Hay noches que se hicieron para las letras tristes, noches que hieden a ausencia (probablemente el mas desagradable de todos los olores). Noches en los que el silencio se cuela por mi oído cantando un lamento desolador.

Hay noches en las que hay un abismo en el espacio de mi brazo donde debería estar tu cabeza, un hueco infinito en mi pecho, justo en el lugar donde cabe tu mano, noches de besos huérfanos que se sientan al borde de mi labio a esperarte como quien espera un tren que no termina de llegar.

Sería fácil y quizá un poco justo pensar desde la tristeza, imaginar que en algún lugar del planeta hay un colchón agobiado de desesperanza y tedio porque tu y yo no aparecemos para recorrerlo en sus cuatro puntos cardinales, humedecerlo de sudores y preñarlo de futuro. Que hay una canción que suena una y otra vez queriendo propiciar el baile y se esparce por el aire buscándonos hasta morirse de mengua.

Te confieso que les temo a esas noches, que con cantos de sirena atraen la nostalgia, empegostan las ideas y desatan los demonios.

Por eso, cada vez que puedo, me asomo a tu imagen, y cargo la pila con tu sonrisa como quien se bebe el sol para iluminarse por dentro. Voy exorcizando la tristeza con el recuerdo de tu voz ronquita que se ríe de algún chiste mío o que juega a ponerme celoso con ese actorcito usurpador. Y juego a recostarme en tu pierna mientras manejas, levanto la mano para saludar a la señora del peaje, te paso el zapato justo al llegar al estacionamiento.

Te pienso y siento que de verdad llegas, tan real que me parece tocarte, que te siento hablarme despacio al oído, y me alimento del aire que exhalas cuando me nombras.

Solo entonces la noche cambia su semblante y se extiende bondadosa para dejarme retozar con tu recuerdo. Y hago una fiesta para honrar a esa parte de ti que siempre acude al encuentro.

Ya la vida encontrará la forma de inyectarle tacto a este sueño. Mientras tanto quiero creer que hay un átomo dentro de ti al que sólo yo tengo acceso. Y no es relevante que me pertenezca, pero es imprescindible que tu cada día decidas entregármelo.

Hoy tengo la certeza de que estas aquí e imagino que al otro lado de esta distancia enorme está tu cuerpo vacío simulando estar dormida. Porque esta noche viniste a verte conmigo y con tu llegada una luna brillante le alumbró el camino de salida a los demonios.

Que mágico poder tienes, mujer bonita, que sólo con tu imagen le lavas la tristeza a la noche mas oscura.

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