LA NECESIDAD DE LA HEREJÍA

LA NECESIDAD DE LA HEREJÍA

“Los que aprueban una opinión, la llaman opinión; pero los que la desaprueban la llaman herejía.

Thomas Hobbes.

Casi siempre hablamos peyorativamente de la palabra «Herejía» pero poco sabemos de su etimología, y esto como consecuencia del dogma católico que desde el siglo II en el tratado de Irineo de Lyon condenó con ella a quienes no gustaban de los nuevos evangelios. (Haereses), la principal institución católica creada para perseguir la herejía se fundó en 1231 por el papa Gregorio IX y se llamó: La santa Inquisición. Pero concretamente, lo qué significa HEREJÏA hace referencia a la opción de pertenecer o no a algo, de creer en algo diferente. (Hiaretikós, griego: Acción libre de tomar algo)

Desde la antigüedad hasta nuestros días, para ser hereje hay que conocer de qué se pretende separarse, haber traspasado el umbral, haber dado el paso para la desvinculación pero permanecer cercano a lo que se desea dejar atrás. No le sirve a la herejía que el hereje se largue a lóbregos cuarteles de invierno, que desee abandonar cualquier contacto. Eso no es herejía, es apostasía.

El hereje es valiente, es un referente positivo para unos, para otros no tanto. No vale para él o ella nadar a favor de la corriente, no quiere estar inmerso en la masa, rehúsa las vinculaciones con los rebaños, con las mayorías. Su deseo está en aportar a que los demás puedan darse cuenta de que lo ideal y lo aceptado puede no ser ni tan ideal y puede ser revaluado.

Cada cuestionamiento al «orden de las cosas» es una llamado a la herejía; la búsqueda de nuevas verdades, con su sino de temporalidad, es un llamado a la herejía; cada avance científico y social es la reafirmación de la herejía. Sin herejes como Vespucci la corte española no hubiera pisado suelo americano, sin herejes como: Galileo, Newton y Keppler, entre muchos otros, no se sabría lo que se sabe sobre el universo, la gravitación universal y las órbitas de los planetas. Sin herejes como John Stuart Mills, quien abandona el liberalismo para proponer un sistema económico que después de muchas adaptaciones llamarían: socialismo, no se hubiera podido avanzar en la campo de lo social, igual Fourier y su propuesta cooperativista, Marx y su salto de lo utópico a lo científico. Ejemplos de herejes hay a montones en la historia del hombre.

Pero ¿cómo se hace un hereje? la primera característica de los herejes es la duda, no conciben los herejes totalidades y inmutabilidades, para ellos, dar por sentado algo es abandonar la posibilidad de cuestionarlo; la aceptación mecánica de cualquier postulado es la renuncia a hacerlo diferente y quizá hasta hacerlo mejor. Eso no tiene cabida en la mente del hereje.

La segunda característica de los herejes es su lucha contra la mediocridad. Piensan que cada vez que nos enfrentamos a la idea de que lo creado, creado está, nos atamos a la mediocridad y permitimos que se muera en nosotros el ánimo de dar vida, la creación es una forma de subvertir lo establecido. El ejercicio creativo es una herejía.

La tercera característica de los herejes es que conciben la vida como una herejía, nada permanece con características inalterables, todo para ellos es susceptible a cambios, no sólo en su rol económico o académico se ven como herejes, de igual manera, su forma de actuar, su forma de amar, su estilo, es una herejía.

La cuarta característica, los herejes saben que van a enfrentar la actitud de los demás y las consecuencias que trae ser hereje, no les importa. Son avanzados para su época, son los facilitadores de los cambios, saben que pueden ser víctimas de desprecios y juicios.

La quinta característica es la principal en el manual de la herejía, el hereje es un soñador, su capacidad para pensar en lo diferente, en lo poco común, en el cambio, es admirada y temida. Puede, y seguramente lo hará, despertar seguidores y detractores.

Hay que incentivar la herejía, hay que darle la oportunidad de cambiar el mundo a los herejes, hay que convertirse en hereje con la intención de tocar lo que somos y lo que hacemos a diario y transformarlo en una oportunidad de mejora. Nuestro trabajo, nuestra familia, nuestras relaciones afectivas, nuestra sociedad, nuestro entorno ambiental están esperando a los herejes que vendrán con cosas nuevas para alimentar la esperanza.

Igualmente, si el hereje desea abandonar el camino de la herejía puede hacerlo. Con su mutismo, con su indiferencia, con su deseo de hacerse sombra entre las masas puede irse diluyendo. Ya no está la Inquisición buscándole para quemarle, apenas un puñado sabrá que ya no es hereje y de ese puñado no saldrá ningún juicio. Se hablará de él o de ella como una gran persona que supo «encaminarse» y así pasará el resto de la vida.

Apagándose como una ascua soplada por el viento, ardiendo sin dar llama.

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