No, que no se levante

Viento que arrasa verdes prados

colmados de esperanza,

brotes verdes

que tornan color ocre

por las gélidas temperaturas

al bajar del norte.

Empujando al seso,

tanto incapaz como pudiente,

al eterno trastorno.

A la sumisión permanente.

No,

que no se levante

si es viento de arrastre.

Que allá por donde vaya

encuentre resistencia.

Siempre dispuesta

una idea en la trinchera,

ansiando la hora en que pueda

combatir al viento cambiante.

Que muera,

o que mate,

pero que no deje lastre.

Que no haga prisioneros

aquel que combate,

que de vivir estoy harto

y de matar me voy cansando.

Que si amaina la tormenta,

arrasa el tormento,

y tanto dolor

por algo tan natural como el viento,

me parece alargar

la metáfora en exceso,

hasta me atrevería a decir

que poco elocuente

e impertinente.

Así es que,

tiendo mi mano al viento

como muestra del poco arrepentimiento

que me queda dentro,

por si la cogiera,

y si no fuera mucha molestia

pactara una tregua.

Que él,

siendo simple mensajero,

ha desatado la guerra.

Tengo buena voluntad,

pero duelen tanto las noticias

que el me porta,

que ni la muerte alivia

el frío que siente el vencido,

cuando por vergüenza olvida,

el orgullo que supone

tan solo el haber estado,

el haber sido.

No,

que derrotado no se levante

para andar por ahí perdido,

para vagar como alma en pena

de aquí para allá

vestido de luto.

No,

que no se levante

Error de Imprenta D-MNT

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS