El viaje de mi vida

Me encanta viajar, sentir la frescura de ver sitios nuevos, descubrir cada día un lugar distinto, y conocer gentes, lugares, olores, costumbres y ver a través de mis ojos como es el mundo, un mundo inquieto y vibrante que espera ser descubierto.

No se bien cuando empezó todo, pero se que desde hace mucho tiempo vengo haciendo lo que hago. Estoy en un autobús sentado mirando por la ventana, está mojado por fuera y empañado por dentro, se nota frío al tocarlo con los dedos, apenas se puede distinguir el paisaje, a veces veo borrosas las siluetas de algunos arboles, aún con las luces encendidas en las farolas de la calle, pues está amaneciendo y la luz del día va comiendo terreno a la oscuridad de la triste noche. Por el cristal delantero se puede ver una carretera sinuosa con un poco de neblina, con farolas a los lados, pero poco más se alcanza a ver. Ya en el interior se aprecian los detalles de un autobús de línea cualquiera, en el que viajamos pocas personas, no es la ruta ni la hora más concurrida. Delante de mí a sólo unos asientos hay un hombre de unos cincuenta, viste un traje oscuro, pero se ve que desgastado por el paso de los años, se puede ver que con el cansancio del viaje, está dormido con la cabeza apoyada sobre el cristal, detrás no tengo a nadie pues en líneas así te puedes dar el capricho de escoger sitio, y mi preferido siempre es casi al final donde puedes ver todo el que entra, y tener todo a la vista, me gusta analizar e imaginarme las vidas de mis compañeros de viaje. Más hacia adelante a unos metros puedo apreciar, la silueta de una mujer con unos auriculares puestos, y la mirada perdida en el difuminado paisaje del cristal opaco. En verdad hay momentos en los que aunque estemos físicamente en un lugar nuestra mente se encuentra en otro muy lejano, y es la sensación que me transmite esta compañera de viaje, desconocidos que compartimos un vehículo hacia un destino incierto, pues en la vida, cada decisión que tomamos es al fin y al cabo como un viaje, una transición que nos lleva de un sitio a otro, sólo que a veces nosotros escogemos el destino y otras no, pues en el viaje pasan cosas que pueden cambiarlo todo, y variar por completo las metas que nos pusimos. Pero así es la vida decisiones nuestras, y factores que cambian, que nos llevan de un sitio a otro y en muchas ocasiones, aunque inicies un viaje a un destino concreto, al final acabas en otro totalmente distinto. Pues hay paradas en las que sube gente nueva, otras en las que se bajan conocidos, y otras hay desvíos en la ruta, al fin y al cabo la vida no es sólo el final, esa meta que nos pusimos, lo bonito no es llegar, sino disfrutar del viaje, saber apreciar los matices, la esencia de las personas que nos rodean, pues ahí está la magia, en poder ver lo que puede aportarnos todo el mundo, de todas las personas hay algo que aprender, de unas cosas buenas, de otras conversación, de otras experiencias, sabiduría, de algunas a querer que viajen a nuestro lado, y de otras aprendes a evitarlas, pero a todo el mundo hay que darle una oportunidad, pues aunque hay veces que nos hacen daño, al final ganamos experiencia para en futuro evitar situaciones no deseadas, pero todo, todo eso nos hace avanzar, y aprender. Más adelante de esa mujer tengo a una señora mayor, no se aprecian grandes detalles por que esta delante de mi , a unos cinco asientos, su pelo es blanquecino, teñido por el paso de los años, ella está intentando deslizar la cortina de la ventana que estaba cerrada, se gira un momento para atrás y me dedica una sonrisa amable, como si me conociera de algo, tiene un semblante serio a la vez que tierno, se acomoda de nuevo en su asiento y continuamos nuestro camino, desde aquí no puedo ver a nadie más, no sé si en la parte delantera habrá alguien más. Y aquí sigo sentado en este viaje, que por cierto ya hace horas que no paramos y tengo las piernas entumecidas, y como en ese tipo de viajes largos, aprovecho el cansancio y el aburrimiento para cerrar un poco los ojos. Justo unos instantes más tarde me sobresaltó un frenazo repentino, esta disminuyendo la velocidad el conductor. Y unos metros más adelante se detiene por completo, y sube un chico, yo no diría que tiene más de 9 años, se me hace extraño que viaje solo. Sube sin hablar, y va recorriendo el pasillo avanzando hasta donde estoy yo y se para en el asiento que tengo a mi derecha, pero en el otro lado del pasillo, al pasar se me queda mirando, tiene ojos tristes parece haber llorado, toma asiento y me vuelve a mirar. Yo me incorporo acercándome al asiento del pasillo y le digo:

¬ Hola, ¿viajas solo? ¿Estás bien?

Me miró en ese instante con los ojos llorosos, una cara triste, pero no me contesta, se ve afligido por algo, con lo que vuelvo a insistir, por si de algún modo puedo ayudarlo.

¬Dime que te pasa, déjame ayudarte

Y esta vez se volvió, para decirme.

¬Me llamo Jon, ha pasado algo malo, yo no quería hacerlo, mis padres se han enfadado mucho. Fué sin querer, yo estaba jugando.

¬Tranquilo, yo me llamo Daniel te ayudaré, no temas que ya ha pasado todo. Yo hablaré con tus padres. Dime donde están, donde vives, tu nombre algo para empezar a buscarlos.

Y en ese instante, se quedó mirándome a los ojos fijamente, rompiendo a llorar desconsolado, intento calmarlo, y me acerco a abrazarlo pero no tiene consuelo. Solo me repite una y otra vez:

¬No recuerdo nada, ni mi casa, ni donde vivo, solo recuerdo a mis padres, gritando, aun veo sus caras, esto tiene que ser un sueño señor, no puede ser, recuerdo algunas cosas, pero solo a trozos. Me siento extraño. Y en ese instante me abrazo fuerte y se quedó dormido.

Esto esta empezando a ser un viaje un poco extraño, Y ¿como lo ha dejado subir el conductor?

La verdad es que al subir también me pareció un tipo extraño, no dijo ni una palabra sólo, paró subí e inició de nuevo la marcha, pero ¡como puede dejar subir a un pequeño, solo y en ese estado y no inmutarse. En cuanto pueda despierte este pequeño pienso ir a hablar con él, ahora no me parece correcto dejarlo solo en este estado.

En esto que se vuelve a oír el chirriar de los frenos, deteniéndose de nuevo el autobús, se oyen abrirse las puertas y de seguido cerrarse, justo al instante se ve una silueta de un hombre también con la mirada perdida, avanzando por el pasillo buscando un asiento libre, se detiene casi a la mitad del recorrido y sin mediar palabra con nadie se sienta, mirando hacia adelante pero con el rostro pálido, este viaje se está saliendo de lo común. Nadie habla, hay una calma inusual, pero el camino sigue y seguimos avanzando, todos y cada uno de los pasajeros con nuestras historias, pero juntos hacia nuestro destino, pero no dejo de pensar en cuanto de peculiar tiene este trayecto. Y entre esta avalancha de pensamientos otra vez vuelve a frenar el misterioso conductor, hasta detenerse del todo, de nuevo el abrir y cerrar de puertas y otro personaje entra en escena, esta vez una mujer joven, de unos veinte años vestida con ropa elegante, todo igual, sube y avanza por el pasillo, buscando un asiento donde estar cómoda el resto del viaje, nos cruzamos las miradas, sin más y se sienta un par de asientos más adelante.

Una de las cosas que me llama la atención es que nadie habla, nadie trae consigo equipaje, ni siquiera maleta de mano o bolso, personas solas sin más , actitud extraña, y nadie se baja, solo suben pasajeros, además no hay paradas solo el autobús se detiene sin más, suben pasajeros y vuelta al camino, nadie pregunta nada, solo subimos, nos sentamos y seguimos hasta el final del trayecto. Aprovecho entre tanto para arropar al pequeño que tengo en mis brazos, acomodándolo en los dos asientos, y me decido a ir a la parte delantera para interrogar al chófer, esto no tiene sentido, y tengo un mar de dudas por resolver. Avanzo por el estrecho pasillo entre los vaivenes típicos de un autocar en movimiento, mientras avanzo veo como ya me ha clavado la mirada el conductor por el espejo central que usa para tener vigilado el pasaje, no me quita ojo, me acerco cada vez más, y esa mirada me da escalofríos, ya llego a su altura, y me dice :

¬¿Qué Le ocurre? ¿Puedo ayudarle en algo?

¬ Espero que sí, me estoy volviendo loco ahí detrás, ha visto usted subir a un niño hace un rato¿ verdad?

¬Pues sí, ¿que problema tiene? ¿Le ocurre algo?

¬ Ahora mismo nada, pero el pobre lo está pasando mal, estuvo llorando acordándose de sus padres, y lo más extraño, es que usted lo deja subir solo, sin nadie, no Le pregunta nada, y Le parecerá normal, ¿verdad?

¬Señor, mi trabajo es solo recoger viajeros, no hacer preguntas, solo recojo a quien quiera subir para llevarlo. Es mi labor, recoger todas las personas en mi camino, para que lleguen a salvo a la estación central, allí termina mi cometido. Igual que hice con usted, o ya no lo recuerda. Y por favor no me distraiga más, en breve llegaremos y allí le resolverán sus dudas, en la estación, ahí hay quien le dirá lo que quiere saber, mi función es solo transportar. Y ahora si no Le importa, déjeme hacer mi trabajo.

Ante esa actitud, decido girarme sobre mis pasos y volver a mi asiento, para acompañar al niño, que aún duerme, no sin antes fijarme en las caras de todos, que siguen igual, inmóviles en sus asientos, con la mirada perdida, inmersos en sus pensamientos apenas si me miran al pasarles por el lado. No lo entiendo están como ausentes, al pasar junto a la mujer de cabello gris, me agarra el brazo diciendo:

¬ No te atormentes ya estamos cerca, y se resolverán tus dudas, este viaje te revelará que hacemos aquí, y el por qué de lo que no entiendes, se paciente.

Cuando ya estoy cerca de mi sitio, la chica que había cerca de mí, me mira fijamente pero sigue inmóvil, tiene los ojos llorosos también, sigo caminando pero no entiendo por qué todos están así, me acerco de nuevo a mi asiento, y el pequeño sigue ahí dormido, al menos el está descansando. Me siento en el asiento de al lado para no molestarlo, y me intento de ordenar las ideas, que ahora que intento poner en orden, apenas recuerdo nada de mi vida, apenas rostros borrosos, imágenes fugaces de momentos vividos, unos felices y otros no tanto, me veo de pequeño en unos, de mayor en otros, es como una proyección de mi propia vida, pero no entiendo el significado de esto, permanezco sentado como los demás viajeros de este extraño autobús, de más misterioso destino, y sigo reproduciendo en mi cabeza esas escenas de mi vida, esas que unas me hacen reír, pues veo momentos felices y en otras veo tristeza, son secuencias de mi propia película.

Ahora de repente noto como aminora de nuevo la marcha el vehículo, despierto al pequeño Jon mientras veo a través del gran cristal delantero donde se pierde la carretera bordeada de farolas que iluminan nuestro viaje, una explanada inmensa, con más autobuses estacionados , y decenas de personas andando hacia un edificio de grandes dimensiones muy bien iluminado, nos levantamos al detenerse el autocar, Jon me coge de la mano, y abandonamos juntos el pasillo, dejando atrás las filas de asientos junto con los demás, nos despide uno a uno el misterioso chófer, dándonos la mano con tristeza, al bajar todos se vuelve a su puesto y regresa por el camino donde vinimos.

El inmenso edificio parece desde fuera una especie de templo pero diría yo que muy antiguo, esta construido con piedras blancas, juraría que mármol, y lo corona una cúpula enorme, todo está perfectamente iluminado, y hay entradas en las que se pierden las filas de viajeros, son puertas de madera de un porte grandioso, talladas con esmero, al detalle. Según vamos entrando, se puede apreciar la decoración de las paredes, unas columnas inmensas dan esplendor a tal sala, la iluminación, es uniforme no sabría decir de donde viene tal luz.

Y al acercarnos al centro hay gente esperando, parece como cuando llega un avión al aeropuerto y está la familia esperando, solo que yo aquí no conozco a nadie, avanzamos unos metros más y escuchamos entre el barullo de la gente, a alguien gritar.

¬Jon, Jon, cariño estamos aquí.

En ese instante Jon me aprieta fuerte la mano, mirándome asustado.

¬Son papá y mamá, los oigo,¿ donde están?

Entre la multitud, que tenemos enfrente, aparece un hombre y una mujer, que corren hasta nosotros, en ese momento Jon, me suelta la mano y les sale al encuentro. No lo entiendo, ¿Cómo es posible? ¿Qué hacen en este lugar? Pero al final no importa, por que lo que importa en verdad es que esta familia ha vuelto a unirse. Me alegra mucho saber que algo tiene sentido, al menos él se ha vuelto a unir con los suyos. Se incorporan, con lágrimas en los ojos, y se me acerca dándome un abrazo, y ella me dice:

¬Muchas gracias por cuidar de nuestro pequeño.

¬No hay de que señora, el pobre estaba asustado, y no sabía como encontraros, y por cierto yo tampoco sé como es posible, ¿Qué es este lugar? ¿Cómo han llegado ustedes?

¬No lo sabes, ¿aún no lo has descubierto? Pues este lugar es donde llegamos después de la vida, donde esperamos a los nuestros , hay veces que uno muere y viene a este sitio, y sólo esperas que un autobús traiga a uno de los tuyos para estar con él para siempre.

¬Pero no lo entiendo, si dice que cuando morimos venimos a este lugar, ¿Cómo estaban ustedes aquí ya?

¬Es más sencillo de lo que parece, pues en este lugar no hay tiempo, no existe un antes ni después, solo morimos en algún momento, y nuestras almas vienen a este lugar para unirse y estar en paz, mira nuestro hijo, murió de pequeño, estaba jugando en la terraza jugando, lo dejamos solo un segundo solo, y al volver se había saltado la barandilla para coger un juguete, resbaló y cayó al vacío, vivimos años sin superar su pérdida. Y mira, años después volvemos a estar juntos, como si nada hubiera pasado, ni el tiempo, ni nada estábamos destinados a estar juntos sin más, damos gracias por esta oportunidad que se nos brinda. Pues todo aquel que tenga que unirse con alguien lo hará en este lugar, gracias de nuevo.

Y justo en ese instante,en que intento ordenar mis pensamientos, el pequeño se gira hacia mi, y me da un abrazo, entre sollozos, volviendo corriendo para dar las manos a sus padres que despidiéndose de mi, caminan hacia adelante, mientras se pierden entre la multitud. En este sitio tan extraño, qué ahora ya lo tengo claro, todas estas personas, son tan solo almas, que una vez se separaron.

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