ANATOMÍA DE LA IRA

Autora: DELIA CHECA – D. A. R.

Mendoza, Argentina

La vida es una comedia para aquéllos que piensan y una tragedia para aquello que sienten.

Horacio Walpole

Increíblemente unos pocos minutos de rabia incontenible nos pueden significar toda una vida de sufrimiento y arrepentimiento.

¿Qué son estos estallidos emocionales? Son asaltos nerviosos disparados por un centro del cerebro límbico, muy antiguo en la evolución humana, éste se declara en emergencia y recluta la población neuronal del resto del cerebro para una acción rápida (esta se produce al instante). Esta reacción se desencadena antes de que la neo-corteza -el cerebro pensante- haya tenido oportunidad de evaluar las circunstancias y prever las consecuencias a corto y largo plazo. Pasado esto queda la sensación de no saber qué ocurrió, tal el estado de confusión en que transcurrió. Esto, en algunos casos que tienen repercusión penal, es catalogado jurídicamente como emoción violenta.

Estos desbordes emocionales no son, de ningún modo, hechos aislados aunque no lleguen a una violencia extrema; en realidad son bastante frecuentes. ¡Cuántas veces nos arrepentimos de “haber perdido los estribos” en una relación de pareja o ante un conductor de otro coche o ante nuestros hijos! La graduación también recorre todos los extremos, desde la violencia física hasta la verbal y el maltrato psicológico con toda su gama de matices (abandono, presión, coartación de libertad, indiferencia, etc).

¿Por qué se originan?

Todas las experiencias emocionales van quedando grabadas en nuestro cerebro en el que dejan su impronta. Estructuras del tronco cerebral pertenecientes al sistema límbico son responsables de esa memoria emocional. Las experiencias traumáticas se almacenan en él y se descargan ante un estímulo que “resuena” y que se asocia con ese recuerdo. Estas estructuras son las que primero maduran en el niño mucho antes de que se desarrolle la neo-corteza con el pensamiento y el lenguaje para expresarlo. Éstas contienen una intensa y caótica carga emocional de una potencia extraordinaria y muy difícil de comprender para el adulto, estas características explican la confusión que las acompaña.

Si bien estas reacciones tienen en algunos casos valor de supervivencia para el humano, en otros constituye un sistema anticuado y primitivo que si bien a nuestros antepasados prehistóricos les tiene que haber salvado la vida en muchas ocasiones es un sistema rápido, tosco e impreciso puesto que nos lleva a cometer errores de consecuencias desastrosas. Estos errores se deben a que las emociones son anteriores al pensamiento (“emoción precognitiva” de Le Doux) y por ese motivo la información que proporcionan es parcial, deficiente e integrada solo en forma parcial lo que da lugar a que se desencadenen reacciones ante hechos con datos fragmentarios, previo a que la neo-corteza sepa realmente qué está ocurriendo. Los lóbulos pre-frontales son los encargados de moderar la respuesta emocional realizando un nuevo y apropiado análisis, ejecutando una evaluación riesgo/beneficio de infinitas reacciones posibles eligiendo la más adecuada.

Las perturbaciones emocionales pueden crear interferencias en las capacidades intelectuales infantiles disminuyendo la capacidad de aprender. Esto se debe a la agitación e impulso incrementados por defecto del control pre-frontal sobre las urgencias límbicas.

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