Cuantas sensaciones me vienen a mi corazón cuando te recuerdo, Ho mi amado tesoro extraviado. Aún se me hace un feo nudo en el estomago, al momento de portar mi memoria hacia esa bella ocasión.

Y, es que hablar de ti. Mi querida historia. “La Guajira”. Es hablar de un gran esfuerzo y entrega al componerte; hablar, De horas de trasnocho con pasión, buscando que los personajes sobre ti plasmados, lograran trasmitir en el corazón de muchos; cantidad de sorprendentes emociones al leerlos, logrando así, a través de ellos identificarlos.

También aborda mi memoria, aquella noche en que te comencé a desarrollar. Dios mío, con cuantos errores al escribir (risas); la verdad parecía, como ese primiparo caminante perdido, al cual le cuesta con facilidad distinguir el norte del sur. Y no es para menos; ya que bien era sabido de que en aquel entonces era apenas un polluelo, que contaba con escasos doce años de edad, al igual que de inexperiencia en la redacción. Pero cabe reconocer, que no importando eso, yo lo disfrutaba como nadie; disfrutaba imaginar y tratar de grabar cada imagen por mi mente, atravesada.

Habiendo pasado ya algún tiempo, cuanto, no lo se. Pude al menos adquirir un poco de conocimiento en redacción y descripción, gracias a los pocos libros que leí y me enseñaron. Así logré retomarte de nuevo e iniciarte, pero eso si, con mayor detallamiento.

La verdad, era lo máximo para mi, estar encaminado en ese fantástico mundo de aventuras imaginatorias. Y no había día que no agradeciera a mi amoroso Dios y padre, el haberme dotado de tan inmerecido y maravilloso talento, con el cual pude comprender que se podía llegar hasta lo mas hondo y hermoso que reposa sobre todo ser humano, el alma.

Pero ya bien conocemos, que es este en realidad un camino de rosas; pero con espinas, ya que estas las portan, y es casi inevitable que en algún momento de nuestras vidas, con alguna de ellas nos podamos llegar a lastimar; y lo digo porque todo iba de maravilla. Solo hasta ese fatídico lunes de pascua, en que queriendo continuar con el relato, me atravesó el corazón, la espina mas grande e inesperada en el camino. Y esa fue, El haberte perdido, pues lo único que encontré, al abrir en actitud emotiva aquel archivo, no mas que un colorido titulo; titulo que irónico y casi burlón me indicaba volver a continuar desde el principio, ya que el resto del relato que lo antecedía, se hallaba totalmente desaparecido, tanto, que ni con un sencillo control z pudo ser recuperado. Que feo desaliento, que crudo escalofrío, no se va de mi memoria ni mi cuerpo.

Tan fuerte fue, que lo único que pude hacer frente a la aparente perdida, y desilusión que sentí, fue solo adelantar la otra historia. “La mansión Montalbán”.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, ya que se que en cualquier momento Dios me regalará la oportunidad de continuarte de nuevo; pero ahora, mejor.

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