El ayer se cuelga de mis hombros
Y está tan o más presente
Que el mismísimo hoy;
Aún cuando desee huir,
No encuentro la manera,
La fórmula de desprenderme de él.
Sé que no siempre estará,
Sólo que, mientras aquí esté,
Se me hará muy complicado continuar.
Viviré atado, sujeto,
Eternamente anclado a ése ayer;
No me dejará jamás
De no hallar la forma de deshacerme
Completamente de él.
No existe día, ni noche
En la que escapar, alejarme
Y no ver hacia atrás deje de pensar.
No hay luz, todo es oscuridad;
Confusión y ya no creo poder
Soportandolo ni un segundo más.
El silencio junto al vacío,
Poco a poco, se van apoderando
De todos mis sentidos
Y de todo lo que tanto he querido;
Mi corazón, mi alma y mi espíritu
Van consumiéndose,
Sin razón y sin motivo.
Sé que no siempre estará
Y que, en algún momento,
Lograré combatirlo;
Sólo que es muy agotador
Esto de buscar día tras día,
Noche tras noche
Y hora tras hora esa salvación;
La manera, la forma de desprenderme
Para dejar todo este infierno allá,
En un muy lejano olvido.
Un mal sueño, una pesadilla;
De la cuál, en algún momento,
Tendré que despertar
Para no perderme en sus laberintos
De locura y desolación;
Y volver a ser el que fui,
El que tanto añoro volver a ser.
Ése ser libre de todo mal,
Despojado de todo dolor.
El que una vez supe ser
Y hoy no logro
Volver a reencontrar.
N.S.N.’79.-
22/11/2019.-
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