¡Cuánto por errar sin aprender!
¡Cuánto aprender sin errar!
Y qué dilema si te dijese cuán
vertiginosa es la vida subjetiva.
Que de recónditos lugares cesamos,
cuanto que volvemos a empezar.
Divagamos por el ocaso de la noche,
y zurumbáticos, hastiados morimos.
Y cae la noche lentamente sobre mí,
rendida por última vez en mi ocaso.
Ascienden por suspiros las campanas,
y nada se pierde, lucha el impacto.
Por momento, intrépido como hombre,
errantes y caminantes, silenciosos,
hombres conscientes del todo, y la nada.
Divisan, pues, las brisas volutas del ocaso.
Qué errar cuando nada aprender hay,
y gritan insaciables, como temblor.
Qué camino, pues, elegir sin errar,
¿Cuál es, entonces? Y volvemos a nacer.
OPINIONES Y COMENTARIOS