REBECA DEL ALMA MÍA
Que día es hoy que aún no sale el sol,
¿Qué hora es?
Que la hora que despierta tu vuelo no llega.
Que sueño es este que no despierto.
Que pesadilla es esta que me hace llorar,
¿Porque no estás aliviando nuestros
corazones?
y amándonos como nos enseñaste hacerlo.
Qué lugar es este que no quieren mis ojos,
que ruido son estos que ensordecen mi sentir.
Que es este ir y venir de gentes que no conoces
cuando despertaras y levantaras para volver a casa.
Que soledad es esta que clava como puñal,
que angustia es esta que quema como leño,
qué tristeza es esta que mata de a poco,
dímelo, Rebeca del alma mía, dímelo tú
que eres más pura que yo.
Dímelo, gigante mía, tú que has visto a Dios
que te besa la frente todos los días,
Dime como debo soportarlo,
dame el calor de tus manos frías,
dame la serenidad de tu silencio
y la valentía de tu resignación.
Que día es hoy, vida de mi vida,
que todos los días interminables
son como un sueño.
Y los días que pasan y no estás,
una pesadilla,
Y los días de los días sin ti en
nuestra casa vacía, un día sin sentido.
Una llaga más que suma más heridas.
¿Cuando despertarás y levantaras
para volver a casa?
Cuando nos tomaras de las manos
y llevaras.
AUTOR: ANDRES DE LUA
II
LO EXTRAÑO, LO INIMAGINABLE
Hay pedazos de migajas sobre la mesa.
Hay vasos rotos, llueve dentro de la cocina.
Chapoteas en el agua,
y tu madre llora,
con lágrimas azules.
¿Qué pasa que afuera perros ladran?
No hay flores, no hay árboles,
todo está plomo,
todo es profundo.
Todo es nada y hay silencio
de muchas muertes.
No sé qué pasa, es domingo
y sigue lloviendo sobre los muebles,
lloramos todos ahora,
y sigues chapoteando sobre el agua,
la que ahora es negra.
No se ven tus pies
No se ven tus pies.
Pájaros negros cruzan la cocina,
tu madre me mira y no dice nada.
Yo miro y cada vez te cubre más el agua.
Estamos amarrados a las sillas
como prisioneros sin razón de serlo.
Nadie viene a vernos y nadie nos ajusticia.
Somos culpables de hecho,
y condenados sin apelación.
Los pájaros negros se posan en tu hombro
y el mío, nos picotean la cara.
Tu madre solo mira y yo no entiendo
que es lo que pasa.
Ya las cosas flotan
y el agua casi te ahoga.
No puedo abrir la puerta
No puedo
No puedo
Ya no te vemos.
Un grito de ecos múltiples deja
escapar tu madre,
y los pájaros huyen y te llevan.
Los perros han dejado de ladrar,
la lluvia ha dejado de caer.
Hace frío, mucho frío.
De pronto no estás, solo creemos
donde puedes estar,
pero ya nada es seguro,
de lo único que podemos dar fe
es de que no estas,
lo demás es consuelo
y resignación
y sueño.
Nada es absoluto, es abstracto,
como un poema de Amado Nervo,
como un día más.
La hora, la misma, el año, qué más da.
La razón, el dolor vencido.
La muerte indolente.
La gente lo es…
Aparece un viejo de pelo cano,
se sienta a nuestro lado,
no llora, nos desata de las sillas
y guarda silencio.
Tu madre limpia las migajas de pan,
me mira y sin decir nada, leo en su mirar:
¿Y ahora qué? yo la miro y trato de decirle:
No sé, realmente no sé.
Andrés de lúa
III
ESTOY CANSADO
He visto como se acaba la vida,
la más hermosa,
y he visto el dolor, el aullido aterrador del dolor
arrastrándonos por el suelo,
por el piso limpio y frío,
he visto que La verdad duele
y la mentira duele,
y la ausencia mata de a poco,
como un sacrificio delirante de odio,
a carne abierta, como animal desangrándose.
he visto el engaño de todo mejor
y duele más, te quita fuerzas.
Te glorifican y después te crucifican,
te aman y te traicionan.
Te prometen y no cumplen.
Al final de quien es la gloria,
de quien la victoria.
A quien vencimos si nos matan a todos,
a quien perdonamos si nadie entiende el perdón,
a quien adoramos si se volvió todo extraño,
nada es verdad, o verdad mal contada,
muerte, al fin y al cabo.
Vida eterna – he visto como se acaba la vida terrenal,
la más hermosa,
y eso me abrió las puertas de un abismo
en el que no he dejado de caer,
y arrastro decenas tras de mí, y no puedo llorar,
no puedo – porque la rabia y el odio me consumen,
porque no quiero nada más que tus palabras en mi oído,
nada más, un te quiero, y listo – podre llorar entonces y
liberarme de las cadenas que me delatan perdedor,
que me revelan vencido.
Librame y moriré tranquilo,
condéname y moriré con dolor,
pero no me dejes seguir cayendo,
estoy cansado.
IV
LA CAMINATA
Los cielos azules y rojos por momento
Y el viento que no refresca sacude los
Arboles plomos de tanto polvo, de viejos.
Un sueño interminable de una mujer
parada en el camino, con los ojos celestes
de mar, de cielo de infinito.
¿Qué haces en este lugar tan sombrío?
Eres mucha belleza para un entorno
tan triste, y quiero acercarme
beber la frescura de tus labios y solo
debo proseguir mi caminata, mi larga
y amarga caminata.
Nunca te das vuelta para mirarme y
repentinamente la noche se deja caer, el
cielo se inunda de estrellas y vuelvo a
encontrarte en medio del camino, siempre
sonriendo, y en silencio, un profundo silencio.
Tienes raíces de otras vidas y mi vida no va
contigo. Ni siquiera parpadeas porque
no soy el caminante que esperas.
¿Entonces dime qué haces en mi camino?
¿Porque me duele tanto verte ahí?
¿Que Dios me quiere atormentar más?
O que palabra debo pronunciar ahora,
¿Es de piedra tu corazón?
¿Es gélida tu alma?, te gusta verme sufrir-’
En mi caminata ni siquiera intentas detenerme
me miras de frente solamente, si no te da
el sol en los ojos.
Que viene a ser todo esto, mi muerte al acecho,
tu amor sin ventura, tus besos prohibidos.
Tu cuerpo de sal y el fin de nada.
No lo puedo ver, no leo entre líneas, no veo futuro.
Solo sé que debo llegar a un lugar desconocido,
encontrar alguna puerta abierta en tu corazón
y meterme como un ladrón, hacer que te enamores
de mi amor y vuelvas tus ojos hacia mí, con
lágrimas de color azul, con lágrimas de color azul.
y un sabor a miel en tus labios, para que nunca
después de esto me dejes de amar.
Andrés de lua
V
EL OSCURO DÍA DE HOY COMO EL DE TODOS LOS DÍAS
Dame una espada señor y ponme alas.
Dame poder de destruir, para hacerlo en unos segundos.
Pon en mis pies espinas para pisar fuerte
Pon en mis ojos odio para mirar y matar.
Pon en mi corazón hielo, pon en mi alma
silencio.
Pon en mis sentimientos rencor
y en mis sueños oscuridad.
Dame la oportunidad de destruirlo todo,
déjame terminar con los desgraciados,
no le des oportunidad a los arrepentidos,
no le des piedad a los desamparados.
Pon fin a esta comedia, déjame terminar el trabajo
sucio que no te atreves a terminar.
Dame una espada Señor y ponme alas.
Enciéndele fuego y mátame de una vez.
VI
A LA HORA DE QUERER TENERTE
A la hora de querer tenerte
Tener.
Recordar.
Amar, amar, como tú lo hiciste.
A la hora difícil que significa.
Segundo a segundo,
entre un pestañear y otro
te veo tres veces, tres.
Caminando, durmiendo, llorando.
Tres veces más en el segundo siguiente
silenciosa, valiente, enojada.
Me quedo con todas,
porque a la hora de querer tenerte
Tener
Recordar
Todo me sirve, todo
aunque mis lágrimas brotan solas
y mi corazón se acelera.
Tengo miedo de no volverte a ver,
no volverte a besar,
a tenerte en mis brazos.
Tengo miedo en la razón de vida,
tengo angustia de la muerte
como inexistencia.
Tengo miedo de mi fe.
A la hora de querer tenerte
Tener
Recordar
Morir, mi morir, mi muerte
Nuestro encuentro.
Andrés de Lua
VII
EL MAS HERMOSO DE LOS MILAGROS
No recuerdo si había sol o el frío calaba los huesos.
No recuerdo como llegue al lugar y en cuanto tiempo,
pero no dejaba de pensar en lo que vendría,
un largo día, una oscura habitación,
el principio del dolor y el final de este.
Pensé a lo mejor en que sufrías y en la fortaleza de tu alma,
no lo sé ¡¡ no puedo recordar¡¡
me atormenta no recordar pues todos tus minutos se
acabaron para siempre, la luz se apagó para siempre,
pero para ti,
para nosotros se iniciaba la travesía por el dolor.
Pero vino el más hermoso de los milagros,
entré a la habitación donde yerto tu cuerpo yace,
entre algodones de sangre, te habías marchado con dolor,
y grito y llantos llenaron la habitación donde antes la llenaban extraños.
Te tomé en mis brazos como al Cristo bajado de la cruz,
limpié tu cara endurecida, te bese, acaricié tu pelo
con mis manos, saqué todas las mangueras invasoras,
le devolví a tu cuerpo la naturaleza de la existencia.
Ya no eras de mí, ya no volviste más,
fue cuando me diste la última señal de amor,
tu rostro se transformó, de una expresión de terrible
dolor, a una expresión de amorosa paz.
Sentí tu calor, tus labios enrojecieron,
tus ojos se relajaron, tu frente fue un cristal de paz.
Y lloré más y sentí que me perdonaste, y mi llanto
tuvo otro sabor, y tu muerte otro significado,
yo lo vi, el milagro más hermoso jamás visto.
lo sentí, ocurrió teniéndote en mis brazos y
llore más por ello, y lloro cuando sé que la paz te
rodeó como una aureola de santidad.
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