Los trabajos en grupo estan sobrevalorados

Los trabajos en grupo estan sobrevalorados

Nain

27/11/2019

Si hay algo que hace mi vida de estudiante un poco más miserable son los trabajos ¨de 2 a 6 integrantes¨. Uno piensa que después del colegio se libra de esa tortuosa herramienta pseudo – democrática que, se supone, se utiliza para hacer más llevadera la socialización, pero que es solo una herramienta comodin de cualquier enseñanza y no hay muchas cosas buenas destacables en ella. Es más, si hacemos una reflexión podemos decir que la mayoría de grupos clase terminan en muerte por estas caprichosas ganas de hacer interactuar a personas que solo quieren aprender. Me cuesta entender los caprichos infundados y la incompetencia para encontrar recursos buenos y lograr algo mejor. Pero entiendo el miedo, de pensar que podemos echar a perder vidas, o generar traumas solo por intentar cambiar las cosas.

Creo firmemente en que los trabajos en grupo fueron creados por aquellos maestros señaladores de lo anormal, con falta de curiosidad e iniciativa, aquellos que ven a todo lo que esta fuera del estándar de lo común como algo malo. Con la simple finalidad de que los estudiantes que les resultaban idiotas puedan sentirse partes de algo útil y puedan pasar el año colgándose de los logros de los que si se podían adaptar a los requisitos educativos, para no tener que lidiar con ellos nuevamente. Esta tradición de contemplar aptitudes en el que solo sabe adaptarse y considerar en menor medida al que no, fue pasando de generación en generación y es muy fácil de ver como aquellos que no lograban acatar aquello impuesto, eran clasificados, estudiados, medicados y excluidos del sistema. Bueno, siguen siendo.

En base a eso es comprensible por qué siempre en un grupo hay roles. Y son roles que van más allá de la personalidad de cada quien, ya que, me niego a considerar inútil o a subestimar a alguien que llegó por diferentes caminos al mismo punto que yo y que en general goza de capacidades similares. Por lo que entiendo que estos roles son más dados por la idea que se tiene en común de un grupo y por cómo nos forman con respecto a ellos. Todos queremos ser el que no hace nada y aprueba igual y es por eso que siempre pasa que dejamos todo para el último momento que es cuando el más responsable empieza a movilizar al resto y al no recibir respuesta se carga el trabajo solo. Y como vivimos en una sociedad que juzga al egoísmo, por más sano que este sea, termina cediendo la responsabilidad de este a los parásitos ventajeros que lo rodean.

Entonces yo digo. ¿Cómo pretendemos que luego nuestros estudiantes sientan una sana valoración por ellos mismos? Cuando en nuestras acciones lo único que ejemplificamos es que no importa si el sufrimiento de caminar en el desierto deshidratado lo padeció uno, todos merecen la misma cantidad de agua, por más que el resto lo haya pasado en auto con aire acondicionado. Es un fuerte mensaje, y queramos verlo o no, se da mucho en las aulas. Y el lema de la enseñanza entonces terminaría siendo ¨el 10 justifica la esclavización apática hacia un compañero¨.

Y esta injusticia que se ignora completamente, además, genera roces y conflictos que se enmarcan en el ámbito de una competencia para nada sana que termina por expandirse del ambiente educativo llegando a modificar el comportamiento, y por sobretodo la psiquis del estudiante, convirtiendo, entonces, sus pensamientos de compañerismo en unos de comparación constante, reproche y frustración. Que condiciona más tarde su percepción de el mismo al ser juzgado haciendo valer su trabajo o a sentirse sobrepasado por no saber manejar la situación.

Ese estudiante que se hace cargo de los que le correspondía a todo el resto luego no es contenido debidamente por los mismos, por lo que no supera esa etapa y decae en dejar de delegar por falta de confianza en los demás, sobrecargarse de trabajo y en caso contrario, vivir una vida de constante asesoramiento al resto. De mas esta decir, que en un ámbito de estas cualidades el aprendizaje ocupa un papel, rozando lo terciario. Porque en un ambiente de competencia, subestimación y desconfianza, el conocimiento es solo la herramienta de estrategia que se va a emplear para atacar al otro. Y aunque uno pensaría que es una situación que se va aprendiendo a manejar con el transcurso de los años, es bastante sorprendente como se puede refutar esa teoría en la primera exposición en grupo, a niveles universitarios, incluso en el ámbito laboral.

Sin embargo, hay airosos defensores de esta modalidad de trabajo. Es posible diferenciar quienes son ya que suelen usar frases como ¨si lo hacemos entre todos, lo hacemos más rápido¨, son grandes oyentes de bandas musicales y posiblemente consumidores de pornografia orgiástica.

Rescatan del trabajo en grupo la forma en que este nos prepara en tolerancia y dialogo ya que se basa en la interacción de ideas diferentes, personalidades y formas. También hacen hincapié en su efecto facilitador, ya que son grandes citadores de ¨dos cabezas piensan mejor que una¨ refrán bastante errado y como ejemplo tenemos a nada más y nada menos que los villanos de mi pobre angelito. Sí, se puede decir que se puede abarcar más, porque, aunque dos cabezas no piensen mejor que una, por lo menos piensan en cosas diferentes que se pueden complementar. También si hablamos de convivencia, es cierto que al practicarse se va empleando nuevas habilidades sociales que nos pueden servir y que son necesarias para existir en armonía.

Pero una cosa muy curiosa que le pasa mucho a esta gente que tiene como filosofía la colaboración es que no la entiende. Para ellos un trabajo en grupo es cuando todos hacen todo, en la misma medida, siempre. Es por eso que veo desperdiciada su potencialidad. Me pasó, a todos, en muchas materias a nivel escolar y superior, que en un trabajo grupal siempre uno no puede, se le complica hacer, juntarse, preguntar, estar, lo que sea, y el resto en vez de contener ahí lo único que hacía es juzgar y enojarse por eso.

Entonces yo pregunto: ¿no tiene la función de bancar al otro el trabajo grupal? Sino, se haría individual y de igual forma el que no puede hacer saldría perjudicado. Evidentemente, no se trata siempre de bancar al mismo, pero si entender que la mesa tiene cuatro patas y que hoy si falta una hay otras tres, y si mañana falta la otra hay tres también.

Particularmente me gustaría que a la hora de incitar a la socialización se busque más opciones que solo el trabajo grupal, que no tiene aspectos tan destacables a considerar y que su contracara es bastante peor de lo que aparenta. Sobre todo, porque hay puntos que necesitan ser puestos en práctica a un nivel colectivo y educacional, si se quiere, y que son pasados por alto. Como la auto expresión y el descubrimiento que esta conlleva. Dejar al estudiante escribir, por ejemplo, genera aptitudes, permite buscarse y jugar. O permitirle al sujeto organizarse y hacer las cosas solo, también contribuye a un crecimiento personal. Y soy fiel creyente de que la interacción sana empieza en el interior.

Cuando uno siente confianza, se siente independiente, autónomo, no reprimido, siente que sus cualidades cobran valor, entonces, las quiere compartir, por lo que el trabajo individual representa una socialización, circunstancialmente más lenta, pero mucho más sana y creativa que un trabajo grupal.

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