No volverás, noche, a mí espalda.

No volverás, noche, a mí espalda.

Miguel R.

19/11/2019

Parece ser que la mentira

fue mentira.

Que mi verdad,

resultó no ser verdad.

Parece que las luces de tus ojos

han encontrado un espejo

en qué poderse reflejar.

Podría decir que me alegro,

pero niña

sería mentirte,

y ese castigo lo reservo para mí.

Podría admitir que he llorado por tu sangre,

que con tus gotas me calaste,

que tu ausencia fue mi lastre.

Pero no voy a hacerlo,

has de saberlo.

Si algún día lo digo

será a través de este cuaderno.

No pienses que lo hago por orgullo,

éste último se hizo tuyo

el mismo día que entraste por mi puerta.

El mismo que probaste mi sofá

y te di mis libros.

Que probé tu silencio,

y no tus labios.

Solo deseo una historia al revés,

en la que no nos conocemos

o en la que lo hacemos bien.

En la que el poeta no tiene pasado,

y donde la dama

es dama,

y guarda hojas de ciprés.

Malditos seamos seres que sentimos,

dando vuelta

a los caminos

de lo sencillo y el bien.

Malditos sean los sábados de resaca,

los recuerdos como estacas

y las horas de dolor.

Amor que te transformas en rencor

no permitas

que se clave,

tu cruda y seca voz en la inocencia.

Inocente y pobre niña,

ya es bastante triste tener que engañarte

en el cuerpo de un timador.

Siento pena de ella,

no puedo odiarle.

Su piel ya tendrá bastante

cuando la mentira arda.

Me temo, para entonces, que será muy tarde.

Que mis pupilas cobardes

no te vuelvan ver pasar.

Tú que fuiste Luna,

¿cómo te engañaste

en la luz de una estrella muerta,

dándole la espalda al Sol?

Quizás porque eres Luna somos condenados

a sólo juntar las manos

en los minutos de eclipse.

Y hasta que ese día llegue

sobrarán veranos,

y mi cuerpo irá a dormir

tras observarte a lo lejos.

Estas son mis mentirosas esperanzas.

No volverás, noche, a mí espalda.

Mi última luz, aquí dejo.

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