulsión.

Cogió sus cosas y se mudó a la planta de arriba de la casa.

Un mes después supe que estaba embarazada.

Los últimos vencejos revolotean

en torno al campanario;

los niños gritan, saltan, se pelean.

Volvemos a estar solos en esta casa Rafa y yo. En 18 años no ha disminuido nuestro resentimiento.

Ya no busco perdonarle, tampoco que él me perdone a mí por una vida que nunca quiso, que nunca quise.

El reloj marca las cinco.

Miro las maletas que aguardan hechas sobre la cama.

Cecilia Castelló. Enero 2020

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS