CAPITULO I

Esa mañana pude ver una gota de rocío, que cayó en la madrugada y se asentó en un pétalo de rosa, que con los primeros rayos del sol tomó la apariencia de un diamante, encantando a todos con su brillo y pureza…

En ese momento me di cuenta que, una parte de la vida esconde una luz brillante, hermosa e inigualable. Pero todo lo bueno tiene su peor lado. Me llamo Rachel y les voy a contar mi historia de cómo mi vida cambio con tan solo una palabra.

Mi nombre completo es Rachel Márquez Vélez, estoy en mi décimo séptimo año de vida, último año de bachillerato, vivo con mi madre Yaneth Marquez, una mujer hermosa; su cabello de un color muy peculiar un dorado envidiable, sus ojos un color miel inigualable, y su rostro blanco como la misma porcelana. Mi hermano Jonathan, un muchacho alto, su piel mestiza y sus ojos miel, con tan solo 15 años.

Sentía como los rayos del amanecer entraban de forma descarada iluminando cada rincón de mi cuarto, molestaban mis ojos, no pude evitar moverme de lado a lado en aquella colcha tan suave mientras las cobijas cubrían mi piel, a distancia una persona podría decir que estaba forzando mis movimientos.

Por desgracia mis oídos estaban siendo torturados gracias a un sonido tan perturbarte que sobresalía de la habitación, mi única acción fue detenerla bruscamente.

  • Mierda
  • ¿Me abre demorado?
  • Vaya me quedan más de dos horas – Dije irritada
  • ¿Me veré bien? – No podía asegurar una respuesta positiva, no me sentía cómoda, quise abandonar el pensamiento y bajé.
  • ¡Huelen delicioso!
  • ¿Aquella mujer, soy yo?
  • Definitivamente me veo olvidada
  • Te vez patética.

Fue lo único que pensé mientras observaba detenidamente la pared, que casualmente estaba pintada de blanco, tan simple como un papel, pero tan hermoso como la nieve. De un movimiento veloz mi posición cambió, me quedé observando el reloj del celular, preguntándome si enserio necesitaba esto.

Después de recapacitar me dirijo a la bañera, la única forma para quitar el olor a humano. Retiro la única prenda que aislaba mi cuerpo. Sentí frío seguido de una leve brisa que logro erizarme, era una sensación insoportable, me adentro un tanto irritada y para mi mala suerte no había la temperatura deseada….

Mientras que las gotas heladas caían por mi frágil cuerpo, mi mente divagaba y la vista se enfocaba la pared, y ahí estaba yo jugando con los cabellos que se desprendían de mi cabeza, con lo mucho que hay pensando en lo poco que me queda.

Salgo sin remedio y me envuelvo en una toalla, mientras que de mi cabeza resonaba una pregunta perturbadora.

Para calmar mi sufrimiento lo primero que agarro es el celular, fijando mi atención en la hora

Sufriendo por la tontería que hice me designé a vestirme, sin evitar molestarme por segunda vez.

Ah desayunar…. El momento más fastidioso de la mañana pensé aburrida. Fui directo a la cocina y presencié una escena un tanto desgarradora, Jonathan se encontraba recostado en la mesa, con una cara de angustia.

– No hará el desayuno ¿Verdad?

– Tienes cosas más importantes, como arreglar la casa

– ¿Más? ¿Para qué?

– No lose

Mi madre nunca fue la mejor, pero en ese entonces era muy incrédula para darme cuenta de que las cosas empeoraban. Decidí prepara lo más sencillo, unos huevos. Ya después de servirlos no pude evitar decir:

Ya servido en la mesa me senté, le di a Jonathan su plato, y me deleité con la forma en la que disfrutaba cada bocado, por mi parte cogí un tenedor y recogí un gran bocado dispuesto a entrar en mi boca, pero ¿qué sucedió?

Sentí una sensación de vomitar. Desvío el bocado y siento como mi estómago se relaja… Mierda, Gracias madre. Dije irritada. Al parecer la gastritis me molestara hasta que me muera, pensé en forma sarcástica, obligada mente, me comí todo.

Mientras Jonathan lavaba los platos, regresé al baño y me quedé anonadada, sin más remedio me pregunté un poco asqueada.

Mi rostro se veía cansado; con ojeras, una expresión de angustia y fastidio, mi frente cubierta de imperfecciones logrando identificar la pubertad, las cejas poblaba das y desarregladas, aquellos labios carnosos y rojos, el poco de cabello que tenía enredado resaltando la friz.

Nunca me vi en la necesidad de ocultar mi verdadero yo, pero me sentía y veía mal, no podía permitir que la gente supiera que me pasaba algo y decidí maquillarme. Lo hice de forma muy torpe. Antes de mostrar el resultado ante el mundo, tenía que aprobar mi apariencia y lo único que pude decir fue:

Era verdad, me veía ridícula, decidí quitármelo de forma agresiva, sin omitir que me sentía mal. No pude evitar cuestionarme. ¿En verdad es necesario que me embarre todo eso? Considero que los logo tipos de vestimenta, en donde estamos obligados, está mal, acaso ¿es necesario usar ropa de marca? e ¿intentar con el maquillaje ocultar todas nuestras imperfecciones?, es innecesario, ¿porque ocultar lo que somos?

Ya salida del baño, agarro mi mochila, Jonathan se encontraba leyendo un libro cuando levanto su vista y me regalo una cálida sonrisa.

– ¿Vamos?
-Vamos…. Adiós madre – logre dedicarle antes de partir a la única persona que se merecía esa posición.

Después de 15 minutos llegamos a nuestro destino, nos bajamos y nos quedamos unos segundos contemplando nuestra futura prisión. Un edificio grande, de color blanco, sus jardines bien cuidados, el pasto bien cortado y recién mojado.

Ya entrando nos percatamos de sus pasillos limpios, los casilleros todavía tenían ese peculiar olor a recién pintado, los asientos aún no habían sido utilizados, los borradores y marcadores en sus lugares nuevos y listos para ser utilizados, el tablero blanco preparado para plasmar las ecuaciones más difíciles de álgebra, o los horarios para presentar los parciales.

Así era mi institución. Gimnasio colombo británico – Bogotá, Colombia. Un lugar exclusivo para los estudiantes más aplicados. Me despedí de Jonathan y me dirigí a mi casillero, admito que me sentía incómoda. Era el primer día, y algunos de mis amigos ya no estarían conmigo.

Cuando la vi. Era mi mejor amiga Lina Brown, una chica de 16 años con su apariencia inalcanzable. Rubia natural y unos ojos color azul, que a la luz de sol se le tornaban un color esmeralda, era muy linda imposible despegar los ojos de los de ella.

Se me acercó estirando los brazos con la intención de abrazarme, la cual yo correspondí, para demostrarle mi cariño.

– Lina

– ¡Rachel! ¿Cómo estás?

– Bien. ¿Qué tal las vacaciones?

– Bien – Mientras que su mirada contemplaba la nada, demostrando un brillo peculiar

– Demasiado diría yo, ya cuéntame ¿qué sucedió? – Demostrando mi entusiasmo

– Bueno, es que mis padres se fueron el fin de semana de viaje y pues estuve con mi novio y ya te imaginaras que paso – Decía mientras ocultaba su muy evidente sonrojo

– No lo puedo creer
– Creo que hice lo correcto, es que me siento tan segura con él… Puedo ser yo.
– enserio, me alegro…. yo la verdad no vi a nadie.

Si conocieras a Lina podrías llegar a la conclusión que era una chica ansiosa y entusiasta con la vida, le gusta la fiesta, salir a la calle, la típica adolescente. En cambio, yo era un poco más calmada no me interesaban los chicos ni las fiestas o al menos salir, éramos como dos polos opuestos que se atraían.

– Enserio Rachel, vamos amiga deberías salir más, en especial conmigo – haciendo un puchero.
– amiga sabes que te adoro, pero no me gusta.

Mientras recibía los lamentos de Lina sentí una mirada muy penetrante, desvíe mi vista, y choque con esos ojos. Era Levi Smith, un joven de 19 años; alto dándose a notar con su piel blanca y pálida, tenía el cabello negro rapado y liso sin exagerar, su estilo de chico malo; chaqueta de cuero, Jeans negros y unas botas del mismo color. Pero lo que más lograba sorprenderte eran sus ojos color zafiro, aquella mirada fría y vacía lograba en ti un dolor como si te clavara un cuchillo era tan intimidante que lograbas ponerte nervioso tan solo con su presencia. Siempre demostraba su personalidad, extrovertida y misteriosa sin omitir que a veces podía ser un poco pícaro y coqueto… pero era un hombre.

Por obvias razones era catalogado como uno de los más populares era inevitable no ponerle los ojos a ese muchacho, con esos músculos y cuando está en su entrenamiento de fútbol y se quitaba la camisa mostrando al descubierto su abdomen bien marcado haciendo que todas las chicas babearan, algo que no me sucedía a mí.

Me percaté que no me quitaba la mirada y le seguí la corriente, fue un momento de torpeza. Nunca me había tomado la molestia el seguirle la corriente a un muchacho. Sin previo aviso note como se me acercaba. Mi cuerpo se empezó a agitar, mis manos temblaban y mi corazón poco a poco se aceleraba, algo que se me hizo algo raro viniendo de mí, la chica que como la habían catalogado los chicos » la corazón frío y podrido»

-Hola

-Hola, ¿cómo estás?

-Bien gracias, y ¿tú?

–Bien. ¿Qué tal las vacaciones?

-Pues las verdades estuvieron algo movidas: Fiestas, salidas no me quejo y ¿tu?

-Sinceramente nada, sólo leer y comer como si fuera un parásito.

Los dos sacamos una risita

-Por lo menos descansaste. Yo solo vine a decirte que te extrañé mucho.

Aquellas palabras que me había dedicado aquel azabache habían logrado sorprenderme, ninguno ha sido capaz de manifestarme algo parecido, todos tomaban su distancia conmigo. Además, que el chico más lindo de la institución hable conmigo sabiendo que ahí chicas mucho más lindas que yo y se fija en mí, no era común.

Cuando sonó la campana termine de guardar mis cosas en el casillero, y él me sugirió desplazarnos hacia el aula, para evitar un regaño. Ya entrando me acomodé en mi asiento, pude observar como otro muchacho se acomodaba en el pupitre a mi lado. Era mi mejor amigo Taylor, un muchacho alto acuerpado, reflejaba felicidad en sus ojos color dorado, sus cabelleras doradas como el oro, era todo un personaje.

Era la primera clase, me sentía muy aburrida, empecé a realizar líneas sin ningún fin y sin sentido alguno terminé dibujando a mi maestra de francés. Admito que sus facciones eran muy graciosas, era fácil moldear la a tu gusto, se lo mostré a Taylor, le pareció tan gracioso que no pudo evitar reírse en voz alta, logrando la atención de todos.

-Jajaja voy a enmarcarlo y ponerlo en mi cuarto.

Cuando la Sra. Pueyrredón nos nombró:

– Señorita Adams y señor Miller, ¿tienen algo que compartir para la clase?

-No – dijo serio.

– ¿No? enserio, entonces no te importará mostrarme el papel que envuelves con tu mano – cruzando los brazos seria.

– No, no es nada

– ¿no?, dámelo

Tyler tiro él papel por la ventana, y como era de esperarse, recibimos un regaño. En el almuerzo nos dirigimos al patio, Lina y a su lado su novio Michael, un muchacho alto de piel color caramelo y unos ojos cafés, sentí un ambiente pesado ya que se estaban comportando de forma muy cariñosa, pero no me sorprende siempre soy el mal tercio. De forma desesperada busqué una salida, y vi un kiosco.

-Lina, mira ese kiosco creo que me sentare allí – Aliviada

-¿Segura?

-Por supuesto

-De acuerdo – Se acercó y me abrazo

Cuando subí me percaté que estaba hecho de madera muy lindo, tenía una vista hermosa y decidí sentarme a leer mi libro. Paso un periodo de 20 minutos, cuando escuche un grito, logrando llamar mi atención.

-¡¡Rachel!!

Me asomé hacia abajo y supe de dónde provino ese grito.

-desde aquí el brillo del sol ilumina tu cabello y ojos mientras lees ese libro ¡te ves muy linda!

-¿por qué no subes y me acompañas? – gritando

Me arrepentí al instante, tal vez fui un poco atrevida pero cuando me di cuenta él ya estaba prácticamente al lado mío. No dijimos nada, ni siquiera nos volteamos a mirar simplemente nos quedamos mirando la vista. Pero solo costo un segundo para sentir esos ojos mirándome fijamente.

-Rachel yo quería decirte algo

En esos segundos no pude evitar tornar mis mejillas aun color rojo

– Sé que casi no nos conocemos, nuestro tiempo conociéndonos es muy corto, pero admito que eres una persona muy especial para mí, alguien la cual no puede hacer falta en mi vida, y me gustaría conocerte más saber de ti.

Me pasó su celular con el fin que le diera mi número, la cual hice mientras los nervios y la emoción recorriera todo mi cuerpo, se sentían como pequeñas descargas de adrenalina. Ya después del descanso regresamos a clase nos tocaba filosofía, no era tan aburrido porque el tema era el materialismo, pero aun así no prestaba atención, mis pensamientos no me lo permitían, cuando siento vibrar mi celular.

– Oye hermosa y si ¿presta atención?

– Y tu ¿por qué me miras en clase? Acaso ¿Te guste?

– es inevitable ver tu hermoso rostro ¿algún problema?

– está más lindo el rostro de la maestra y deja de decir tonterías.

-Claro Rachel, en especial su verruga, yo nunca miento. Estas hermosa.

Los dos nos reímos alto pero la profesora no se dio cuenta, o no le dio importancia.

Sin contar con ello el primer día estuvo aburrido. En la salida me despedí de mis amigos y fui a el estacionamiento donde esperaba a Jonathan. Cuando vi que Levi también se encontraba allí.

– Oí mocosa ¿qué esperas?

– A mi hermano. ¿Por qué? – Cruzando los brazos

– Creí que esperabas a alguien más – Desviando los ojos

– ¿Cómo quién? ¿Mi novio? – Mientras mi rostro formaba una sonrisa de medio lado

– Si fuese así te obligaría a irte conmigo. – Serio.

– Acaso ¿estas celoso?

– Ja yo ¿celoso? obvio no, con tan solo decirte que sé que no tienes novio – mientras se acercaba.

– Quien lo diría el famoso Levi Smith además de celoso, acosador

– Hay Rachel, sabes que no es así

De repente Levi transformo su expresión seria a una sorprendida

-¿Qué sucede?

-¿Es tuya? – Recostándose contra mi moto

-Si. Es mía ¿te gusta?

-Si, el color azul metálico no la hace ver tan niña

-Ja tan gracioso, pero si es un color muy lindo

-Y ¿la tuya?

-¿ves esa de allá? – señalando una moto grande negra con grafitis blancos

-Esta muy linda

-No tanto como tú

No pude evitar ponerme roja hasta que mis orejas se sintieron calientes – no digas eso, apuesto que ya has llevado a más de una chica en esa moto.

– pues si contamos a mi madre si, aunque la odia. Dice que le da miedo.

– Si… La mía es igual

– ¿quieres ser la segunda en subirte? – Dijo con una sonrisa de medio lado.

– creo que en otra ocasión – pude ver como desde lejos Jonathan se acercaba hacia nosotros.

– bueno mocosa me tengo que ir, además tu hermano viene hacia haca /- me dio un beso en la mejilla se subió en la moto y se fue.

– adiós…. – dije susurrando, sin lograr que el escuchara

– Rachel, ¿vamos? – dijo un tanto sorprendido por la escena que había presenciado.

– a…. ah hola, si vamos

Nos subimos en la moto y nos fuimos del lugar. Al entrar a nuestro hogar pude sentir que había una cuarta persona, me asomé a la sala y hay estaba un muchacho, sentado con mi madre, ella se levantó y nos presentó.

-Hola chicos me gustaría presentarles a un amigo, él es leo, Leo Thompson, tiene 38 años y hoy nos va a acompañar en la cena.

Pensé que muchacho tan joven, aunque mi madre lo es una excepción con tan sólo 35 años. Mi madre me dio a luz cuando tan sólo tenía 17 años, y se ve igual de hermosa.

Saludamos cordialmente a leo; alto, castaño con el cabello esponjoso, ojos color marrón, una barba bien cuidada, y un muy buen gusto para la moda, una camisa de Leñador manga corta la cual hacían al descubierto sus enormes músculos, unos Jeans apretados negros que hacían notar sus glúteos bien marcados y unas botas negras.

-Hola muchachos es un gusto conocerlos – dijo con su voz varonil que te hacían poner los pelos de punta.

Después de eso nos dirigimos a la mesa comer todos y madre nos preguntó.

– ¿qué tal su primer día de clase?

-bien – dijimos al unísono.

Ya al terminar de cenar, mamá recogió los platos de la mesa cuando interrumpió la paz que se presentaba.

-Jonathan, leo nos hizo el favor de arreglar tu carro ya no será necesario que te vayas con tu hermana.

– muchas gracias leo – se levantó y se retiró del lugar.

– Creo que también, me retirare – me levanté y me dirigí directamente para mi cuarto.

Subí las escaleras con rapidez, cerré la puerta, mientras dejaba la maleta en el escritorio vi aquel cuaderno, era grande. Estaba mi ser en su mayor esplendor.

CAPITULO II

Estaba muy concentrada realizando mis labores cuando escuché las notificaciones de mi teléfono, supe en ese mismo instante que era un mensaje, pero no cualquier mensaje:

– Hola hija, me preguntaba si ¿podríamos vernos en el parque?
– Hola, padre. Por supuesto
– te adoro mi niña.

En ese momento presencié una esencia que jamás creí volver a ver… la mujer que me dio la vida, tenía en su rostro una sonrisa delicada pero sincera, su piel se veía más sana de lo normal, sus cabellos lacios y monos con ese brillo y sus ojos, de sus ojos desprendían pureza de vida. Ella era vida en ese momento, para no molestar le hice una seña y nos dirigimos a la cocina

– ¿Que sucede hija?
– mi padre me está esperando en el parque, ¿puedo ir?
– aggg, si claro – triste
– ¿qué sucede?
– ah no nada solo que se me hace un poco raro, no te demores.
– ok.

Cuando iba de camino me quede pensando un poco, ¿porque se habrá comportado de esa manera al mencionar a mi padre?… Desde que tengo memoria, mis padres nunca se llevaron bien, la falta de comunicación lograba que cada segundo de nuestras existencias fuesen un infierno, nunca logre encontrar mi paz o solo la sentía en mis sueños, lugar donde yo misma decidía el destino de todos. Todo tiene su final y el amor que nos unió lo encontró rápido, lo bueno es que fue mutuo o bueno eso es lo que me hicieron entender.

Decidí no preocuparme más por ello, y continúe mi camino. Cuando llegué al parque lo vi sentado en un columpio, mirando la luna que se ocultaba cada vez más con las nubes, los recuerdos siempre aparecen en los momentos más inesperados.

Tan solo era una niña, al principio nuestra familia fue la que más me demostró que el verdadero amor existe que por más disfuncional que fuese, siempre intentábamos mantenernos de pie y para demostrarlo siempre veníamos en este parque a ver la luna… No pude evitar sacar una pequeña lágrima, pero me la sequé rápido y fui directamente donde estaba. Me senté en el otro columpio, no me miro, sólo me dijo con una mirada perdida como si intentará recordando algo importante.

-Recuerdo cuando venía con tu madre, contigo y Jonathan, no ha cambiado nada…

-sí, pero ese recuerdo no importa ahora – respondí con un tono frio.

El me miro, dedicándome una sonrisa paterna.

– Si tienes razón, pero quiero que me prometas una cosa.

– Lo que sea padre

– Quiero que mires las estrellas – Dijo aquel hombre señalando el cielo -ellas serán tu sendero… aquellas que nunca están solas. Ellas te guiarán y recordarán la luz… la única y débil que descaradamente intenta esparcirse por el pantano más podrido llamado vida. Aquella llena de esperanza que crees haber perdido en los peores trances, y que con todas tus fuerzas te aferres. Anhelo que atesores los momentos que te enseñaron lo única y especial que eres, que, sin ti más de una vida no tendría sentido, pero lo más importante. Recuerda al primer hombre de tu vida como tu héroe como era antes cariñoso, amoroso lleno de esperanza por ver a sus niños… a su ¡HIJA! A su pequeña guerrera triunfar, deseoso de la libertad, que cuando imaginaba un mundo sin corrupción y guerra sentía pequeñas excitaciones y descargas eléctricas repletas de adrenalina recorrer todo su cuerpo, que lo impulsaban a revelarse y luchar… y olvida la persona que vez ahora, capaz de lastimar, pisotear hasta el más pequeño, tan solo por intentar sobrevivir.

Nunca conocí esa faceta de mi padre… tan decidido y adolorido por como su vida se desplomo, definitivamente no lo conozco, aunque fuese mi debilidad, mi primer hombre, no podría decir con seguridad que lo conozco de toda la vida, pero, si puedo decir, que yo daría mi vida por ese hombre. Después de escuchar cómo me dedicaba aquellas palabras, no pude evitar preguntar descaradamente.

– ¿Porque? Porque lo hiciste yo pensé que eras feliz con mi madre…. feliz con nosotros.

El sólo se designó a sacar un cigarrillo y encenderlo, me ofreció uno y lo acepté, ninguno de los dos hablo, éramos padre e hija disfrutando de una hermosa noche…. Cuando se sintió asqueado por el olor y el ardor que los químicos le provocaban en todo su cuerpo lo boto y lo piso, mientras sentía como su respiración se tornaba a una más forzada, había suspirado de forma frustrante. Mis sospechas se habían aclarado, no conocía ni la mitad de este mundo.

  • Mira flaca….

Aquel apodo que con tanto cariño acepte desde niña… un tsunami de recuerdos se desplomó por todo mi cerebro logrando en mi felicidad esparciéndose por todo mi cuerpo porque me aseguraba que alguien me tenía aprecio, que tenía miedo que me alejara de su lado.

-Éramos jóvenes; los permisos eran fáciles de obtener, el dinero siempre estaba a nuestra disposición gracias al sudor de nuestros padres, la noche siempre fue joven, la belleza de cada uno tanto física como mental era fresca. Todo estaba a nuestro alcance, nunca creímos que consecuencias de nuestros actos afectaran a terceros, en especial a las criaturas más inocentes y débiles que la vida nos puede ofrecer … fue cuando llegaste tú. Una nena que sabíamos que nos completarías, y te criamos los dos con mucho cariño y felicidad.

Aggg …Luego comenzaron los problemas; deudas, peleas, ganas de no continuar; aburrimiento de nosotros mismo, de la rutina de siempre, hasta el punto de querer separarnos, decidí hablar con tu madre de lo que estaba pasando, pedimos ayuda y logramos solucionarlo por un tiempo. Tú solo tenía 4 años.

Pero solo basto un cuarto integrante, para que todo se derrumbara. Nunca culparía a Jonathan por nuestras decisiones, pero había llegado en el momento menos indicado. No lo soporte más, tu madre se quedaba en tu cuarto y yo me quedaba con él, no éramos capaces de dirigirnos la palabra, parecíamos dos desconocidos compartiendo el mismo techo. Lo que era el amor la fuerza y la unión de todo se estaba transformando en odio. Entonces la conocí Jenny una mujer con vida y felicidad, algo que tu madre ya no me ofrecía y ocurrió el error.

Cuando tu madre nos vio en ese momento me sentí basura, me había convertido en la persona que más eh odiado en esta vida. Un cobarde, había lastimado a la madre de mis ángeles, después de ello no pude evitar contarle que todas las pertenencias de ella se las ofrecía a esa mujer como obsequio, mientras tu madre los regañaba por saber dónde se encontraban.

– No más – Le exigí con el corazón en dos

-Lo lamento, Rachel…

No dije nada, solo sentí un dolor en mi pecho, mientras las lágrimas se derramaban poco a poco, sentía como recorría mi mejilla, estaban calientes. La única acción que pude hacer fue levantarme y abrazarlo, había logrado debilitarme, en ese entonces mi orgullo no existía porque estaba en frente de mi gran debilidad la persona por la cual yo daría mi vida, aquella presencia que le da sentido a mi vida… Mi padre.
Nos acostamos en el pasto y contamos las estrellas como en los viejos tiempos mientras contábamos como eran nuestras vidas sin la presencia de cada uno.

El me comento que su vida con Jenny era hermosa, que estaban esperando un niño la cual le llamarían Daniel, y lo amarían por siempre, le darían todo el cariño que se merece, algo que no le pudo ofrecer a Jonathan, pero que, aun así, le tiene un espacio en su corazón.

Paso el tiempo, ya era tarde y decidí marcharme, me despedí de él, fue muy duro, pero sabía que, en algún momento de nuestras vidas, nos reencontraríamos….

Cuando llegué a casa cerré la puerta con mucha delicadeza para no interrumpir a nadie, me percaté de que leo ya se había ido, no sin antes dejarle una pequeña sorpresa a mi madre que estaba arreglando la cocina, mientras Jonathan estaba jugando play en la sala.

– ¿jugamos? – Pregunto mientras me ofrecía un control
– Esta bien, pero no llores si te gano
– Ja, eso ya lo veremos.

Jugamos una larga partida, se podía observar a simple vista; nuestras facciones desfiguradas, las expresiones demostraban concentración, de las frentes un líquido que escurría por el calor y los dedos cansados por movimientos forzados. El silencio era ahogado por nuestros gritos provocados por la situación.

“Pasen el balón “ “Pero era gol” “No, eso no es falta”Al final me di cuenta que no era buena para jugar, porque Jonathan prácticamente me había aplastado. Sin previo aviso sentí una tercera persona en la habitación y sabía que era mi madre, sin poder evitarlo giré mi vista un tanto… su rostro demostraba duda mientras que sus manos jugaban con el listón que amarraba la caja tan bien decorada.

– Bueno es momento de mirar la sorpresa de Leo

Abrió La caja nerviosa, sus manos temblorosas y sus ojos dilatados la delataban. Poco a poco fue sacando el contenido de la caja:Una carta, dulces, una pañoleta y un CD. No era un regalo tan común.

– mira el CD mientras disfrutas de los dulces si quieres puedes verlo con los niños te quiero mucho – Dijo en voz alta mi madre, mientras miraba si la carta decía otra cosa.

– Niños, ¿les gustaría ver?

En ese momento no se percató que nosotros ya estábamos acomodados con mucha curiosidad, mamá puso el CD y apreciamos a aquel muchacho.

-El amor…nunca eh tenido un concepto claro, siempre me dedique a la búsqueda del significado de aquel, ni siquiera sé que es ¿un sentimiento? ¿un problema mental? ¿un sueño? ¿una luz de esperanza? ¿una necesidad del humano para no sentirse solo o para procrear? Aggg…. Sé que uno de los pasos más importantes antes de poder pasar al amor, es la amistad y te juro Yaneth, que nunca había tenido una amistad tan única como la tuya, gracias a esa amistad me siento en la necesidad de compartir contigo todo, que seas la primera en enterarte todo lo que suceda en mi vida. Y para demostrar el como yo me siento vamos a jugar y el resultado de aquel lo podremos llamar…. El fin de la espera.

Primero llama al de la pizzería De Luis y di en tu pedido «hoy es el día».

Mi madre un tanto nerviosa, ser acerco al teléfono y marco.

-Buenas noches, pizzería de Luis, en que le podemos ayudar?
– Hoy es el día..
-excelente, su pedido llegara en 5 minutos, espero lo disfrute.

Colgó*

Después mamá se acercó a la sala para continuar…

El segundo paso. Rachel quiero que le tapes los ojos a tu madre con un pañuelo que hay en la caja.

Me acerqué a la caja emocionada, y noté que en el fondo había un pañuelo color azul.

-Mamá date la vuelta

En eso mi madre se inclina y le tapó los ojos con aquel pañuelo, que al parecer olía muy rico.

-ummm, huele delicioso /- decía mi mamá muy alegre
– ¿reconoces el olor?
– por supuesto hija, es su perfume.

El tercer paso, es que pongas la radio en la estación 9.54.
Jonathan lo hizo y le subió un poco el volumen.

Cuando logramos escuchar la voz del interlocutor.

– está canción es dedicada a esa persona especial llamada Yaneth Jones, de parte de tu amigo leo, ojalá la disfrutes…

mi mamá no pudo evitar que su rostro se tornara un color rojo de la vergüenza, de momento comenzó a escucharse la melodía.

HÁBLAME DE TI

mi mamá se puso a llorar un poco de la felicidad.

Me dijiste hola….
Con una sonrisa por cierto bonita como el mismo cielo,
Te puse nerviosa,
Cuando por travieso te toce tu pelo,
Era la primera vez que te miraba todo fue tan tierno.

Nunca lo olvide
Te dije mi nombre
Me dijiste el tuyo
Y después charlamos unas cuantas horas

Hubo una conexión desde el primer instante te veías hermosa
Eras como un ángel

cuando terminó la canción, tocaron el timbre, dirigí a mi madre hacia la puerta, y nos percatamos que era un señor con la entrega. A él no se le distinguía el rostro, cuando el abrió la caja de la pizza, le quite la venda a mi madre. Se podía ver como estaba cubierta de gomitas con una frase muy peculiar «me gusta cada parte de ti».
Entonces el señor se quitó la gorra, era leo.

– Se arrodilló en frente de ella y le pregunto/- ¿le gustaría ser mi novia, señorita?

– Si/- un tanto sorprendida y feliz.

Leo se levantó y la beso, fue un momento hermoso, para mí fue un poco cursi, pero a ella no le importaba.

– Definitivamente…. es el fin de mi espera /- dijo mi madre contenta.

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