Erase una vez…

Bajo el manto de la noche, con la luna de testigo, guiando cada paso mío sin fundamento alguno. Divagando sin motivo, aun creyendo en el azar.
Descifrando cada lugar, pues todo estaba oscuro, no hay oráculo que lo haya anticipado, el destino descifrarte no pudo.
Acostumbrada a lo turbio del camino, andaba ya sin miedo.
Y me tropecé con tu chispa, radiante sobre este pardo sendero.
Hacia tiempo que no sentía el fuego, yo venía a refugiarme nuevamente en lo sombrío de la noche.
Pero tu luz me ha iluminado.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS