Con el corazón en pausa, mis sentidos son más lentos.
Tuve que analizar lo que sentía.
Identifiqué problemas emocionales, me senté a esperar,
Y ví de frente la desesperación.
Continué esperando y sentí que no había efecto.
Así que pedí una pastilla de tiempo para curar mi alma.
Consumí una dosis de 12 meses.
Experimenté contraindicaciones y reacciones alérgicas.
Entonces me tocó probar algo más que tiempo.
Decidí ingerir unas gotas de amor propio, aspiraciones en jarabe, e inyecciones de motivación, para superar el traste.
Y aprendí que el tiempo sí es el mejor remedio, pero no le gusta quedarse solo.
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