Hace apenas unos días te fuiste de adentro mío y ya te extraño. El mundo se hizo un poquito más chiquito, para mi, para él… A veces la vida actúa un poco egoísta pero contigo me mostró el otro lado de mi corazón. Un corazón valiente, gigante y lleno de amor para darte o para darles.

El tiempo pasa un poco lento, tu recuerdo se va borrando despacito de mi mente, y aunque pienso mucho en ti, cada vez lo hago con más sonrisas y menos lagrimas, aunque no quería que te fueras, ha llegado el momento de despedirme definitivamente de ti… Debo aceptar que ya no queda nada pendiente entre nosotros, te has marchado y me has dejado ese huequito que ahora ocupo para llenar de amor a tus hermanas.

De repente ese mapa bordado de emociones y deseos se ha borrado de un plumazo, como si nada, y debo encajarlo en mi vida, debo digerirlo, pues te fuiste para no volver, te desprendiste de mí, sin tu quererlo, y yo de necia tampoco. Pero te marchaste rápido, aunque intenté retrasar tu partida.

No fuiste un error, solo un deseo, de esa estrella fugaz que una noche pasó cuando tu papá y yo te teníamos en la mente y se puso de acuerdo con el universo, pues ya teníamos un trato.

Ahora te tengo aquí guardadito, en esta caja donde estarás presente toda mi vida, junto a esa prueba que salió positiva, o la ecografía que decía que estabas en mí. No te irás nunca, al menos para nosotros, pues ya te hicimos un campito en el lado izquierdo de nuestro pecho.

Quiero despedirme y dejarte libre, aquí se queda todo ese amor acumulado, pero ve allá, valiente, que de cualquier modo algún día nos volveremos a encontrar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS