Solo pasé por aquí para volverme texto un ratico. Quise perfumarme para ti con los adjetivos más vistosos que conozco y conocer las palabras más bonitas que esconde el diccionario. Se que crees que eres tu quien me lee, pero no te das cuenta de que soy yo, escondido tras vocales y consonantes quien te mira igual que lo hace el loco enamorado que amanece embobado admirando su estrella, y la sigue amando aunque en el fondo la sepa inalcanzable.

Que bonita te imagino desde aquí, desde esa pared blanca a la que estoy adherido como un prisionero. Que bonito se ve todo cuando sueño que me adentro mas allá de tus ojos.

Hace unos días leí con sorpresa que las estrellas de Orión están, cuanto menos, a 1700 años luz de este planeta… A 1700 años luz de ti y de mí. Y entendí que el destello que nos iluminó la primera noche en que te mostré sus estrellas había salido de ese vientre de fuego y luz hace miles de lunas, cuando los egipcios con sus pirámides y faraones dominaban el mundo. Es decir, que aquella luz que te mostré alguna noche ya era fuego consumido cuando la mirábamos abrazados.

Cuando te enseñé a Orión por primera vez tu y yo éramos tan solo un par de muchachitos, pero irradiábamos una luz tan bonita, que seguramente algún astrónomo de alguna galaxia lejana, podría notarla desde su inmenso telescopio espacial.

Igual que pasa ahorita con Orión, tendrían que pasar miles de años para que la luz tuya y mía pudiese llegar a los ojos de aquel astrónomo. Quizá para aquella civilización futura será el descubrimiento de una nueva constelación, y nos dibujarán a ti y a mi fundidos en un abrazo, se escribirán leyendas sobre dos enamorados coronados en el cielo… Y entonces, en ese tiempo futuro, cuando algún muchacho quiera inventarse un pretexto para acercar su cabeza a la de la mujer que ama mientras intenta enamorarla una noche cualquiera, le mostrará la constelación de los amantes que alguna vez aprendió. Y en un círculo vicioso que nunca termina ellos dos también se cargarán de luz con un brillo que para ese momento ya será pasado. Un brillo que podría ser descubierto mil años después desde el telescopio de un astrónomo de alguna galaxia lejana… y la historia volverá a repetirse.

A veces me pongo a buscar respuestas, sobre ti, sobre mi, sobre esto que siento. Sobre si tiene o no sentido. Aunque al final una imagen tuya o una palabra que me haga sentirte cerca destruya todo argumento lógico… Aquí pensando en Orión y la distancia, se me ocurre que quizá seamos eso. Un eslabón desde el que rebota el amor a través del tiempo. Y sin importar que tu y yo seamos así, transitorios, somos parte de un todo que nunca se acaba.

Disparates que me pasan por la cabeza cuando te pienso…

Te Amo.

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