La cruz de Mariano Cruz

La cruz de Mariano Cruz

Daniel Cosentino

19/10/2019

Yo entre tarde a la historia de Mariano. No lo conocía y en una charla de sobremesa, lo mencionaron como al pasar; como un secreto a voces. Quizás por eso me interesó.

Estaba preso en Olmos hacia cinco años y la madre cada fin de semana se tomaba el colectivo para verlo , al regresar, contaba las penurias pasadas.

El motivo de su condena era que intentó suicidarse junto a su novia. El problema es que la mató y cuando intento pegarse un tiro, quedo vivo. Estuvo ocho meses internado, la bala le perforo un pulmón. Cuando se recuperó, fue a juicio y lo condenaron a ocho años de prisión. Las razones de la actitud que tomaron, nunca se sabrán.

En el barrio había ocurrido un hecho similar y cuando pasan esas cosas, parece que existiera el efecto contagio.

Era el mayor de tres hermanos e incapaz de matar una mosca. Era más bien tímido, le gustaba jugar al futbol con sus amigos, del trabajo derecho a la casa y de la casa a lo de su novia.

¿Qué les paso por la mente? Nadie sabe o lo ocultaban.

Mi curiosidad me llevo a investigar. Así fue que me entere que estuvo en Villa Devoto junto a los más temidos delincuentes de la época. El Loco del Martillo, Robledo Puch y El Cacho Otero, gente famosa por sus delitos eran sus compañeros. Todos ellos lo querían y cuidaban. Como no fumaba, repartía todo lo que su madre le llevaba y esto lo hacía más querible.

Después del sangriento motín de la cárcel de Devoto, lo trasladaron al Penal de Olmos.

En esos tiempos ,yo compartía una casa con mi cuñado y cuando recibió el beneficio de libertad condicional, lo invito a cenar una noche. Ese fue el momento en que lo conocí. Vino acompañado de una chica, que por su aspectoera una prostituta, pero que trato en todo momento de portarse como una señora, pese a sus limitaciones.

Los demás concurrentes a la cena le hicieron un vacío por la chica, pero a mí no me importó demasiado. La cena transcurrió amena y la sobremesa se hizo larga. Los demás se fueron a dormir y como parecía que la onda conmigo era buena, charlamos de los libros que había leído, de los trabajos que había aprendido y de sus anécdotas en el penal.

Luego de esa cena no lo volví a ver, pero siempre me llegaba alguna noticia de él.

No conseguía trabajo por sus antecedentes y no le gustaba ser mantenido por su madre. Fue ahí cuando apareció un compañero de la cárcel que le lleno la cabeza.

-“No seas gil, vamos a chorear, que no te van a dar laburo”-Lo fustigaba.

-“Tengo un dato de una cooperativa en Ciudadela, un solo guardia, es una papa”-El que decía esto, había estado preso por asesinato en un robo.

Una noche, muy tarde, estando solo en casa, golpearon la puerta.Era Mariano hablando con desesperación.

-“¿No está el Moncho?”,dijo muy nervioso.

-“Está a unas cuadras, en una fiesta”, le indiqué.

En la noche oscura, se abrió la puerta de un auto que iluminó el interior y se escuchó que alguien decía:

-“¡Vamos, no te das cuenta que no te dan bola!”. Dentro del auto divise a tres personas. Dos mujeres, y el que después me entere era el compañero de la cárcel.

Se fueron a buscar a mi cuñado.Al rato otra vez el auto.Vi que cargaban algunas cosas y partieron raudamente.

-“¿Que paso?, interrogué a mi cuñado.

-“Se están escapando de la cana… asaltaron una cooperativa y mataron al guardia”-dijo con pesar.

-“¿Y que querían?”, volví a preguntar.

-“Un poco de ropa y unas frazadas, se van para Córdoba”. Me respondió con amargura.

Como a los dos meses volvieron a pasar una noche pidiendo ropa y les pedimos que se entreguen.

-“¡Ni loco vuelvo a la cárcel antes muerto!”, dijo Mariano.

-“¡Entonces no vuelvas más por acá! Están los nenes y me comprometes”,le dijo el Moncho.

Mariano le entregó todo lo robado a su familia, que empezó a gastar dinero sin medirse. La policía alertada de estas compras, puso vigilancia en el barrio para poder atraparlo.

El pasaba en colectivo y al ver la vigilancia de la policía seguía su camino.

Una mañana en Boulogne, los estaban esperando. La mujer que les alquilaba el aguantadero los denunció para quedar bien con la policía.

Era a matar o morir. El primer disparopegó en la cabeza del compañero al bajar del auto. Mariano corrió, era veloz jugando al futbol, pero el policía que lo seguía tenía medallas en carreras de entrenamiento.

El tiempo se terminaba, no había donde correr, ya lo estaban alcanzando, y en ese instante vio una escalera de una casa, subió hacia la terraza, a toda velocidad y se encontró con una puerta cerrada con llave, cuando se dio vuelta cuatro tiros le pegaron en el pecho.

En el velorio no lo reconocí. Le habían pegado un tiro en la cabeza que le deformó el rostro.

Al otro día le llego una carta de un trabajo que había solicitado, diciendo que no importaban sus antecedentes y que se presentara el lunes.

La revista Casos Policiales lo puso en la portada, se lo veía tirado en la escalera, con los brazos en cruz, con cuatro balazos en el pecho y el pullover que tenía era mío.

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