Valentina nació con alas.

Familiares, conocidos y amigos murmuraban al verla, la señalaban, se avergonzaban y hasta se horrorizaban.

Valentina no sabía cómo esconderlas.

Fuera a donde fuera todos reaccionaban del mismo modo.

Los murmullos, los dedos señalando, los rostros de sorpresa, asco y pena lograron que ella se frustrara por el hecho de ser diferente.

Finalmente decidió cortarlas, lloró en silencio por su pérdida, pero logró ser aceptada, invisible, ser como todos, ser una más.

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Cuento seleccionado en España por revista Compromiso y Cultura 2019

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