Sabía que había llegado el momento de cauterizar las heridas y sabía que la única posibilidad sería plantarse delante del pasado.

Era un viaje en el tiempo. Necesitaba volver a un principio.
Un principio. En aquel entonces había sido el sol quien había ejercido de anfitrión. Pero en esta ocasión, cinco lustros más tarde, era la luna quien iluminaba su camino.
Sabía que tenía que volver a recorrer aquellas calles empedradas. Sabía que debía volver a estar, esta vez en soledad, en aquellos lugares inolvidables que se empeñaron en formar parte de ella, cuando, entonces, tenía toda la vida por delante.
Pero ahora, había llegado el momento de borrar todos aquellos recuerdos que le arrastraban, como un lastre, al fondo de una oscuridad asfixiante.
Tenía que conseguir olvidar.
Pero no era fácil. Para ella los días se sucedían en ausencia. Envidiando que, también a ella, el sol, en su zenit, pulverizara los bancos de niebla que le envolvían. Sin embargo, cada uno de sus días terminaba siempre devorado por una noche de pesadillas.
Y un día más, en ese viaje al pasado, se levantó y caminó despacio, disfrutando cada paso, sin prisa.
Esperando. Porque sabía que vendrían.
Y si. Uno tras otro, recuerdos que ni tan siquiera sabía que existían, fueron acudiendo a su mente, golpeándole con un ensañamiento que no esperaba, y doblándole en dos, hasta hacerle clavar las rodillas en el suelo.
Había creído que podría fundirse con esas piedras centenarias, en las que se había cobijado, con la ilusión de hurtarles parte de su fortaleza.
Pero cuando las tocó, sintió que también ellas temblaban. Y se sintió, mas que nunca, sola y perdida.
Y no pudo evitar que las lágrimas inundaran sus ojos y que el dolor invadiera su pecho. Y lloró. Lloró sin poder evitarlo. Lloró sin poder contenerse porque comprendió que había perdido la guerra. Y porque ya perdida, no sabía cómo podría encajar tamaña derrota.
Ahora ya sabía que su herida nunca podría cerrarse, nunca, porque había sido la vida misma quien le había traicionado.
Y ella no podría nunca perdonar ni olvidar.
Supo que ahora tendría que descubrir a donde ir. Ahora que ya que ya había comprendido que no había donde ir.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS