Perdón,
por el odio y la memoria al viento.
Perdón,
por el gorjeo áspero de un gorrión tempranero.
Perdón,
por la flor mustia y el muro fusilado.
Perdón,
por la intemperie,
los cuerpos hollados,
el rechinar de huesos
y la montaña de manos quietas.
Perdón,
por los que mataron y sus muertos.
Perdón para mí, que soy una de ellos.
Ojalá,
tal vez,
la lluvia lave los ojos
y el sol entibie las miradas.
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