Vuelvo a maro una y otra vez, quizás buscando nuestros fantasmas bajo las piedras redondas de mil formas que tanto me gusta mirar y a ti retratarme jugando con ellas, recuerdo las pequeñas pozas que ahora se han fusionado y luce una enorme y solitaria charca.

Como cambia todo, incluso cambiamos con el paisaje?

Huele a verano, a calor, a chicharra, pero ya no huele a tu cuerpo abrazado al mio mirando el mar.

Recorro los mismos pasos que dimos y puedo ver como en una película de fotogramas, pequeños instantes nuestros que como hologramas danzan en el bello baile de tu amado recuedo.

Cuanto mas vamos a recordar sin sentir ese vacío, ese dolor que me dice que ni siquiera supimos regalarnos esta aventura sentenciada a fracasar.

¿Es fracaso o abandono? ¿Es principio o es final?

Y por primera vez vengo aqui sola, tratando de afrontar mis fantasmas, mis demonios que llevan tu dulzura en los ojos, tus afilados colmillos tras esa sonrisa amable y servicial.

Tanto nos pudimos ocultar la verdad, tras caricias efímeras y expectativas que no acompañaban a la realidad.

Y ahora observo el basto océano sin final, ese que tanto amabas y te atrapaba, ese que ansiabas sufear. Miro sus olas, belleza creada que besa la orilla como dulce final.

Y viendo esos pequeños fragmentos de paz en el agua cristalina y salvaje. Esas luces y tintineos frágiles que golpean una y otra vez la roca, moldeandola, haciéndola parte de sí misma, preparandola para encajar.

Asi siento que me prepara la vida, a golpes, sin ti, sin maro, sin banda sonora.

Hacia otro camino que no quiero navegar.

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