6:21 de la mañana. Crepúsculo sagrado, historias de amor y leyenda en ésta bella metrópoli. Es un húmedo amanecer de Noviembre, relámpagos de felicidad cruzan mi rostro mientras contemplo las manillas del reloj despertador. Extásico , espero la llegada de Shui, en pocos minutos.

Es un bello y prístino amanecer sobre la ciudad de Pyongyang. Avenidas amplias, recién estrenadas, sin tráfico, con esa plétora del rocío de la mañana goteando lentamente de los cerezos en flor. No hay vagabundos por las calles. Ausencia de leprosos capitalistas, con sus jadeos para pillar el metro, sus infartos, su tensión disparada, sus embotellamientos.

Nada de eso. Aquí las calles están limpìas. No hay ni un sólo papel, ni un chicle, ni una boñiga de perro. Aterciopelados dólmenes y rutilantes soflamas regurgitan por los altavoces, dando loas mi suprema saga familiar. Estas consignas levantan el ánimo a los trabajadores que van, diligentes, sonrientes y perfectamente rasurados al trabajo de las factorías cercanas.

Un grupo de señoras en kimono hacen calistenia, sonriéndoles.

La Felicidad se masca en el ambiente. Los policromáticos rayos del sol inciden tangencialmente sobre las broncíneas estatuas de Nuestros Excelsos Líderes. Concretamente las hazañas heroicas de mi abuelo Kim Il-sun , y mi padre. Kim Jong-il, El Presidente Eterno, mi abuelo, liberó a nuestro país en 1948. Y se hace un justo y merecido reconocimiento todos los amaneceres, atardeceres, vísperas de festivos y con los honores propios de nuestro rango.

Soy feliz, como una lombriz.En el crepúsculo de la inocencia, llegan a mi cóclea los diluvianos y silenciosos pasos de Shui, la sirvienta de turno esta quincena. Me invade toda una gama permutable de agradables sensaciones que reverberan en mi cerebro. Observo su grácil figura con diligencia casi trollopiana, mientras ella entra lentamente en mi estancia.

Realiza una reverencia, gesto habitual de respeto ante mi excelsa presencia, luego deja caer sobre mi cuerpo pétalos de rosa de Damasco y hace un signo sumisión , bien visto en nuestra hermética sociedad. Realiza suavemente las maniobras anti estrés de la mañana, deja una taza de té humeante con olor a esencias de jazmín, y se va con la frase de ordenanza » El glande del Supremo Líder, Mariscal Kim Jong-un está limpio, pido permiso para retirarme » .

Como Glorioso Líder, hoy tengo una apretada agenda. Una comitiva de coches revolotean alrededor de mi Lexus negro de seis toneladas de blindaje que me espera en la entrada de mi palacete.Tengo un tren pesado de 21 vagones, que uso para desplazarme a China. Es mi tren oficial. ( otro guiño al tren «Amerika», de Hitler).

Oficialmente seguimos en guerra con Corea del Sur. Cojo el maletín de cocodrilo, regalo del Rey Mswati III ( 14 esposas, 24 hijos, organizó un desfile de 50.000 vírgenes en Swazilandia para buscarse novia), con los códigos nucleares y me dirijo, como Ser Absoluto al que reverencian 24 millones de norcoreanos, a mi apretada agenda de hoy.

Una multitud congregada a la puerta me aclama al salir.La Doctrina Jouche en estado puro. Levanto la mano con el saludo Coreano ( copiado de Hitler, por cierto) y me introduzco al coche con gritos de » El Socialismo vencerá» .

Soy Comandante Supremo, he consolidados mi poder matando a 146 disidentes de mi círculo cercano. Entre ellos a mi hermano Kim Jong-nam, asesinado con el gas neurotóxico VX el 13 de Febrero del 2017 en el aeropuerto de Sepang en Koala Lumpur, por una sicaria Siti Asiyah, y a mi tío Jang Song Theng.

Le limpié el forro por intento de rebelión y lo anuncié en los telediarios.

Mi pose está destinada para recordar a mi abuelo. Hasta me he recortado el cabello en un corte de pelo soberbio que hace las delicias de mis seguidores.

La retórica de los días se repite y la devoción que me muestran mis súbditos es ilimitada.Soy su familia. Y ellos, toda la nación coreana, me consideran su padre putativo. Soy el entramado psíquico y emocional de mis leales seguidores. Soy la personificación de su futuro. El padre de todos. Me veneran. Todo el pueblo coreano confían en mi . Los escolares cantan mis excelsas virtudes y su futuro sera brillante. El Socialismo triunfará.

Bajo mi mandato se forma a la élite de la nación. Los hijos de las familias mas cercanas al poder son adecuadamente aleccionados.Se les formará como pianistas, bailarines, matemáticos, y les entregamos unas pequeñas estrellas rojas de premio cuando realizan diligentemente sus deberes. De esta forma moldeamos a nuestra futura élite dirigente. Son los pocos privilegiados del régimen de la saga Kim. En nuestra sociedad , los maestros son la base de nuestra lealtad. He transformado Pyongyang. Todos disfrutan de una vida feliz. Un pais civilizado y socialista, que el Pueblo disfrute bajo mi vara de mando.

Hoy inauguro un centro ecuestre. El caballo simboliza mi legado. La leyenda se remonta a los tiempos en que mi abuelo, Kim hizo una carga de caballería contra los japoneses en las orillas del rio Yalu.

Luego me desplazo a 200 km, donde inauguro un centro de esquí de nieve artificial. Así eludí el embargo de la Comunidad Artificial. 10 pistas de esquí. Empezamos la construcción del complejo en mayo de 2013 y los acabamos en Diciembre del mismo año. Es lo que tiene no tener sindicatos que den por el saco con huelgas o movidas. Pero de las diez pistas del resort, sólo una está disponible para la plebe. Sólo 5000 ciudadanos pueden usar las nuevas instalaciones.

Cada dos años se hace un festival de Cine, abierto a los extranjeros. Un supremo ejercicio goebbelsiano de propaganda. Vamos por la XIII Edición. Las películas siguen inflexiblemente el dogma de mi saga. Este festival es gratuito, obviamente, pero sólo se ve lo que me interesa. Sirve para educar, no para entretener.

Y es que, como dijo Pitágoras, » Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres».

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