Cae la lluvia en el casco central de la ciudad. Emerge el petricor, además las gotas hacen una perfecta armonía al momento de caer… pero algo no anda bien y es que a mi mente viene tu suburbio recuerdo.

¿Acaso debo vivir con esta limerencia el resto de mis días? la razón, ya hace tiempo que se encargo de borrar todo este plan imperfecto que a su vez se ha hecho perfecto. El olvidarte no ha sido fácil pero después de todo lo pasado, es lo más correcto.

A través de mi imaginación puedo verte allí, sentada junto a la ventana viendo como la lluvia hace su labor acompañada de una taza de café. Respiras el olor a cafeína que sale del humo que acaricia tu suave rostro.

Me encuentro postrado en la misma habitación, en la misma oscuridad que me dejaste mientras la misma pregunta sobre mi cabeza indaga. Este es un tonto enamorado corriendo en círculos pero realmente ese no es el problema, el verdadero problema es que ahora te necesito aquí a mi lado y claramente, no estás.

¿Cómo decirle cada mañana al corazón que tú no volverás? Ven y dímelo porque no encuentro la forma de redimirlo. La respuesta debe ser fría, como el vidrio empañado desde la ventana de la cual ahora observas.

Por mucho tiempo mantuve la soga dentro de nuestra relación, hasta que decepción tras decepción note que más bien esta me quemaba y desgarraba mi piel dejando al descubierto las heridas mientras aún tengo aquí de frente y como siempre, tú no me dices nada.

Finalmente un día me di cuenta que debía soltar la soga producto de las misma limerencia y empecé a sentí un cambio distinto al lugar donde antes me encontraba, desangrando al igual que lleno de muchas cicatrices. No significa que todo quedo allí, sino más bien que le doy prioridad a lo que sigue a partir de ahora.

Ha pasado el tiempo, dicen que esta herida algún día sanará pero lo que sí no cambiará es el hecho de que este amor puede que nunca se marchite, si es de ser así; verdaderamente… es inmarcesible.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS