La vida se torna extraña, hay veces que te muestra el camino con una claridad inverosímil; otras veces solo te ves atravesando un fangoso pantano lleno de obstáculos. ¿Cómo sortear algo tan voluble? ¿Cómo interpretar sus caprichosos designios? Simplemente no es posible. Estamos al son de lo inesperado; bailando un ritmo que puede cambiar en cada segundo que pasa. Somos el agua perdida que no encuentra su cauce.

Desde pequeños, nos enseñan que lo importante es resistir y sobrevivir a los cambios. Ganarle a todo lo que se nos oponga, atravesar la vida misma. Sin embargo, hay veces en que me cuestiono esa cultura ¿Realmente debemos vivir combatiendo lo que se nos cruce? ¿Cuándo alcanzaremos la paz? La obtendremos cuando lleguemos al fin de nuestro viaje. En el momento que nos detengamos porque el derrotero al cual nos enviaron llegó a su término.

Ese místico viaje que se nos presenta, está tan manoseado que es difícil reconocerlo. Está invadido por letreros y señales que inundan la visión. Se torna complejo encontrar un camino libre de interrupciones. Sin embargo, cuando ya se escoge uno de ellos, con valentía y vigor se continua sin detención. El problema radica cuando se es consciente de que el viaje que se tom es el equivocado. Volver atrás es una tarea ardua, dónde solo el más asiduo logra sobrepasarla. Es entonces, que escoges con sabiduría y entereza. Sabrás que no será un camino lleno de dicha y lujos, pero será el camino que te guste.

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