Sentir de un día a día

Sentir de un día a día

Andrea Bucio

29/01/2020

Despierto y me siento bien (la mayoría de los días) apenas pongo un pie fuera de la cama y la magia se acaba. Me siento enojada, cansada y todo me irrita.

Me fuerzo a comer para no sentirme mal durante el día, sin mucho ánimo paso bocado tras bocado.

Salgo hacia el trabajo como cada mañana, seis días a la semana. Al cruzar el boulevard pienso en detenerme a mitad de camino, pero se que no sería justo hacer pasar por algo así a las personas de lo vehículos y no dejar que lleguen a sus destinos. Sigo mi camino y en ocasiones tengo que escuchar a los imbéciles del lavado de autos gritarme cosas vulgares ¡lo detesto! Tomo el autobús que me deja cerca de mi trabajo, soportando miradas acosadoras lo único que quiero es hundirme en el asiento. Llego a mi lugar de trabajo y comienzo con la limpieza diaria, los autos pasan y sus conductores me observan, los transeúntes no son la excepción, la gente me enferma.

Trato de concentrarme en mis estudios, me siento presionada, pues el día del examen se acerca. Llegan a mi memoria las emociones por las que he pasado desde mi despertar; se de sobra que no es una buena forma de vivir. Trato de alejar esos pensamientos durante el resto del día, sin éxito, siento que ya no puedo más. Regreso a casa y vuelvo a sentirme enojada. En ocasiones mamá parece estar de malas y me pregunto si algo fue mal en su día, creo que se siente tan cansada como yo, de la mierda del mundo; es una mujer fuerte y no quiere que la veamos mal, por lo que trata de lidiar con ello por su cuenta.

¿No es eso lo que todos hacemos?

Quiero preguntarle, quiero que me cuente, quiero que sepa que puede hablar conmigo. No hay antecedentes de una de una buena comunicación entre ambas y en lugar de trabajar en ello deshecho la idea.

Mi hermano mayor está acostado viendo el teléfono móvil, inmerso en su mundo al que creo va para escapar de la realidad y me vuelvo a preguntar ¿no es eso lo que hacemos todos?

Veo a mi hermano menor en la misma situación y no puedo evitar sentirme triste y aun más enojada, es un niño y no debería tener una vida así.

Nuevamente me fuerzo a comer para no levantar sospechas sobre mi estado de ánimo, últimamente o lo he hecho bien.

Más tarde llaman por teléfono y es mi padre, me alegra que llame porque eso quiere decir que está presente, pero al hablar con él se que no está bien, ni su salud mental, ni emocional, ni física, ha adelgazado mucho y eso me preocupa; intento con todas mis fuerzas contener el llanto que amenaza con desbordarse.

Me dice que se siente solo y yo quiero decirle que no lo está, me dice que me quiere y yo quiero decirle que también lo quiero, las palabras nunca salen, eso me frustra.

Quisiera ser capaz de luchar por una buena relación padre – hija, me aterra la idea de algún día no tenerlo.

Quiero que las cosas mejoren, que vayan bien, se que no basta con desearlo…

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