VERDES EXUBERANTES

El aire cálido entra por las ventanillas entre abiertas del coche en un día cualquiera de septiembre, el sol esta alto en el cielo, jugando a esconderse tras unas nubes que parecen de algodón,formando un efecto de luz, color y sombras único, que a ti te encanta retratar desde diferentes perspectivas.

Suena música de fondo, nuestra propia banda sonora, construyéndola kilómetro a kilómetro, curva tras curva por este puerto de montaña, la naturaleza nos abraza mientras avanzamos y cae la noche, me siento segura a tu lado, todo el viaje riendo, hablando, expandiéndonos más allá de los límites de este coche.

Y que se abran los ojos de par en par con cada nuevo paisaje, paradas improvisadas reclamadas por el hambre, abrazos necesarios para poder volver a conducir hasta tus tierras salvajes de verdes exuberantes. Naturaleza desbordada sin medida como un regalo a la vida, sábia Pachamama.

Mares de girasoles extensos, donde combinan en perfecta armonía la vida y la muerte, los contrastes entre lo que perece y la intensidad amarilla de lo nuevo que emerge. Y al fondo de lo que da la mirada ver la silueta de los montes y sus dientes, poderosas, magnánimas a escalas diferentes, y permitir que nos rodeen.

Amarte y perderme entre tus pestañas resguardados en una cueva con vistas al rio de color aguamarina, El olor a pino, nogal y tierra, ese sonido entre tu corazón y el mío apoyados en la barandilla de madera, latido a latido, más me elevas y me enraízas, me renuevas. Nutres cada poro de mi piel, cada célula, compartiendo tanta información en ese hilo invisible que hay de tu mente a la mía.

Hace tanto frio que mi nariz proclama la independencia de un cuerpo al que no quiere pertenecer, y tú en cambio reconcilias su temperatura devolviéndola a la calidez que desprenden tus manos al tocarme. Resguardarme en tu cuerpo del frío, en tu mente del hastío, y por siempre volver a esos ojos que parecen distraídos.

Aunque solo lo parecen… Pero si me asomo un poco más a tu abismo, observo toda la energía que desprenden tus cristalinos, y puedo ver que se enfocan en todos los detalles, ríos caudalosos de pensamientos e ideas brillantes, desobediencia de raíz tan reveladora como las explosiones de arte que tu mundo provoca.

Perdernos en senderos dejándonos la piel en cada zarza, en cada espina, para seguir avanzando en tu basoa hasta la profundidad; los dos leyendo el suelo, encontrando nueva flora, piedras, plumas… admirando todas sus diversidades y formas mientras escuchamos corzos afónicos en plena libertad.

Coleccionando esos fragmentos de espacio tiempo que transitamos en la profundidad de mí retina, para absorber, para retener la imagen nítida del movimiento que hacen tus labios al regalarme una sonrisa. Para los largos tiempos que no pueda tener la suerte de tenerte enfrente, de abrazarte y regalarnos estos momentos presentes tan llenos de tonos de exuberantes verdes.

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