Bajo la Sombra de la Envidia

Bajo la Sombra de la Envidia

Lizbeth Lezama

09/07/2019

Mi historia trata de dos mujeres, que en distinta generaciones, repitieron casi el mismo patrón de vida y digo casi, porque a una mas que a otra le tocó vivir sentimientos y engaños mas fuertes y duros de superar, se trata de madre e hija, que a su manera lograron abrirse paso entre el odio, la intriga, la mentira y sobre todo la envidia, (el mas terrible de los pecados capitales), de la cual nadie escapa. Vea como estas dos mujeres les toca sufrir, pero también disfrutar de los pocos momentos de felicidad que les toca vivir y poco a poco van dejando una huella en todas y cada una de las personas que las conocieron.

CAPITULO I

«La hija de nadie»

En un Barrio de Puerto La Cruz, Estado Anzoátegui de Venezuela, vive Rosalinda, aunque no es oriunda de ese estado, sino de Nueva Esparta; de su Margarita querida, donde solía pasar largas temporadas trabajando con su abuelo materno la artesanía que le gustaba tanto, gran parte de su vida la desarrollo en Puerto La Cruz, en tiempos donde no existía ninguna clase de tecnología y la palabra dada por las personas era lo que mas valía en asuntos de honor y legalidad.

Rosalinda del Cielo Hernández, como estaba orgullosa de llamarse, con su único apellido, el que le heredó su madre. Esta mujer que había nacido guerrera, de aspecto salvaje, su piel morena, con sus hermosos ojos ambar, su nariz perfilada, sus labios bien definidos y carnosos y su mediana estatura, parecía que con su salvaje belleza, semejante a una gitana indomable, la vida le sonreiría, pero no era así; no sabía que buscaba de la vida y no sabía tampoco que esperaba de la vida, todo lo que sabía de la vida era como, cual gitana, se lo dijeran de un futuro muy cercano, por eso muchas cosas que hacía las hacía pensando siempre en ese futuro que ella llamaba destino.

Había sido criada en el seno de una familia, donde vivía con su madre, un padre que no era el de ella, dos hermanos varones menores que ella y por último una hermanita que era la princesa de su mamá, nació cuando Rosalinda era una niña de apenas 10 años de edad. Enseguida que alguien veía ese cuadro familiar se podía dar cuenta que Rosalinda no encajaba en él,como se diría popularmente, era la nota discordante, todos de aspecto palido, piel muy blanca, y por supuesto estaba Rosalinda con su hermosa piel canela, se preguntarán; por qué ella era distinta?.

Porque Rosalinda era hija de el primer amor de su mamá, y con el cual esta se quería casar; pero no fue correspodida por tal razón la madre de Rosalinda la odiaba de tal forma que no la reconocía como su hija y descargaba en ella todas sus frustraciones y amarguras, Rosalinda le recordaba cada vez mas a aquel hombre, pués ella se parecía muchisimo a él, y cada vez mas.

El aspecto salvaje de Rosalinda no se quedaba solamente en lo físico, también se extendia a su caracter, pero este era a su vez el producto de haber soportado el desprecio de su madre, quien día a día le recordaba que ella no merecía nada de la vida, que debería buscar a su padre e irse con él, desde muy niña la ponía a trabajar y a ocuparse de los quehaceres de la casa, de tal forma que ella no pudo seguir estudiando, todos los días desde muy temprano, la cargaba al sobresalto.

-Rosalinda, dale una ducha a tu hermana- gritaba la madre, -muchacha perezosa, cuando sera el dia en que me pueda librar de ella, decía la madre murmurando entre dientes.

-Ya voy mamá- corría a toda prisa de aquí para allá.

-Pon a hacer la comida y luego lava los platos -¡ tanto dinero que tiene tu padre y yo aquí, criandole a la hija!- así le decía la madre de la manera mas cruel, como si Rosalinda fuera la culpable de su fracaso.

-Si, algún día me iré con mi padre, -así se decía Rosalinda para ella misma, muy bajito, ya cansada de tantos abusos.

Rosalinda ya era una hermosa jovencita de diesiseis años y aunque su madre no lo sabía, ella ya había conocido a su padre, fue una tarde cuando hacía las compras en el mercado de Puerto La cruz, estando allí vió llegar a un señor de buen porte, al que todos llamaban » el dueño» , porque decían que tenía varias propiedades en el mercado.

– Allí viene el dueño, vieneee, – gritaban.

-Apurense, de seguro viene a supervisar para ver como esta marchando todo.

Rosalinda no podía creer lo que veían sus ojos, aquel hombre era tan parecido a ella, y lo observó por un largo rato hasta que despertó de su asombro cuando escuchó la voz de una señora detrás de ella decir: -Bueno, bueno muchacha, ¿ te vas a llevar las cebollas, si o no?

-Este, esteee, … si señora tenga cobrese – pero Rosalinda seguia en sus pensamientos, ( ¿será posible?, bueno mi madre siempre ha dicho que mi padre tiene tanto dinero).

Se dirigío entonces a la señora que le había vendido y esta vez iba decidida a saber: -Ah! disculpe señora, ese señor quien es?- dirigiendo la mirada hacia el dueño, solo la mirada,(ya que en esos tiempos no se estaba permitido señalar a nadie)- preguntó Rosalinda.

-Ay!, muchacha, ese señor es un millonario que tiene muchas propiedades aquí- dijo la vieja- Ah caramba muchacha, a veces la gente tiene tanto dinero y no es feliz, mira esta mas solo que la una, jejeje-sonrió la vieja y continuó, ( con un tono melancolico), -Dicen que tiene una hija o un hijo por ahi regao, umm, bueno yo que sé- prosiguió- pero mira como son las cosas, a lo mejor esa criatura debe estar pasando mucha nesecidad. Observó a Rosalinda un rato y dijo en forma maliciosa; -pero viendolo bien, tú te pareces mucho a él,- Rosalinda sintió como un escalofrio recorriendole el cuerpo, -¿ no seras tú la hija abandonada del dueño? ja, porque mira que te pareces bastante.

-Oye, oye comadre, comaaadre, ven acá- decía la vieja- acercate y mira, mira y dime; no es verdad que esta muchacha se parece mucho al dueño?

– Pues, si comadre tienes razón; pero falta saber si ella ya tiene a su padre con ella pues.

-Tienes razón comadre- decía la primera señora- después de mirar un rato a Rosalinda, preguntó: -¿ Oye muchacha y tu tienes a tu papá contigo?, es decir pues, que si ya lo conoces?. A lo que Rosalinda contestó: -No, señora yo soy la hija de nadie, solo conozco a mi madre y con eso tengo.

CAPITULO II

«¿Quién es ese hombre?»

-¡ Oye!, Rosalinda anda al mercado y compra unas papas y unas verduras, para hacer sopa- gritó la mamá.

-Si, ya voy mamá- se alistó y se fue; ya en el mercado Rosalinda pasó cerca de un puesto, donde vendían verduras, al llegar notó que un hombre se paró de un banco o taburete donde estaba sentado y acudió a atenderla. Este hombre era nada mas y nada menos que Malvino Lizarra; como de unos veintisiete años, mas o menos, buscapleitos, malencarado, no muy alto, de piel blanca, buenos rasgos faciales; al ver a Rosalinda puso una sonrisa, un poco retorcida, pues no estaba acostumbrado a sonreir, pero esta vez hizo su mayor esfuerzo y acercandose a Rosalinda preguntó: -¿Qué va a querer una señorita tan linda?, pida lo que quiera que yo le doy hasta el cielo si es posible – esto le recordó a Rosalinda que el cielo lo llevaba como segundo nombre, con nostalgia pensó también que su mamá al ponerle este nombre creería que en verdad ella era el cielo que había tenido con su gran amor- pero bueno basta de pensar en el pasado, despertando de sus pensamientos dijo: -¡Quiero un kilo de verduras por favor, a lo que Malvino respondió -lo que pida la princesa, ¿qué pasará en el cielo que los ángeles se estan cayendo?

A Rosalinda nunca antes nadie la había tratado con tantas atenciones y mucho menos estaba acostumbrada a que le dijeran aquellas bonitas palabras, puesto que solo recibía insultos de su madre. ¿Qué le pasaba?, se desconocía a sí misma, se sentía tímida, vulnerable y ella no acostumbraba ser así.- Algo confundida al fin logro decir: ¡gracias señor!

-Ja, ja, ja, ¿ cómo me dijiste, «señor» ?- Malvino, respiró profundo, tomó un poco de aire, extendió la mano y le dijo a Rosalinda- Hola princesa, me llamo Malvino a sus órdenes,- a pesar de todo lo perturbada que estaba Rosalinda, no podía olvidar que una señorita decente no podía tratar de manos así a un desconocido, tan solo porque le estaba diciendo cosas bonitas; levantó la cara en actitud desafiante y dejando a Malvino con la mano extendida, le dijo: -es un placer conocerlo Malvino, pero si me va a vender por favor paseme el kilo de verduras y aquí tiene su pago, con su permiso, dando la vuelta se retiró.

Al ver marchar a Rosalinda se quedó murmurando entre dientes,( está bonita la condenada, y tiene mucho caracter como me gustan a mí, para domarla, ay, ay caray y no me dijo su nombre, bueno que importa esa va a volver por aquí).

-Mira Malvino, -gritó una vieja del mercado- no te metas con esa niña; porque por aquí se anda rumorando, que es la hija bastarda del dueño y ya sabes que el dueño no te estima mucho que digamos.

-Ah! caramba, caramba, mira como son las cosas vieja metiche, con que si, mejor todavía, así se las cobro toiticas al viejo ese.

Aunque Rosalinda no lo sabía Malvino era un hombre malvado, que no gozaba de buena reputación, ante nadie y mucho menos ante el dueño, quien detestaba a las personas holgazanas como él.

Pasó el tiempo, y un buen día en el mercado, Rosalinda se encontró cara a cara con el mismísimo dueño; quien se quedó como sin aliento, observando un buen rato a Rosalinda y entre cortadas palabras al fin alcanzó a decir: – muchacha, me permites que te haga unas preguntas, y sin esperar respuesta dijo:¿cuantos años tienes y como se llama tu madre?- Rosalinda al ver aquellos ojos transparentes que esbosaban unas lágrimas, y tan parecidos a los suyos, y con las ganas de tener un padre que la protegiera y al cual ella le importara- estaba emocionada y no iba a perder la oportunidad que había deseado siempre de decir; si, yo soy tu hija- ¡ tengo 16 años señor y mi madre se llama Anamaría! – al escuchar esto, el dueño sacudió la cabeza como si no lo pudiera creer- Anamaría, -repitió el dueño- entonces dijo, como despertando de un recuerdo- muchacha, ¿puedo darte un abrazo?- Rosalinda asintió con la cabeza y el dueño le dió un fuerte abrazo; luego dijo: -muchacha yo quiero decirte algo, yo… yo…soy…-se le entre cortaban las palabras, cuando escucho con asombro a Rosalinda decir:

-Si, usted es mi padre.

-Pero, pe…ro, ¿cómo, ya lo sabías?

-Si, ya me lo imaginaba- luego recordando dijo- usted no me había visto, pero yo a usted si y desde ese mismo momento lo supe.

Desde el momento de ese encuentro y sin que su madre lo supiera Rosalinda visitaba a su padre, que le contó como habían sucedido las cosas con su madre. Él la quería pero estaba obligado a casarse con otra señorita, la cual era de sociedad, estaba embarazada, pero ese hijo no era de él, como el padre de ese hijo no le corespondía ella mintió diciendo que era suyo y le rogó de favor que no dijera nada. Lo obligarón a casarse,- ¿y mi madre?- preguntó Rosalinda, (muy triste)- ¿Qué pasó con ella? a lo que él respondió, como de forma desesperada, como queriendo remediar en algo el daño que había hecho,- Yo no sabía Rosalinda, yo no lo sabía hija, que ella estaba embarazada, desde el mismo momento que supo de que no nos podiamos casar, ella no quiso saber mas de mi, luego me enteré que ella te había tenido a ti, yo la busqué, pero se había ido para Margarita, y bueno el resto tú lo debes saber..-pero para mí hija, lo mas importante es haberte encontrado.-Dijo el dueño.

-¿Tengo un hermano entonces?- preguntó Rosalinda.

-No hija, no digas eso Rosalinda él no es tu hermano, yo no tuve mas hijos que tú, te lo juro mi niña tú eres la unica hija de mi sangre, pero mirate no mas, eres igualita a mí y nadie lo puede negar, ya veras yo te voy a reconocer solo tengo que reunir los testigos que verifiquen que tú eres mi hija, ( en ese tiempo no existían pruebas de ADN, para saber los lazos sanguineos o mejor dicho para pruebas de paternidad, solo la palabra de testigos firmadas y selladas en un papel).

-Padre,¿ y cuál es tu nombre?, hasta ahora te conozco como: el dueño.

-Me llamo Justo Carabay, ya veras Rosalinda muy pronto tú también tendrás ese apellido.

Justo Carabay no tenía ni idea de lo que la vida iba a decidir para él y para Rosalinda; si, él quería que su hija llevara su apellido y tambén pensaba que iba a resultar muy fácil; pero no era así, con el paso del tiempo iban a ocurrir muchas cosas que él ni siquiera sospechaba.

Con el pasar de los dias, estaba por suceder un encuentro inesperado.

-¡Rosalinda!, anda al abasto de la esquina y comprame una harina para hacer unas arepas- le dijo la mamá- toma llevate este dinero y si te alcanza, comprate un kilo de queso también.

-Si, ya voy mamá, dejame cambiarme esta camisa que ya está sucia- se cambió tomó el dinero y se marchó a toda prisa para el abasto.

Llegando Rosalinda al abasto, observa que están tres jóvenes allí charlando; cuando uno de ellos se le va acercando mientras dice:

-Caramba, caramba, miren a quien tenemos aquí, – y respondiendose- a la hermosa señorita del mercado.

-¡Hey! Malvino, gritó uno de los otros dos jóvenes, ¿ la conoces?, presenta, presenta chamo no seas agalluo.

Si, Rosalinda no lo podía creer; era Malvino, el que se le había presentado aquel día en el mercado, pero ¿cómo era posible? ¿acaso vivía en el mismo barrio? ¿ y cómo no se había dado cuenta? y… ¿cómo se podía acordar de ella? ya había pasado un año desde aquel encuentro y ya no lo había vuelto a ver mas, con tanta gente que pasa por ese mercado y tantos muchachas bonitas que debe haber visto en el transcurso de ese año. Se acordaba de ella, no lo podía creer.

-¡Hola bonita! ¿cómo estas? -dijo Malvino acercandose a Rosalinda sin hacer caso de sus amigos, (ignorandolos).

-Bien, gracias – dijo Rosalinda, algo sonrojada sin saber que hacer, tratando de no ponerse nerviosa, porque ella sabía que si Malvino se llegaba a propasar, se le iba a salir lo salvaje y le iba a propinar una merecida cachetada- pero gracias a Dios no pasó nada de lo que temía Rosalinda.

-No te pongas a la defensiva linda, no pienso molestarte, solo quiero conocerte. ¿Sabes? eres muy bonita y me agradas mucho, y entonces preguntó: -¿ podemos ser amigos?.

-Si,…si bueno- dijo Rosalinda-se quedó pensando un rato- y preguntó: -¿Nunca antes te había visto por aquí, vives en este barrio?- a lo que Malvino contestó-

-No, vivo en el barrio vecino, pero mis amigos me invitarón a tomar unas cervezas en un bar que está por aquí cerca; pero todavía esta cerrado, estamos esperando a que abran.

-Rosalinda compró y se disponía a irse, cuándo Malvino dijo:

-Ahora que somos amigos, ¿te puedo acompañar?

-No,…no hace falta, yo vivo por aquí cerca.

-Mucho mejor-dijo Malvino- así regreso rápido con mis amigos y sigo esperando a que abran el bar,-dirijiendose a sus amigos, dijo: -¿ verdad chamos que ustedes me esperan un rato?.

– Si chamo descuida; pero eso si regresas jajajaja -dijeron los amigos a manera de broma.

Rosalinda no tuvo mas remedio que permitir que Malvino la acompañara.

-Mira Malvino, -dijo Rosalinda,- lo que pasa es que mi mamá se puede molestar si me ve llegando con un hombre.

-Bueno, pero tú le dices que era un amigo y ya.

Si, así de fácil le parecía a Malvino, como que no le importara el que dirá de la gente, por lo visto se notaba que Malvino no se había criado con normas sociales algunas- así pensaba Rosalinda, que no entendía para nada esa manera de ser de él.

-Si, que mas dá- aunque sabía de antemano que esa explicación no iba a ser suficiente para su madre.

De repente y como un sobresalto, recordó Malvino algo importante que debía preguntar a Rosalinda antes que se le olvidara.

Ah! ahora recuerdo, dime tu nombre por favor, – a lo que Rosalinda contestó:

-Esta bien, me llamo Rosalinda; pero por favor no se lo digas a tus amigos, mira que se pueden creer después con derecho a estarme llamando por mi nombre y luego quien aguanta a mi mamá y a las viejas chismosas.

-Si, no te preocupes, esta bien te entiendo, pero dime que vas a volver al mercado y vas a pasar por el puesto de verduras- y en tono malicioso, le dijo a Rosalinda- mira que ya sé donde vives, así que ya no puedes huir de mí.

-Si, pero ya vete- dijo Rosalinda.

Malvino caminaba hacia donde estaban sus amigos, caminando de espaldas sin dejar de ver a Rosalinda hasta que ésta entró a su casa.

La mamá de Rosalinda era una de esas señoras que observaban por una rendija de la ventana todo lo que pasaba en el barrio, en otras palabras, era una vieja chismosa,- y si, lo que se imaginan sucedió, estaba observando también a Rosalinda y cuando ésta entró e iba a cerrar la puerta, sintió que la sujetarón fuertemente del cabello.

– Ah ja! te ví Rosalinda, ¿ quién es ese jóven?- ahí estaba la mamá de Rosalinda, tirandole del cabello- Rosalinda tenía una expresión de dolor y de asombro a la vez, estaba descubriendo esta faceta de su madre; en otras ocaciones, le gritaba, la maldecía y le decía malas palabras , pero nunca la había agredido físicamente.

-Oye, espera mamá, ¿qué pasa?

-Como que que pasa,-dijo- ¿ Quién es ese hombre?

-Es un amigo mamá, solo me acompañó hasta aquí.

-¿ Y de donde y desde cuando lo conoces?

-Lo conocí el año pasado, en el mercado, pero no lo había vuelto a ver mas, te lo juro- dijo Rosalinda esperando calmar el enojo de su mamá; pero este enojo pasó a unas palabras que ella le diría; palabras sobre convencionalismos sociales que Rosalinda hace tiempo había olvidado.

-No me jures nada, mira que ya tienes 17 años- y seguido venían aquellas otras palabras- y ya debiste haberte casado, yo a mis quince ya me había casado, mira que si sigues así te vas a quedar «para vestir santos». ( En esos tiempos se acostumbraba que las mujeres a partir de los catorce años en adelante, ya tenían que estar casadas o por lo menos de novias, ya que si pasaban de los veinte años se podían quedar solteronas y eso era algo mal visto).

Pero mas que Rosalinda se casara a su madre le preocuba el que diran.

-Ahora quien le aguanta la lengua a las viejas chismosas de por aquí.- ¡Ay, ay, ay…-así se quejaba la madre y calmandose un poco, como si una idea muy buena se le había llegado a la cabeza, dijo:

-Luego hablaremos de ese joven Rosalinda, lo quiero conocer, tienes que traerlo.

Era verdad lo que decía su madre, Rosalinda no había pensado en eso, ahora tendría que hablar con Malvino, después de todo él no le era tan indiferente, a lo mejor le gustaba, porque cuando se le acercaba ella sentía su corazón latir muy a prisa. A lo mejor él era el hombre con quien se casaría.

CAPITULO III

«Se va Rosalinda»

Un hombre mayor, con maletas en manos, toca en la puerta de la casa de Anamaría -Toc, toc, toc.- Anamaría acude a abrir, seguida de Rosalinda- y al abrir la puerta vaya sorpresa.

-Hola! …pa…pá- dijo Anamaría con la voz entrecortada del asombro, pues no esperaba esta visita.

-¿Qué haces aquí?, no te esperaba, ven y te ayudo con esas maletas, me caiste de sorpresa. Acto seguido Rosalinda al ver a su abuelo se asombró también, pero le dió un enorme gusto de volver a verlo. Se le abalanzó encima para darle un enorme abrazo,- diciendo-¡ abuelo que alegría!. Este también la abrazó y luego dirigió la atensión hacia su hija:

-Bueno Anamaría, antes que nada perdoname la visita así tan de repente, sin avisar, lo que pasa es que no tengo teléfono y si hubiera mandado una carta no llega nunca, hija.- Si, este señor era el padre de Anamaría, el abuelo de Rosalinda que vive en Margarita, donde Rosalinda había nacido y también había pasado momentos muy felices con su abuelo, pero ahora ¿qué pasaba, qué hacía el abuelo allí?, ¿acaso el abuelo estaba enfermo?- habían muchas interrogantes pasando por la cabeza de Anamaría y Rosalinda.

-Jajajaja, -sonrio el abuelo de Rosalinda,-qué les pasa? tienen las caras como si hubieran visto un espanto,¡ ay! caray si pudieran ver sus rostros en un espejo- dijo Don Luis Hernadez- así se llamaba.

-Padre, lo que pasa es que necesito saber que te trae por aquí, estoy sorprendida, porque como casi no me visitas- Dijo Anamaría.

-Bueno, Anamaría y Rosalinda, tomen asiento que quiero conversar con ustedes sobre las razones que me traen por aquí, pero no sean tan mal educadas, -besen la mano- (así decía la gente de aquellos tiempos para indicar que les pidieran la bendición), ¡que criaturas estas caramba!- comentó Luis Hernandez.

-¡Ah! cierto, disculpa padre- dijo Anamaría,- Bendición y la siguió Rosalinda, Bendición abuelo.

– Dios me las bendiga, me las ampare y me las favorezca, jajaja- dijo Don Luis.

Se asoman los dos hermanos y la hermanita mas pequeña de Rosalinda que ya tenía 7 años.

-Abuelito, bendición y corrieron a abrazarlo.

-Vieron Anamaría y Rosalinda, deberían de aprender de los mas pequeños, Dios me los bendiga, que grandes están; pero ahora retirense que tenemos que hablar las personas adultas.

-Primero que nada Anamaría-dijo Don Luis- quiero que me des tu permiso para llevar a Rosalinda conmigo.

-¿Cómo es eso padre? explicate- dijo Anamaría.

-Espera un momento y ya te digo. En segundo lugar, te quiero decir que ya dí mi palabra.

-¿Para qué? -preguntó Anamaría.

-No comas ansias Anamaría ya te explico

-Allá en Margarita, cerca de la venta de artesanía que yo tengo, hay un Hotel del gobierno, llegó un grupo de políticos ,para quedarse por un año,y necesitan cocineras, yo dije que conocía una muy buena y pense en Rosalinda.

– En tercer lugar Anamaría, esa gente paga muy bien y a ti te hace falta el dinero y también a Rosalinda y esta a su vez adquiriria experiencia en un trabajo.

-Pero, papá estas olvidando algo muy importante ya Rosalinda esta en edad de casarse y tu sabes como es todo- dijo Anamaría con cara de total convencimiento en el cumplimiento de las normas en sociedad.

-Bueno hija el año que viene se casa y ya,- entonces preguntó- ¿ tú acaso le tienes algún candidato?

-Si, bueno ella se ha dejado ver con uno por ahí, que no lo conozco, pero le vi la cara y estoy esperando que me lo traiga para conocerlo y darle el visto bueno.

-Allá en Margarita hay muy buenos candidatos, yo le podría presentar algunos.

-¡Ah! papá, ni que fuera para tanto- dijo Anamaría en tono de desprecio hacia su hija.

-¿Cómo que no es para tanto Anamaría? ¿ tú no has visto a esa niña? no es porque sea mi nieta, pero esa niña es muy linda, por favor hija, pareciera que no quisieras a tu hija.

-¡Ah! papá no es eso, lo que pasa es que ya estoy cansada de que los vecinos murmuren, ay bueno no sé manejar toda esta situación, pero no me vengas tú ahora con que Rosalinda se merece todo lo mejor del mundo por su carita bonita, no mas esto me faltaba, ¡ja!.- parecia que Anamaría albergaba una gran envidia hacia su propia hija- luego dijo- bueno papá y si te llevas a Rosalinda ¿quién me va a ayudar con los quehaceres de la casa, ¿quién va a bañar y a vestir a Marina? ¿yo sola no voy a poder con todo?- a lo que su padre le dijo- cómo es posible Anamaría que hagas que Rosalinda bañe y vista a esa muchacha que ya esta grande,¿ y tu porque no lo haces que eres su madre?, o por lo menos enseñala a que ella puede sola y por otro lado yo te digo que:

-Si vas a poder hija, si vas a poder.

Luego de esta charla, se acordó que Rosalinda se iria con su abuelo.

Pasaron los dias luego de una corta estadia de don Luis Hernández en la casa de su hija, llegó el momento del adios, que por supuesto no fue tan grato para Anamaría, quien veía con resignación como se iba a quedar sola con los oficios de la casa.

Luego de aquellas horas de viaje llegó el momento de la llegada de Rosalinda en la casa de su abuelo quien la quería tanto y ella también a él.

A medida que se iban acercando se podía ver la figura a lo lejos de dos jovencitas paradas en el frente de la casa del abuelo, eran las primas de Rosalinda hijas de su tío Luciano Roberto Hernández Rosas, ya no eran aquellas niñas que jugaban con ella, ahora Martina Antonia la mayor de 17 años igual que Rosalinda era una jovencita con las caracteristicas típicas de los cambios físicos en una joven, pero era de baja estatura su hermana menor era mas alta que ella, por su parte estaba la otra prima, la menor de las hermanas, Carmen Evarista, que tenia 15 años un poco mas robusta y de mayor estatura, casi peliroja, pecosa su aspecto era mas bien un poco ordinario, de pelo crespo y piel muy blanca, Martina por su parte era un poco mas agraciada de ojos verdes, de piel blanca, de pelo castaño oscuro y lasio, de labios finos y nariz un poco pronunciada, estaba ya de novia con un chico de buena familia y pronto iba a casarse, pero nada se comparaba con la belleza de Rosalinda.

Al ver a sus primas, que no eran ya para nada aquellas niñas con las que ella jugaba, Rosalinda soludó de manera muy emocionada, pero su saludo no fue bien recibido por parte de las primas, quienes la veían como si ella fuera una extraña que parecia que había llegado a quitarles algo, quizas el amor de su abuelo, pero mucho menos les gustó darse cuenta de lo hermosa que se había puesto Rosalinda, sobre todo esta visita le incomodaba mas a Martina que ya estaba de novia, ya se presentía en el ambiente que esta estadía de Rosalinda en casa de su abuelo no iba a resultar muy grata.

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