Llegas victoriosa de multitud de guerras,
en las que combatiste
en medio de la crueldad y el horror
y perdido todas las batallas,
todas…
Vienes multiplicada,
con hijos colgando cual racimos,
cargada de panes y sonrisas…
las pupilas plenas de luz…
Quizás tus plantas tengan
restos de lodo
y un rictus amargo
pliegue las comisuras de la boca
mientras unas arrugas denuncian
esos sitios donde hace tiempo
florecieron risas…
Y extiendes brazos,
con ellos deseas abarcar al mundo,
pues tu tiempo de amar
aún está vigente
y así será…
¡por los siglos de los siglos!
Amén…
¡hasta que desaparezcas
en las nieblas del Más Allá!
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