Pobre mujer. Es una lástima que haya tenido que matarla de esa manera…Quien sabe, si no me desahogara escribiendo estas historias podría terminar cometiendo algunos asesinatos…Me alegro que haya funcionada de esta forma, es mucho mas sano, y están mejor pagadas.

Mi esposa es asesora de empresas, el crimen ni se le pasa por la cabeza, por lo demás me considero bastante normal, aunque mi mujer no piensa eso…Ahora mismo estoy sospechando de mis vecinos, los que se mudaron hace poco, y si miro bien, es probable que lo pueda convertir en una nueva producción.

Mientras mi mujer duerme, yo miro por la ventana, y me doy cuenta que la luz de una habitación esta siempre encendida…Es una pareja de mediana edad, él siempre sale, ella rara vez se la ve en la calle, y nunca abre las cortinas.

Una tarde me presenté a la puerta de mis nuevos vecinos llevando una planta de regalo, por la mudanza, claro. Me recibió el hombre y me dijo que su esposa no estaba en ese momento…Raro, porque en todo el tiempo en el que estuve vigilando desde mi ventana no la había visto salir.

Le dije que tendría mucho gusto en que vinieran a tomar algo a nuestra casa, o tal vez a cenar…–Un dia de estos lo haremos–Me respondió secamente él.

Pensé muchas cosas, desde que le pegaba, hasta que no la dejaba salir, tal vez porque fuera alcoholica…Tal vez…Le había arruinado muchos de sus trabajos… puede ser…No se.

Cierto es que un día llamó a nuestra puerta, estaba sola, aceptó tomar un café, y se la veía sobria. Habló de su matrimonio y parecía todo normal, se ocupaba de la casa y de su marido. En el medio de la charla sacó un cigarrillo y tomó un antiguo encendedor de la mesita. Este hacía bastante tiempo que no funcionaba, pero como era de platino, se veía bien como adorno.

Al poco tiempo la vino a buscar su esposo, quien no quiso tomar nada, y se fueron.

Al quedarme solo advertí que el encendedor de platino ya no estaba. Todo me cerró, era cleptómana, y es por eso que la tenía encerrada.

Esa noche me la pasé mirando por la ventana, y vi al marido meter en el baúl del coche una bolsa alargada…Inmediatamente pensé que era el cadáver de su esposa. Llamé a la policía, me preguntaron si estaba seguro, a lo que no supe bien que responder…

Al otro día, por la tarde, vino mi vecina, y nos contó que su marido se había ido unos días a pescar, abrió su cartera y nos dió el encendedor de platino reparado por su esposo, que era un anticuario experto en restauraciones.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS