Me deslizo en tu colina,
como niño jugueteando
en montículos de nieve,
tu tacto me falta
y me agoto extrañándote,
sino fuera el tiempo
podría estar contigo y acá;
también recuerdo tus ojos de cielo
y tu súplica, la mano que surcaba
tu vientre esférico, palmo a palmo,
(de vez en cuando asustadizo)
y el tambor fetal de mi herencia.
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