El tiempo parece deslizarse lentamente, casi tanto como el demorado planeo de los buitres que sobrevolaban los cadáveres. Esos dos imbéciles quisieron robarme y ahora estan saludando a sus antepasados. El polvo del camino seca mi garganta. Hace tiempo que nada detiene mi marcha y empiezo a sentir el cansancio de tantas batallas. Mi espada ha bebido mas sangre que la garganta del Gran Rio y ya no me importa si mato por encargo , como todo mercenario, o por el placer de pelear. El oro que cobré se deslizó por mi lengua en la forma del mejor vino que en las tabernas pude conseguir y por mis manos con las mujeres que compré. Los dioses han sido generoso conmigo y yo les retribuí con abundantes sacrificios. Pero siento sobre mi corazón el peso de la Gran Montaña, desde aquella tarde en Benarés en que conocí a Kamala, la prostituta sagrada, que servía en el templo de Shiva. Su cuerpo fue un manantial en medio del desierto. Ella no se parecía a nada en este mundo y por tenerla hubiera combatido contra el mismisimo Hannuman y su ejército de monos. Pero Kamala encontró razones que yo no puedo entender y abandonó el santuario para segui a un principe sin reino. Cortó sus cabellos que brillaban como la luna y abandonó sus vestidos que realzaban su desnudez para calzarse una túnica azafrán.

Pero si yo no soy el destino de su cuerpo otro tampoco lo será. Desde entonces no hago mas que buscar a ese hijo de vibora y juré degollarlo cuando lo tenga frente a mí.

Está muy avanzada la noche y siento deseosde dormir. Decido acampar junto a unas rocas para descansar un poco. Doy agua a mi caballo y bebo un poco de vino. me acuesto en la hierba y caigo en un profundo sueño.

Veo a alguien sentado bajo un árbol de Bo. El aire huele a perfume y la brisa es fresca y agradable. El desconocido está sentado con las palmas sobre su regazo y una luz dorada parece surgir de su persona. ¿es que estoy en presencia de un dios nuevo y desconocido? Le pregunto a viva voz: ¿quién eres?. Él abre sus ojos y de pronto no sé, si soy un guerrero mirando a un monje o un monje mirando a un guerrero.

Me despierto bruscamente. Veo a mi caballo pastando y siento la familiaridad de la espada en mi cintura. El fuego se ha extinguido y el sol asoma por el horizonte.

Yo, después de haber escuchado las Cuatro Nobles Verdades comprendo por qué Kamala sigue el camino de ese hombre.

Una busqueda ha terminado.

Otra, apenas comienza…

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