Bailando con el diablo

Bailando con el diablo

Tan solo Jade

03/01/2020

Mezclaste tus besos con ron en mi boca,

me embriagaste para poder llevarte mi alma porque no me puedes sobria.

Me dijiste cuánto me amabas, en voz baja para que nadie más que yo te escuchara.

No tocaré tu alma me dijiste al principio,

se ve que te enamoraste de ella, porque aún así te la llevaste pero no la destrozaste.

¿Para qué la querías entonces?

Apuesto a mil soles que para guardarme bajo llave,

y así no enamorarme de nadie.

Para no volver a confiar ni en la palabra que ya está escrita.

Abriste mi garganta con tus inmensas manos que tanto me gustan,

me la mutilaste y te llevaste mi voz,

dijiste que sólo así no podría seducir a nadie más, no como a vos.

De mis cachetes con rubor te deshiciste,

querías acariciarlos por última vez pero no lo lograste,

por tanta ira los desmembraste.

Con lágrimas me besaste otra vez,

haciéndome caer en un acantilado lleno de filosas piedras.

Fuiste por mí, estiraste tus manos pero no quise agarrarte.

Me sujetaste de las caderas y me arrancaste la mitad de la piel.

Entre sangre y sangre, qué más pude hacer, sólo sonreír empapada de lágrimas.

Rompiste la ropa que llevaba puesta,

la arrojaste al mar y junto a él, mi cuerpo.

Mojaste mi cabeza con el agua de mis lágrimas,

me bañaste para el final.

Al sacarme me pusiste un elegante vestido rojo que me habías comprado,

para la ocasión, según vos.

Me sonreíste y me besaste,

caí sobre tus enormes brazos,

y tus lágrimas cayeron sobre mi pecho.

Al verlas arrancaste mi corazón, desprendiendolo de mi cuerpo por completo.

Por qué lo has hecho, te pregunto desde el infierno.

Por qué me has traído hasta aquí sin mi consentimiento.

Porque sabías que al meterte conmigo me llevarías directo,

y como no pudiste esperar me arrojaste rápidamente al fuego.

Donde mi piel será derretida bajo tu palabra.

Donde la sangre que derrame será envasada para crear más de mi.

Donde la promesa de haberme cuidado se irá por el lago de los muertos,

donde solías llevarme luego de cerrar los ojos.

Ahora te observo enfadada y repugnada de tu nombre,

porque tu engaño no tiene remedio,

porque no sanarás mis heridas ni con una poción que me resucite y devuelva el alma que te llevaste.

Sabes de mi enfado y me sacas a bailar,

tu sonrisa sigue intacta pues sabes que me tienes para la eternidad.

Tus demonios nos miran, ellos te envidian, pero como eres el jefe pues tú mandas, ¿no?

Pones un anillo en mi hueso, perfecto, ahora soy la mujer del diablo.

Bajo el ardiente fuego que desprende la piel que me queda de mi crudo cuerpo y el vestido desgarrado por mi marido, me quedo aquí, aún sonrojada por los halagos del diablo, bailando sin detenerme, hasta que mis pies se quemen y se vuelvan a reconstruír.



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