El Falso suicidio de Aleister Crowley.

El Falso suicidio de Aleister Crowley.

«Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo».

( Baudelaire).

Estaba revoloteando en la vieja librería de Coimbra. Me golpeó la pupila el manuscrito porque estaba encasillado bajo la palabra «NADIE”, que es un imán, una palabra mastodóntica que captó mi atención de inmediato, como un maelström literario me ví succionado por el nombre de El autor, un tal Pessoa, lo que produjo una estampida de neuronas por el desagüe de la herniación de mi cerebelo, haciendo estallar una pequeña bomba atómica en mi memoria y me sentí ineludiblemente atraído a leer compulsivamente dicho manuscrito. Sentía esa misma certeza de que ése hecho iba a desencadenar obscenas irrealidades y a sumergirme en una vorágine de sensaciones que no estaba seguro del todo querer experimentar, francamente.

Pessoa en portugués es » Nadie». Un guiño a la extraordinaria vida del escritor lusitano Fernando Pessoa, me había conquistado con sus múltiples personalidades y su obra peculiar y asimétrica. Nobody. Nadie. Un fantasma. Un espectro. Un escritor maldito que murió joven lleno de magia y digresiones sobre su personalidad, abusando de los opiáceos. Además el escritor portugués era muy amigo de Aleister Crowley (“ el hombre más malvado de Occidente»), al que había impresionado por sus conocimientos en artes tan dispares como las cartas astrales, hermetismo y cábala.

Este es un terreno peligroso que me da miedo; me refiero a hablar de los cabalistas, los gurús de lo Oculto y los yonquis de aguja que, lo reconozco, me da un yuyu tremendo. La simple mención de HP Lovecraft o del Libro Necronomicón me da escalofríos y sudores vespertinos, con alteración de los esfínteres: resumiendo: que me entra la dierrea y cagaleras diversas cuando em emntan a Guido Van list o a Levy. Esas historias de fantasmas, conjuros, misterios de catedrales góticas, y ese rollito tipo Aldous Huxley de «la abertura de las Puertas de la Percepción», son peligrosas. Luego terminas como el autor de » A Brave New World», lleno de catéteres y comiendo setas alucinógenas compulsivamente mientras recitas a Fulcanelli. Eso de los Misticismos y los Esoterismos tiene mala barraca.

Como decía Goethe:

«Bewahre Dich von Räuber und Ritter und Gespentergeschichten».

Yo soy un hombre simple y mononeuronal. Bebo para olvidar y olvido porqué bebo. Me chifla el vino ámbar de mi Besarabia natal Y este regalo de ocio y libertad que supone el estar vivo con mi hipoteca hace que se desmoronen los malos efluvios de los libros de » filosofía» o que te hagan pensar. A mi dame mi colección en tapa dura del Capitán Trueno, o los acartonados tomos de » Hazañas Bélicas» o, si me apuran un toque Kirsch a lo Isaac Asimov, las lecturas nocturnas de «Astounding Stories».

El crepúsculo de la inocencia es cuando aprendemos a amar y querer a la Literatura. Es la incineración de nuestras ilusiones de la juventud, cuando el tiempo nos hace ver que las rutilantes promesas con las que nos embarcaron en sueños utópicos nos las tumban siempre los malvados, los envidiosos. Los Maestros del Discurso. Esos politiquillos infames que nos des gobiernan.

Este es un mundo asimétrico. Lo he comprobado viendo los aterciopelados dólmenes y las repetitivas aliteraciones de James Ellroy me hacen sentir bien. Sus libros cinéticos , llenos de aliteraciones, sus Historias de gánsteres honestos, honrados mercenarios que disparan a bocajarro cumpliendo un código moral, o como nos cuenta su Mala Vida,sus años como ex presidiario, alcohólico, caddie de golf a tiempo parcial mientras que frenéticamente escribía por las noches con algodones rellenos de priva puestos en las coanas de la nariz para mantenerse despierto y colocado de metanol .

Historias de podredumbre muy bien contadas que me tele transportan a la Séptima Dimensión sin usar (desgraciadamente ich bin pleite), los métodos ortodoxos. Procedo pues a escapar de los monólogos de los Guardianes de la Democracia. Estos Grandes Hermanos que nos monitorean, Snowdon dixit, y nos toman por imbéciles con un cromosoma de más en nuestro genoma mientras nos prometen electroralemente todo .

Por una chiripa psicológica empecé a leer la extraña novela , convencido que las ondas herzianas del encriptado libro se enredaban en una conexión cósmica con el de una médium croata llamada María Orsic ( desaparecida misteriosamente en la primavera de 1945) y que , al menos así me lo pareció en ésos momentos, trataba de comunicarse mnésicamente conmigo desde una dimensión desconocida. Nada más y nada menos que desde Aldebarán, desde el «ojo» de la Constelación de Tauro. Pico esquina con las Pléyades. La dismetría y la intención de poder relatar los hechos que a continuación sobrevinieron me deja exhausto y con el tronco del encéfalo hecho papilla de guacamole. Romper éste dique emocional es una lúgubre labor. Un silencio diluviano el rescatar esos recuerdos enterrados en el fango. Básicamente, porque me van Vds. a poner al caldo y, lo peor de todo, no me comprarán la historia.

“Es un mal momento para abandonar la absenta», me dije a mi mismo, pues lo que yo creía que es una pseudoalucinación estaba cobrando vida propia en mi cerebro hediondo y heteropatriacarcal. Lo explicaré detenidamente en las siguientes líneas.

En la » pseudoalucinación» el que sufre el percance es consciente de que todo lo que está pasando es fugaz, pasajero e Irreal. Y sabes, dentro de tu espacio vivencial interno, que nada de lo que está pasando NO es real. Que es una vivencia irreal y quetendrá, en su debido momento, un final feliz. Despertando asustado y sudoroso, pero feliz de saber que la pesadilla concluyó.

(Hablando de Felices Finales, aprovecho para poner una cuña publicitaria)

Por el contrario, la » alucinación» es un estado en el que el que la sufre no puede distinguir lo real de lo que no es real. Y ahí estábamos, justamente ahí. Que la rubia y bellísima María Orsic, la de los largos cabellos estaba REALMENTE hablando conmigo (en sumerio) y en conexión multicanal desde el V Pino, desde la estrella decadente roja de Aldebarán. Cosas veredes, Sancho.

No sé si me atreveré a seguir contando la Historia. El paso del tiempo m debilita mi memoria, peor los recuerdos gnósicos están tan sólidamente anclados en alguna parte del Circuito de Papez. Es una ordalía el ir reptando como una planaria atravesando las sonrisas cínicas de falsa comprensión de muchos de Vds., qué pensarán que estamos adornando la historia más fantástica jamás contada. Esa desaparición de María, la mujer con una melena rubia que le llegaba hasta las caderas, en Febrero de 1945, atravesando las barreras del espacio-tiempo, no se pueden contar a quemarropa.

Lo reconozco, me he hecho más cauteloso para abrir la espita de la memoria y temo que me tachen de pseudología del Zeitergeist (neologismo del Espíritu de los tiempos).

¿Cómo se engarza el falso suicidio de Aleister Crowley en 1921 en las Portas do Inferno con los viajes astrales en el espacio tiempo?

Intentaré, algún dia, superar mis miedos y contar toda la Historia.

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