Madurez prematura

Desperté una mañana y mi infancia me había abandonado.

Cayó el velo de mis ojos, dejando tras de sí un reguero de lágrimas.

Mis sueños de niña abandonaron mi mente. Dejando paso a una realidad amarga…

El mundo no está hecho para mí, me dije.

Mas no pude hacer nada.

Quisiera seguir en mi castillo encerrada. Esperando me rescate, el príncipe que esperaba.

Desdichada de mí. No fué así…

Aún sigo en la balaustrada…

Esperando el devenir, de una infancia revocada

Romina Rijo Rodríguez

Derechos de autor

Lanzarote, Islas

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS